El régimen iraní, ahora financiado por la Administración Biden, ha sido, y sigue siendo, un actor estatal que patrocina a terroristas.

No debería haber ninguna duda de que la guerra que comenzó cuando los terroristas de Hamás atacaron a Israel el pasado 7 de octubre en realidad se originó en Irán. Los ataques multifacéticos, altamente coordinados y asesinos, no podrían haber ocurrido sin la asistencia y aprobación del Gobierno iraní.

Según el Wall Street Journal, los líderes de Hamás y Hezbolá han reconocido que los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán ha estado trabajando con Hamás desde agosto en la planificación de estos ataques.

La agresión no provocada de Hamás sigue un patrón de ataques terroristas patrocinados por Irán en todo el mundo . En 1983, un atentado suicida en el cuartel del Cuerpo de Marines de Estados Unidos en Beirut, Líbano, mató a 241 militares americanos. En 1994, Irán estuvo implicado en el atentado con bomba contra un centro comunitario judío en Buenos Aires, Argentina, en el que murieron 85 personas y más de 300 resultaron heridas. En 2006, EEUU identificó que Irán estaba armando a combatientes de la oposición en Afganistán, llegando incluso a ofrecer una recompensa de 1.000 dólares por cada estadounidense asesinado. Los Países Bajos y Bélgica han arrestado y expulsado a funcionarios iraníes implicados en complots terroristas pergeñados en sus respectivos territorios.

Irán ha instigado decenas de ataques contra activos estadounidenses en Medio Oriente, ha intentado asesinar a un diplomático saudí en territorio americano y es posible que todavía esté intentando asesinar a estadounidenses que sirvieron como funcionarios en la Administración Trump.

El patrón de acciones es claro: el régimen iraní, ahora financiado por la Administración Biden –que cuidadosamente hizo la vista gorda mientras Irán se hacía con 60.000 millones de dólares evadiendo las sanciones americanas y luego aportó 6.000 millones de dólares fungibles adicionales–, ha sido y sigue siendo un actor estatal que patrocina terroristas, organizaciones terroristas y ataques terroristas.

Los ataques de Hamás contra Israel del pasado sábado fueron autorizados por Teherán para ayudar a alimentar la tensión en la región, probablemente para interrumpir la posibilidad de una normalización de las relaciones entre Israel y Arabia Saudí al estilo de los Acuerdos de Abraham. Un acuerdo así habría tenido un positivo impacto sísmico en la geopolítica de Medio Oriente. Parece que, al menos por el momento, cualquier acuerdo entre Israel y los saudíes ha quedado pospuesto. Irónicamente, después de ver a las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) en acción, los saudíes tal vez deseen tener a Israel como aliado más que nunca.

El ataque de Hamás es consistente con la actividad más reciente de Teherán en Europa, donde se ha convertido en el mayor patrocinador militar de la invasión rusa de Ucrania. En los últimos 18 meses, Irán ha proporcionado a Rusia cientos de drones, incluidos drones suicidas, de ataque y de vigilancia. Así como cientos de miles de proyectiles de artillería y al menos un millón de municiones. Los vínculos entre Rusia e Irán son tan estrechos que Estados Unidos ha sancionado a decenas de entidades e individuos debido a estas relaciones.

¿La alianza occidental de países amantes de la libertad se mantendrá firme contra el mal o la falta de resolución y convicción envalentonarán a Irán, China, Rusia y Corea del Norte? La respuesta a estas cuestiones determinará la seguridad de Occidente y de nuestros aliados en todo el mundo en los próximos años.

Irán también se ha beneficiado de sus estrechos vínculos con Rusia. Según se informa, Moscú se ha ofrecido a compartir información crítica sobre misiles y defensa aérea con Teherán. Pero, quizás, lo más importante es que Irán ha recibido información directa de los campos de batalla de Ucrania sobre las formas más efectivas de emplear los sistemas de armas que ha proporcionado a los rusos. Estas lecciones fueron evidentemente compartidas con Hamás mientras planificaba y ejecutaba su brutal ataque del día 7, incluido el uso de abrumadoras andanadas de cohetes, municiones lanzadas desde drones y drones kamikazes. Irán, mientras sigue clamando el "Muerte a Estados Unidos", no sólo está exportando su equipo bélico y sus tácticas, sino que también técnicas y procedimientos militares probados en el campo de batalla; incluso a América Latina.

La pregunta ahora es cómo responderán Estados Unidos y Occidente al ataque, especialmente ahora que Israel emprende una respuesta militar que podría durar más de lo que piensa la comunidad internacional. Estados Unidos ha enviado su portaaviones más nuevo, el USS Gerald Ford, y su grupo de ataque al Mediterráneo oriental, junto con otros barcos, aviones y equipos.

Si bien algunas naciones de la Unión Europea (UE) han suspendido la asistencia a Gaza, la Comisión Europea en su conjunto no pudo alcanzar el consenso que necesitaba para actuar como bloque. Alemania y Austria se encuentran entre los que han anunciado el cese de la asistencia bilateral, mientras que Italia y Luxemburgo han indicado que seguirán proporcionando ayuda humanitaria.

Mientras los Estados miembros de la UE debatan colectiva e individualmente cuánta asistencia proporcionar a los palestinos, se responderá en parte a la cuestión de la determinación de Occidente de enfrentar, contener y derrotar la amenaza planteada por Hamás y sus partidarios del régimen en Teherán. Otra respuesta se dará si Estados Unidos decide, como debería, retener el pago de rescate de 6.000 millones de dólares que la Administración Biden planeaba hacer a Teherán como parte de un intercambio de prisioneros que incluía descongelar fondos iraníes y transferirlos a Qatar.

Cancelar esta transferencia tiene aún más sentido a la luz de que el presidente iraní se jacta de que Irán gastaría los fondos como mejor le parezca, y no sólo con fines humanitarios, como insiste falsamente la Administración Biden. Tener una línea de crédito simplemente significa tomar fondos ya asignados para fines humanitarios y redestinarlos al terrorismo y al programa de armas nucleares.

Observando cómo responde Occidente también estará China, mientras continúa fanfarroneando sobre sus planes para Taiwán. Occidente, dado su catastrófico abandono de Afganistán y su fracaso a la hora de detener la invasión rusa de Ucrania, tal vez ya no sea visto como un elemento disuasivo creíble. Una respuesta confusa o desordenada al ataque de Hamas podría fomentar la percepción de que Occidente no tiene la determinación de apoyar a sus aliados y socios en conflictos importantes.

Después de casi 45 años de repetidos actos terroristas iraníes, es de esperar que Occidente se una para abordar finalmente el peligro que representa Irán y su apoyo a los terroristas y la desestabilización en todo el mundo. Las decisiones que tomen los líderes occidentales en los próximos días determinarán si Irán debe rendir cuentas por su patrocinio estatal del terrorismo o si corremos el riesgo de que se expanda en América del Norte y Europa.  ¿La alianza occidental de países amantes de la libertad se mantendrá firme contra el mal o la falta de resolución y convicción envalentonarán a Irán, China, Rusia y Corea del Norte? La respuesta a estas cuestiones determinará la seguridad de Occidente y de nuestros aliados en todo el mundo en los próximos años.

Hasta el propio Hamás ha admitido la participación de Irán. ¿Realmente la Administración Biden seguirá haciendo todo lo posible –como lo ha hecho con la inflación, la crisis del fentanilo y los inmigrantes que llegan a la frontera sur de Estados Unidos– para evitar admitir lo que todos pueden ver a plena vista?

© Versión original (en inglés): Instituto Gatestone