Envenenado y desterrado a un cárcel de ártico: Navalni, el último opositor a Putin

El abogado y político murió este viernes en la cárcel de máxima seguridad de Kharp, después de auparse como principal figura de oposición al régimen ruso.

En el centro penitenciario de alta seguridad IK-3 de Kharp, en la recóndita Yamalia-Nenetsia rusa, se apagaron este viernes los más de 20 años de activismo y oposición de Alexéi Navalni. Acontece a un mes de celebrarse las elecciones presidenciales.

Se trata del desenlace de una muerte anunciada tácitamente desde que el régimen ruso apresó al abogado en 2021. Cada vez que su equipo no lograba contactar con él, temían lo peor. Y con razón. Pocos pensaban que la "la única figura opositora de peso" en Rusia llegara a cumplir los 30 años de prisión a los que el régimen le condenó.

Navalni pasa hoy a la historia como un mártir del régimen de Putin. Reconocido por la comunidad internacional, sus últimos meses de vida son una prueba de la cruenta capacidad del aparato represor ruso, que tan tristemente se exporta a países cercanos a las fronteras norteamericanas como Venezuela.

Blogero, youtuber y político azote de la corrupción

El nombre de Alexéi Navalni comenzó a resonar con fuerza fuera de las fronteras rusas en los alrededores del 2010. Antes de eso, el abogado ya tenía una trayectoria política de poco más de una década, durante la cual hacía parte del partido liberal Yábloko, para el cual fue responsable regional en Moscú antes de su salida.

2011 fue un año clave en la cronología de Navalni. Fue un año de elecciones en Rusia repleto de sospechas por irregularidades en el proceso electoral. Irregularidades que Navalni denunciaba desde su blog y redes sociales. Su vertiente más activista y opositora tal vez ganara fuerza en este momento, cuando creó su fundación anticorrupción y fue arrestado por primera vez por su actividad política que ponía al Gobierno de Putin en el centro del esquema de corrupción del Estado ruso.

El "Erin Brokowitch ruso", llegó a nombrarle la revista Times en aquellos años. O "la única figura opositora de peso que ha emergido en Rusia" lo describió la BBC. Desde el fiscal general Yuri Chaika al primer ministro Medvédev, ningún funcionario del régimen de Putin quedaba limpio de acusación. Un hombre contra el Estado.

Desde entonces, la Justicia rusa se abalanzó constantemente sobre Navalni para lograr condenarlo a prisión. En 2013 fue por una presunta malversación de fondos, por lo que le tocaron cinco años de cárcel. Las condenas y la persecución de una Justicia instrumentalizada no dejaron de ser denunciados por la Unión Europea, Estados Unidos y las organizaciones internacionales.

Tentativas de asesinato con veneno

Pese al cerco judicial, el discurso del poder en Rusia contra Navalni no era proactivo hasta 2020. El Gobierno y su entorno preferían ignorar públicamente a Navalni, fomentar una imagen de activista residual, conspiranoico y fascista incluso aunque se presentara a las elecciones en 2018. Así fue hasta que en el año de la pandemia por covid asomaron en el horizonte las elecciones parlamentarios de 2021.

El Poder endureció su tono con el opositor, lo que paradójicamente le dio más popularidad. Y el pico de la atención mediática llegó con la tentativa de asesinato contra Navalni con veneno. Este ataque con Novichok no fue el primero. En 2017 y 2019, Navalni denunció ataques con productos químicos, que en el caso del primero, le dejaron prácticamente sin vista en el ojo derecho.

Lo del Novichok fue mucho más sonado. En verano de 2020, Navalni llevaba a cabo trabajo de oposición y comunicaba acerca de las fuertes protestas en Bielorrusia contra el Gobierno. Mientras viajaba en avión de Tomsk a Moscú, fue necesario un aterrizaje de emergencia a medio camino para hospitalizar al abogado. Se supo que el ataque a la salud fue repentino y violento. Lo único que Navalni había consumido esa mañana era una taza de té, sobre la cual se centraron todas las sospechas.

En estado grave, Navalni fue trasladado a Alemania en un vuelo privado fletado por una fundación internacional. En el hospital Charité de Berlín fue tratado y los análisis médicos sugirieron un envenenamiento con Novichok como causa de la hospitalización de Navalni. Hasta hoy, la principal hipótesis apunta al Gobierno de Putin como responsable.

Retorno a Rusia y condena a la prisión ártica

La vuelta a Rusia de Navalni no complació a las autoridades del Gobierno. Su vuelo de retorno fue alterado por el Gobierno, que lo condujo a un aeropuerto de Moscú en el que agentes de aduanas esperaban al opositor para arrestarlo.

La Justicia rusa acusó a Navalni de vulnerar los controles a su libertad condicional impuesta tras una sentencia en 2014. Pese a que dicha sentencia fue recurrida con éxito por Navalni ante el Tribunal Europeo de los Derechos Humanos. Rusia ignoró ese veredicto y a principios de 2021 el opositor fue condenado a prisión.

Desde entonces, los malabares de la Justicia instrumentalizada rusa se las apañaron para que las sentencias contra Navalni se fueran sucediendo. En agosto de 2023, se sumaron 19 años más a la primera condena de 11 años que ya acumulaba el opositor. Pese a las denuncias de la comunidad internacional, Rusia mantuvo su objetivo de enterrar a Navalni bajo condenas y mantenerle lo más alejado posible de la atención.

Para ello, recurrieron al viejo truco soviético: una cárcel en el ártico. En diciembre de 2023, después de semanas de incertidumbre acerca de su paradero, se supo que el régimen ruso envió a Navalni al centro penitenciario IK-3 de Kharp, en la gélida región de Yamalia-Nenetsia.

El círculo más cercano del opositor a penas podía mantener contacto alguno con él. Las últimas noticias que llegaron de Alexei Navalni fuera optimistas. El hombre que desafió a Putin reía con buen humor en sus comparecencias ante el juez y bromeaba con las temperaturas bajo cero a las que estaba sometido. Bajo el frío y las condenas, Putin enterró a su único opositor.