Los radicales buscan un nuevo 'caso Floyd' e incendian Mineápolis
Las autoridades mantienen bajo mínimos el presupuesto policial mientras movimientos como el BLM destrozan la ciudad impunemente.
La muerte de George Floyd en un enfrentamiento con la policía y los disturbios posteriores han supuesto un punto de inflexión para la vida en Mineápolis. La capital de Minesota sufre con demasiada frecuencia la violencia de los movimientos radicales que, amparados en el Black Lives Matter (BLM), saquean la ciudad y hacen inhabitable lo que no hace mucho era un lugar aparentemente tranquilo.
Hoy nos fijamos en esta tribuna de Revolver News. En ella, el digital se pregunta "¿Qué demonios le ha pasado a Mineápolis?" Lo hace a raíz de los salvajes ataques protagonizados este mes de julio por inmigrantes somalíes tras la muerte del presunto delincuente Andrew Tekle Sundberg.
Conviene, en primer lugar, recordar los hechos: según los investigadores, Sundberg irrumpió en un edificio de apartamentos y disparó múltiples tiros por el vecindario. Una vecina, Arabella Yarbrough, llamó a emergencias denunciando que una bala atravesó la pared del apartamento en el que estaba junto a sus hijos pequeños. La policía trató durante seis horas de convencer al asaltante para que depusiera su actitud.
El departamento de policía de Mineápolis ha compartido el video en el que se puede ver el episodio y la angustia de la madre y los niños ante la presencia del tirador. Las imágenes están tomadas de la cámara corporal de uno de los agentes que acudió al rescate.
Asaltos y tiroteos disfrazados de protesta racial
En lugar de dar las gracias a la policía por evitar con su actuación una desgracia, lo que se ha vivido en Mineápolis es un intento de repetición de las protestas del Black Lives Matter. Inmediatamente después de la muerte de Andrew Sundberg, decenas de manifestantes salieron a la calle a protestar contra la actuación policial. Y no sólo eso, llegaron a cargar contra la madre que estuvo a punto de perder la vida junto a sus pequeños. Ella misma tuvo que enfrentarse contra la turba.
Fue solo el principio. A los manifestantes poco les importaba que la policía hubiera salvado la vida de los niños. Porque la agenda del movimiento radical que encarna el BLM nada tiene que ver con la defensa de la justicia y mucho con la desestabilización y el crimen, como ya vimos en el año 2020 tras la muerte de George Floyd. En esta ocasión, la violencia llegó de la mano de un grupo de inmigrantes somalíes que sembró el terror en la ciudad con la excusa de protestar por la muerte de Sundberg.
Ataques con pirotecnia, tiroteos y asaltos. Esta es la manera que tienen los radicales de pedir 'justicia'. No es la primera vez que ocurre en la ciudad. Recuerda Revolver News que estos episodios se han repetido constantemente desde la muerte de George Floyd. En abril de 2021, la agente Kimberly Potter disparó su arma durante un forcejeo con el prófugo Daunte Wright. Hubo días de saqueos y caos en la ciudad, donde se registraron asaltos en 24 tiendas al mismo tiempo. Algunas de ellas ya habían sido destrozadas en los disturbios de Floyd.
Poco después, en junio de 2021, Winston Boogie Smith Jr., huido de la justicia, fue abatido tras disparar contra varios agentes. De nuevo más asaltos y colapso en la ciudad, que tuvo que cancelar eventos turísticos durante varios meses.
Amparo a los delincuentes y desfinanciación de la policía
El mayor problema no es solo que estas protestas se generalicen, sino que desde la administración pública se respalden y se amparen. El análisis en Revolver News señala que, sin bien Mineápolis no se ha unido formalmente a la , el cuerpo cuenta actualmente con un presupuesto de 196 millones de dólares, un poco por encima del presupuesto de 193 millones de dólares que tenían a principios de 2020. Sin embargo, con la inflación disparada en el país, la ciudad necesitaría -según las estimaciones de Revolver-un presupuesto policial de 221 millones de dólares solo para igualar su gasto policial de hace dos años.
Con estos datos sobre la mesa, en 2021 las detenciones por robo se redujeron en casi dos tercios, a pesar de que el número de robos aumentó. Las detenciones por tiroteos y agresiones cayeron un 20%, y las detenciones por violaciones, un 70%. Los homicidios, por su parte, continúan disparados en la ciudad. Como ya ocurre en otras grandes ciudades como Chicago, la policía está en el punto de mira. Agentes señalados una y otra vez por hacer su trabajo y todo un estamento policial perseguido por los poderes públicos alimentan un aumento de la delincuencia y los disturbios de imprevisibles consecuencias. Las ciudades también pueden suicidarse y Mineápolis está jugando con fuego. Literalmente. No olvidemos cómo celebraban los radicales su particular 4 de julio: