Estados Unidos necesita una política energética segura y sensata
Las democracias occidentales están siendo atacadas por una Rusia decidida a humillarlas.
Las democracias occidentales están siendo atacadas por una Rusia decidida a poner de rodillas a Estados Unidos y a sus aliados.
Es hora de que nuestra respuesta sea nuclear. La energía nuclear.
Los avances que ha experimentado la energía nuclear la han convertido en una fuente de energía más segura, que puede liberarnos del chantaje de líderes como Putin.
El experto en cambio climático Michael Shellenberger escribió en Forbes:
Conocemos estas estadísticas en un momento en el que la guerra de Ucrania ha revelado dolorosamente que Europa Occidental está a merced de un gasoducto ruso que alimenta gran parte de la economía continental, desde las fábricas industriales hasta los bloques de apartamentos y los restaurantes. Hasta hace poco, Putin sólo había jugado con el acceso de Europa a la energía rusa, y un día decía que el gasoducto Nord Stream 1 estaba parado por mantenimiento y al otro que por una reparación de emergencia. Ahora, en lugar de una fracción del volumen que permite que llegue normalmente a Europa, ha cortado efectivamente el suministro como castigo por el apoyo de Occidente a Ucrania.
Los franceses no se resignan a pasar frío este invierno. Reconociendo que las energías eólica y solar no pueden sustituir el gas natural ruso, su respuesta ha sido reiniciar sus reactores nucleares. Buscan una fuente de energía limpia y fiable que sea indiferente a la guerra energética de Putin contra Occidente.
Esto no quiere decir que la energía nuclear vaya a sustituir a los combustibles fósiles o a sus alternativas verdes (solar y la eólica). Los motores de los aviones podrán funcionar algún día con hidrógeno, pero las decenas de aeronaves que surcan los cielos a cualquier hora dependerán de los combustibles fósiles durante años.
El sueño estratégico de Putin es ver a Occidente humillado y a Estados Unidos impotente a la hora de ayudar a sus aliados. El hecho de que Rusia retenga el gas a Europa crea una inestabilidad mundial que sólo beneficiará a nuestros enemigos.
La necesidad de dotarse de una política energética eficaz, segura e inmediata es urgente. Una Europa sumida en una gélida oscuridad invernal, con fábricas inactivas y un desempleo masivo, es la receta perfecta para la agitación social. El sueño estratégico de Putin es ver a Occidente humillado y a Estados Unidos impotente a la hora de ayudar a sus aliados. El hecho de que Rusia retenga el gas a Europa crea una inestabilidad mundial que sólo beneficiará a nuestros enemigos.
Todo esto parece tener a la Casa Blanca confundida y sin saber cómo responder. En un momento en el que la energía ha asumido el papel de arma estratégica en manos de un tirano que libra una sangrienta guerra de agresión, la Administración Biden ha seguido una política energética más aspiracional que realizable. En campaña, el candidato Biden trató activamente de demonizar a la industria de los combustibles fósiles. Ahora, según los analistas, va de un lado para otro en busca de una respuesta estratégica a una amenaza energética existencial. No sólo se equivoca en cuanto a los combustibles fósiles, sino que pretende acabar con la energía nuclear mientras crea un programa de créditos para quienes recurran a ella a fin de que EEUU alcance la independencia energética.
Es hora de que Biden y nuestros aliados reconozcan que Putin ha hecho suya una versión moderna de la tan repetida observación de Lenin: "Los capitalistas nos venderán la soga con la que les ahorcaremos". La soga de la que se vale Putin es el gas natural, que ha impulsado la democracia y la prosperidad en Europa durante la última década. Al sacarlo de en medio, Putin espera que sus enemigos democráticos se tornen inestables y quizá ingobernables.
Por ello, ha llegado el momento de que Estados Unidos y sus aliados se nuclearicen.
Estamos en condiciones de hacer frente a la guerra energética de Putin contra Occidente y doblegarlo. La cuestión es si la Casa Blanca tiene la visión estratégica y la voluntad política de hacerlo con los recursos ilimitados que tenemos desde que los estadounidenses dividimos el átomo.