Las violaciones del 7-O: un documental contra el nuevo negacionismo

Uno de los momentos más conmovedores de Screams Before Silence, lo protagoniza Amit Soussana, que pasó 55 días en cautividad de Hamás tras ser capturada el 7 de octubre y llevada a Gaza.

Este 26 de abril se estrenó en YouTube el documental Screams Before Silence, una recopilación de testimonios e imágenes de las atrocidades perpetradas el 7 de octubre por Hamás en Israel que pone el foco en la incalificable violencia sexual que sufrieron muchas víctimas de sexo femenino.

En el documental tienen un papel protagonista supervivientes que presenciaron o escucharon escondidos cómo los terroristas violaban e infligían todo tipo de tormentos de enfermiza naturaleza sexual a mujeres sobre todo jóvenes que encontraron, en los kibutzim atacados y especialmente en el festival de música Nova.

Las violaciones acababan en muchos casos en disparos, después de los que los gritos de las víctimas daban paso al silencio.

Además de quienes tuvieron la suerte de no ser vistos por los monstruos de faz humana, salen en el documental reservistas del Ejército y trabajadores de ZAKA, la organización israelí de rescate e identificación de víctimas en atentados terroristas y desastres que participó en el levantamiento de cadáveres tras la masacre.

Tanto los reservistas como la gente de ZAKA fueron de los primeros en llegar al lugar de los hechos, y la carnicería que encontraron da la medida del salvajismo de lo que hizo Hamás.

La mayoría de medios mainstream y su comentaristas se resisten aún hoy a llamar a la organización terrorista.

Para no ponerle la etiqueta, quienes tienen a bien explicarse inciden en que Hamás es un movimiento social de muchas caras profundamente enraizado en la sociedad gazatí. El ala militar, argumentan, no es más que uno de los componentes del conjunto de la red.

Al mismo tiempo, y para salvar el mito de la eterna inocencia palestina, estos mismos medios y sus opinadores suelen hablar de Hamás como algo radicalmente distinto y casi ajeno al conjunto de la sociedad palestina, tanto en Gaza como en Cisjordania.

Pese a lo que nos muestran las encuestas, y aunque la última vez que pudieron hacerlo eligieron por mayoría a Hamás, los palestinos no comparten, según sus pertinaces abogados del cuarto poder, los impulsos y objetivos criminales de los terroristas.

La realidad de todo esto es que el 7-O fue algo mucho peor que un ataque terrorista. Y algo en lo que participaron, además, un gran número de palestinos civiles que fueron jaleados en las calles de Gaza cuando paseaban los cuerpos de los muertos israelíes y los rehenes.

En una de las escenas más impactantes incluidas en el documental muestra el cuerpo semidesnudo y descoyuntado de Shani Louk custodiado por terroristas armados en la parte trasera descubierta de una camioneta. Los transeúntes gritan en señal de júbilo y alzan los brazos a su paso. Uno incluso se acerca a la caja del del vehículo para escupir sobre el cuerpo de Louk.

En los kibutzim y el festival Nova los reservistas y la gente de ZAKA encontraron partes de los cuerpos de las víctimas a mucha distancia del resto de los cuerpos. No sólo habían cortado manos, pechos femeninos u orejas: también se habían entretenido jugando con ellas.

Muchas de las mujeres jóvenes asesinadas tenían las bragas bajadas, sangre y heridas en las zonas de sus órganos sexuales e incluso objetos con los que habían sido penetradas por los salvajes.

La mujer que entrevista en el documental pide a menudo a quienes aparecen más detalles sobre lo que vieron o sufrieron, para que quede clara la veracidad de lo que cuentan. A quienes están en disposición de contestar también les pregunta por el número de casos en que la violación, u otros tipos de torturas sexuales, fue evidente.

Al igual que otros profesionales que se ocuparon del tratamiento de los cadáveres y también salen en el documental, los reservistas y la gente de ZAKA hablan de lo numeroso de los casos.

La mayoría de las violadas o torturadas con mutilaciones de pechos o disparos en los órganos sexuales el 7-O fueron asesinadas y nunca podrán testificar.

Pero lo que presenciaron los supervivientes de la masacre y quienes vieron en primera persona su resultado no deja lugar a ninguna duda: los miembros de Hamás y sus cómplices civiles que invadieron Israel ese día violaron o sometieron a torturas sexuales a muchas de las mujeres y adolescentes israelíes que encontraron.

Desde que empezó a conocerse información del 7-O, muchos líderes y creadores de opinión han tratado las atrocidades de ese día como una suma de episodios confusos prácticamente imposibles de esclarecer. Bajo el manto de una falsa probidad periodística, han exigido más detalles para evitar haber de darle a los hechos el tratamiento que merecen por su gravedad.

Igual que los negacionistas del Holocausto pueden acudir al mito del jabón -según el cual los nazis convirtieron en jabón los cuerpos de los judíos asesinados- para poner en cuestión la verdad de la Shoá, los nuevos negacionistas han explotado la hipérbole de los 40 bebés decapitados para que los menos avisados duden de todas las demás salvajadas que sí se han probado.

Screams Before Silence es un documento definitivo para enterrar las dudas sembradas en torno a una de esas verdades: que, pese a que sabían que debían darse prisa para volver a Gaza o seguir matando antes de la llegada del Ejército israelí, muchos de los bárbaros que participaron en la razia se tomaron su tiempo para violar y someter a otras formas inimaginables de crueldad sexual al mayor número posible de israelíes.

Uno de los momentos más conmovedores del documental lo protagoniza Amit Soussana, que pasó 55 días en cautividad de Hamás tras ser capturada el 7 de octubre y llevada a Gaza. Soussana cuenta las constantes referencias sexuales que le hacía su carcelero, Muhammad. Esta mujer de 40 años relata ante la cámara la agonía y el miedo constantes de saber que estaba a merced de sus secuestradores y cómo fue finalmente violada en su lugar de cautiverio.

El calvario que pasó Soussana es el que siguen pasando, cada minuto del día y sin saber cuándo y cómo terminará, las mujeres que aún están secuestradas en Gaza.