30 años de George Soros
Se cumplen tres décadas del día en que el especulador favorito de la izquierda quebró el Banco de Inglaterra y ganó 1.000 millones de dólares.
George Soros se ha convertido en una de las personalidades más influyentes de las últimas décadas. El camino hacia la influencia ha sido la especulación, lo cual no le ha granjeado la animadversión de la izquierda. Al contrario, el inversor se ha convertido en una de las fuerzas más poderosas del progresismo mundial. La inversión que le convirtió en mil millonario acaba de cumplir 30 años.
Quebrar el Banco de Inglaterra, el órgano regulador más antiguo del mundo, y ganar 1.000 millones de dólares en un sólo día, no está al alcance de cualquiera. El protagonista de esta historia es el empresario y benefactor de causas progresistas George Soros. Fue el llamado miércoles negro; el 16 de septiembre de 1992. No estaba solo; se coordinó con varios hedge funds.
Mecanismo Europeo de Tipos de Cambio
En 1979 se había creado el Mecanismo Europeo de Tipos de Cambio, que sería el pasillo que habría de conducir al euro. Margaret Thatcher decidió sacar a la libra de dicho mecanismo por motivos más ideológicos, vinculados a la independencia económica, que económicos. Pero Thatcher fracasó en el control de la inflación. Su substituto, John Mayor, tomó las riendas de la situación, a costa de encaminar al país hacia una recesión.
La política habitual en un momento de recesión es la rebaja de los tipos de interés. Pero la política monetaria del momento buscaba mantener el valor de la libra, por lo que el Banco de Inglaterra hizo dos cosas entre 1990 y 1992: mantener unos tipos de interés altos y realizar un amplio programa de compra de libras. La política de cambios estaba condicionada también por el hecho de que la Alemania democrática se había unido a la comunista, en un proceso que produjo mucha inflación. Por lo que el Bundesbank siguió una política de tipos altos.
O mantener la libra o evitar la recesión
En definitiva, el Reino Unido tenía una disyuntiva: o mantenía la política de tipos de interés altos a costa de una recesión, o los baja a costa de permitir que la libra se depreciara. Muchos inversores entendieron la naturaleza de ese dilema. George Soros era uno de ellos. Muchos inversores, especialmente hedge funds, entendieron que el gobierno no aguantaría, y empezaron a adoptar posiciones bajistas respecto de la libra en el verano de 1992: compraban divisas y vendían libras. Para finales de agosto, Soros Fund tenía una posición vendida por valor de 1.500 millones de dólares.
El resultado no estaba aún escrito. Si Alemania bajaba los tipos de interés, rebajaría la presión sobre el resto de monedas, y eso afectaba especialmente a la libra. Las presiones para que el gran país continental rebajara los tipos se hacían cada vez mayores, pero lo único que se logró por parte del gobernador Helmut Schlesinger es el compromiso de que, a corto plazo, no los subiría.
Pendientes de Alemania
El ministro de economía británico, Norman Lamont, vendió ese escaso compromiso como una gran victoria de la diplomacia británica. Pero eso tenía un problema: dejaba al Bundesbank como una institución que había renunciado a su independencia, y todo para servir a los intereses de otro país.
Schlesinger no estaba dispuesto a que la situación quedara así. El 8 de septiembre de 1992 dio una conferencia de prensa en la que dijo dos cosas. Uno, que no había garantías sobre la decisión que adoptaría en el futuro el Bundesbank en materia de tipos de interés. Es decir, que de lo transmitido a la prensa no había nada. Y dos, que no confiaba en el mecanismo de tipos semifijos europeo. Esas palabras cayeron como una bomba.
La libra no aguanta
Soros vendió sus posiciones en la lira italiana, creyendo que también estaba en una situación comprometida, y sumó posiciones bajistas respecto de la libra. El Bundesbank rectificó el día 14, y anunció que rebajaría los tipos de interés. Pero la libra no se apreció, lo cual fue entendido por varios hedge funds que estaban especulando contra la libra, como una muestra de debilidad.
La capacidad de compra de libras, para defender su valor, se agotaba. John Mayor no tuvo más remedio que subir los tipos de interés en dos puntos; una subida espectacular. La libra no reaccionó. Había llegado el momento en que el gobierno británico había perdido aquella guerra. Mayor subió los tipos tres puntos más, hasta el 15%, pero la moneda nacional seguía sin reaccionar. Y el miércoles negro, 16 de septiembre, se desplomó. E hizo de un conocido inversor, George Soros, en la figura que es hoy.