¿Se preocupa Biden por los votantes equivocados?
Una encuesta muestra que los judíos de Nueva York prefieren a Donald Trump. Quizás los demócratas deberían interesarse más por el impacto del antisemitismo de izquierda.
Quizás el presidente Joe Biden y sus asesores en la Casa Blanca están mirando sus problemas de reelección por el lado equivocado del telescopio. Su principal prioridad estos días es hacer algo con respecto a la base interseccional de activistas de izquierda del Partido Demócrata que está descontenta con el apoyo de la Administración al derecho de Israel a defenderse, así como con la erradicación de Hamás de Gaza. Un componente esencial de este esfuerzo es recuperar el afecto de los árabe-estadounidenses en Michigan, un estado clave en las elecciones presidenciales de 2024.
A principios de mes, la Casa Blanca envió una delegación para disculparse con Abdullah Hammoud, el alcalde pro-Hamás de Dearborn, Michigan, por las declaraciones del presidente a favor de Israel, a pesar de que ya había comenzado a virar de postura. La última demostración de esta preocupación fue la decisión de enviar a la vicepresidenta Kamala Harris al estado para abordar las preocupaciones de las voces, cada vez más fuertes dentro del partido, que llaman "genocide Joe" (Joe el genocida) a Biden por su negativa a cortar el suministro de armas y municiones a Israel, así como por vetar las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU que intentaban imponer un alto al fuego inmediato que permitiría sobrevivir a Hamás.
Mientras que la impopular Harris (sus índices de aprobación son incluso más bajos que los de su jefe) se considera políticamente tóxica fuera de los enclaves de color azul profundo, fue juzgada como una buena opción para enviarla a Michigan porque, como expresó The New York Times: "Es vista como más crítica con Israel que el presidente".
Si bien el personal de campaña demócrata se centra en los árabes y musulmanes estadounidenses , ¿es posible que esté ignorando los potenciales problemas con un grupo mucho mayor: los votantes judíos y pro-Israel?
Una encuesta sorprendente
Aquel interrogante puede haber pasado por la mente de algún estratega esta semana, cuando se conocieron los resultados de una encuesta del Siena College entre votantes registrados en el estado de Nueva York. Su desglose mostró que quienes se identifican como judíos apoyan a Donald Trump sobre Biden. Un 53% frente a un 44% en un enfrentamiento cara a cara. Cuando se incluyeron candidatos de terceros partidos, como Robert F. Kennedy Jr. y Cornel West, el expresidente sigue en ventaja, con un 46% contra un 38% .
Si la encuesta es una representación precisa de la opinión pública judía -y hay argumentos razonables para afirmar que no lo es-, refleja algo similar a una revolución.
El único dato que se mantuvo constante durante el último siglo en el cambiante panorama político es que la abrumadora mayoría de los judíos estadounidenses son demócratas leales. Ningún candidato presidencial republicano ganó el voto judío desde 1920. A pesar de la encuesta del Siena, es poco probable que Trump repita ese hito histórico. Incluso si los resultados del sondeo son atípico, deberían hacer que Biden y los demócratas se pregunten si es errónea su casi-histeria por lugares como Dearborn, que fue apodada la "capital de yihad" de la nación por The Wall Street Journal debido a los pronunciamientos abiertamente antisemitas de varios imanes y al apoyo de su alcalde a las atrocidades del 7 de octubre.
Si los donantes judíos por fin exigen a las universidades de élite que dejen de mimar a antisemitas y reviertan su aceptación del catecismo woke, ¿debería sorprendernos que algunos votantes judíos estén haciendo lo mismo con los demócratas?
Los musulmanes, árabes e izquierdistas comprometidos con los mitos interseccionales, que etiquetan falsamente a Israel como un estado "colonial" y de "apartheid" de "blancos" que oprimen a la "gente de color" árabe-palestina, son un problema real para Biden. Sus lamentos sobre el destino de los palestinos en la Franja de Gaza -resultado de la decisión de Hamás de cometer los pogromos del 7 de octubre- son amplificados por la cobertura de la prensa tradicional en publicaciones como el Times, todavía considerado creíble por liberales y demócratas.
Por su parte, la mayoría de los judíos estadounidenses están (comprensiblemente) obsesionados con el aumento del antisemitismo en Estados Unidos, particularmente desde el 7 de octubre. Si bien estaban acostumbrados a pensar en el antisemitismo como un fenómeno de derechas, saben que en este momento el principal motor del odio anti-judío proviene de la izquierda, de algunos de los mismos votantes que a Biden tanto le preocupa perder.
Creciente preocupación por el antisemitismo
Las turbas que gritan por la destrucción de Israel ("del río al mar") y por el terrorismo contra los judíos dondequiera que vivan ("globalizar la intifada") en los campus universitarios y en las calles de las ciudades estadounidenses no sólo eclipsan al pequeño número de extremistas de extrema derecha y neonazis que tanto asustaron a los judíos en Charlottesville, Virginia, en agosto de 2017. También tienen más influencia política, como demuestra la virulenta hostilidad hacia Israel entre los demócratas de izquierda y, especialmente, entre los miembros del "Squad" del Congreso, liderado por las representantes Alexandria Ocasio-Cortez (D-NY.), Rashida Tlaib (D-Mich.) e Ilhan Omar (D-Minn.). Sus opiniones también son repetidas habitualmente por columnistas y editores del Times y The Washington Post, donde el antisionismo y las difamaciones contra Israel son tan frecuentes que ni llaman la atención.
Esto conmocionó a toda la comunidad judía estadounidense, incluso a los liberales que se sentían a gusto en las instituciones que permiten demonizar tanto al Estado judío como a los judíos.
Si los donantes judíos por fin exigen a las universidades de élite que dejen de mimar a antisemitas y reviertan su aceptación del catecismo woke, ¿debería sorprendernos que algunos votantes judíos estén haciendo lo mismo con los demócratas?
La mayoría de los judíos siguen siendo demócratas
Aún así, sería una tontería llegar a la conclusión de que se acabó el dominio azul sobre los votos judíos a partir de una sola encuesta.
Mientras que los judíos ortodoxos o políticamente conservadores -una minoría- siempre trataron a Israel como una prueba de fuego cuando se trata de ir a las urnas, los políticamente liberales -la mayoría- no lo hacen. Para ellos es sólo un tema entre muchos otros. Otras preocupaciones como el aborto o el cambio climático, y otras que caen bajo la rúbrica de la justicia social, son tenidas por prioridades más apremiantes.
Además, el importante cambio experimentado en la política estadounidense en los últimos años debería contribuir a reforzar los patrones de votación tradicionales de la mayoría de los judíos en lugar de anularlos. Los demócratas alguna vez fueron conocidos como el "partido del pueblo". Ya no, se han convertido en gran medida en el partido de las élites y de Wall Street. En la era Trump, los republicanos cuentan con el apoyo de la clase trabajadora. Además del liberalismo político tradicional que está estrechamente vinculado con sus creencias no-ortodoxas, la mayoría de los judíos suele tener educación universitaria, lo que los convierte en menos propensos a cambiar de partido.
Y en una época de hiperpartidismo en la que las opiniones políticas asumen el papel que solían desempeñar las creencias religiosas, la bifurcación de la vida estadounidense es tal que la mayoría de los judíos liberales piensan en votar a los republicanos con el mismo horror con el que los ortodoxos consideran comer alimentos no kosher. Si a esto le sumamos el intenso odio hacia Trump que sienten la mayoría de los votantes liberales, los argumentos en contra de un cambio en el voto judío parecen aún más improbables.
Visto desde esa perspectiva, está justificado el escepticismo frente a los resultados de la encuesta del Siena. Como señaló Mark Mellman, presidente de la Democratic Majority for Israel (Mayoría Democrática de Israel), a JNS cuando se le preguntó al respecto: "El margen de error para los judíos en la encuesta de Siena es de más o menos 13 puntos". "Esta encuesta nos dice muy poco sobre cómo votarán los judíos de Nueva York".
Incluso si las cifras a favor de Trump se reducen en esos 13 puntos, no se debe descartar el número de judíos que dicen que votarán por él.
¿Está cambiando el voto judío?
Ya ha habido algunos signos de un cambio en los patrones de votación judíos. Por ejemplo, el 45% de los residentes judíos de Florida votaron para reelegir al gobernador republicano Ron DeSantis en 2022. Las encuestas nacionales a pie de urna de ese año también mostraron que un tercio de los judíos votaron por los republicanos, un aumento con respecto a los últimos años.
En Nueva York, el candidato republicano a gobernador Lee Zeldin, que es judío, obtuvo mejores resultados que el candidato republicano promedio, arrasando en áreas como el condado de Rockland, al norte de Manhattan, y partes de Brooklyn que tienen grandes poblaciones judías. Si bien Nueva York no está en juego este año, incluso un ligero cambio en el voto judío en estados bisagra como Pensilvania -donde los judíos superan en número a los musulmanes por 3-1- podría alterar las elecciones con tanta seguridad como los votos árabes en Michigan.
Es probable que esas tendencias se refuercen este año, ya que incluso los judíos liberales están preocupados por el antisemitismo de izquierda y los miembros del Congreso antiisraelíes y abiertamente antisemitas reciben más atención como resultado de la guerra de Israel contra Hamás. Por eso, no hay que apresurarse a descartar la encuesta de Siena o a pensar que el presidente no tendrá un problema grave con muchos votantes judíos que cree fieles.
Según Ari Fleischer, portavoz de la Casa Blanca del presidente George W. Bush, la encuesta fue "sorprendente". Fleischer, miembro de la junta directiva de la Republican Jewish Coalition (Coalición Judía Republicana), me dijo: "Incluso si descartamos esto por anormal, el apoyo de Biden entre un electorado tradicionalmente demócrata se está hundiendo gracias a sus frecuentas críticas a Israel y la injustificada presión que está aplicando al Estado judío".
Puede que tenga razón.
Las tendencias demográficas que están provocando una disminución en el número de personas que se identifican como seguidores del judaísmo también pueden estar redefiniendo de quién hablamos cuando hablamos del voto judío.
El impacto de la demografía
Gran parte de quienes integran grupos antisionistas como Jewish Voice for Peace e IfNotNow -que se oponen a la existencia de Israel y ejercen intensa presión para salvar a Hamás (y que reciben una cobertura desproporcionada en los principales medios de comunicación)- son miembros de una porción de la comunidad que está cada vez menos interesada en reivindicar la identidad judía y tiende a hacerlo sólo para denunciar "como judío" al Estado judío.
Con tasas vertiginosas de asimilación y matrimonios mixtos entre los no-ortodoxos, se crea una nueva realidad con una comunidad judía más empequeñecida. En ella, quienes permanecen dentro de la tienda tienen altas probabilidades de ser más religiosos, así como de estar más preocupados por preservar vidas judías y por la seguridad de Israel.
Las elecciones de 2024 se perfilan como una carrera única en la historia de Estados Unidos. Hay un presidente en funciones -Biden- con índices de favorabilidad históricamente bajos, arraigados en la percepción de que tiene disminuidas sus capacidades y en sus fracasos en el cargo; hay un retador -Trump- que considerado por muchos como más allá de los límites de lo aceptable y odiado por la mitad del país, poco importa que esté asediado por una campaña legal de los demócratas para encerrarlo o expulsarlo de las urnas. En una contienda sin precedentes, cualquier cosa puede pasar.
Aún así, sería sorprendente que Biden no ganara el voto judío en noviembre. Pero si se considera el aumento del antisemitismo de izquierda y que el presidente parece más preocupado por evitar ofender a los antisemitas que por ganarse a los judíos que cree tener en el bolsillo, sería imprudente descartar la posibilidad de un cambio histórico del voto judío.
© JNS