El miércoles de ceniza abre el tiempo de Cuaresma para millones de cristianos

La conmemoración de los 40 días de Jesús en el desierto es un periodo de conversión y renovación interior para preparar la celebración de la Pascua de Resurrección.

Con el Miércoles de Ceniza arranca el tiempo de Cuaresma, que prepara a millones de cristianos de todo el mundo para la celebración de la Pascua de Resurrección. Es un tiempo de conversión y renovación interior, de la mano de la oración, el ayuno y la limosna, conmemorando los 40 días que Jesús pasó en el desierto sin comer ni beber.

Una tradición del siglo IV

De acuerdo con el Catecismo de la Iglesia Católica, "la Iglesia se une todos los años, durante los cuarenta días de la Gran Cuaresma, al Misterio de Jesús en el desierto". El formato actual de este periodo data del siglo IV, cuando comenzó a constituirla como un tiempo de penitencia y de renovación personal y para toda la Iglesia, para lo que se recomienda el ayuno y la abstinencia.

Ésta última es precisamente una de las características más conocidas de la Cuaresma. Tradicionalmente vista como la prohibición de no comer carne roja los viernes y el propio Miércoles de Ceniza, se trata en realidad de la recomendación a los cristianos de prescindir de cosas con las que disfruta -la televisión, los juegos, las lecturas de entretenimiento...- para dedicar ese tiempo a la oración y meditación y como ofrenda a Dios para la conversión propia y de la Iglesia.

La ceniza, "símbolo de la condición débil y caduca del hombre"

La celebración de la imposición de la ceniza es bastante posterior al establecimiento de la Cuaresma. De hecho, fue en el siglo X cuando se hizo obligatoria para la liturgia católica, de acuerdo con los textos bíblicos de Génesis 3,19 y el Evangelio de San Marcos 1,15. Dos siglos después se comenzó con la tradición de que la ceniza utilizada proceda de los ramos y palmas bendecidos el año anterior durante el Domingo de Ramos que abre la Semana Santa y rememora la entrada de Jesús en Jerusalén.

A través de la Ceniza, La Iglesia "simboliza la condición débil y caduca del hombre, que camina hacia la muerte; su situación pecadora; la oración y súplica ardiente para que el Señor acuda en su ayuda; la Resurrección, ya que el hombre está destinado a participar en el triunfo de Cristo".

Un tiempo penitencial

El fin último de la Cuaresma es la preparación del cristiano para la Resurrección de Cristo. Por ello, es un tiempo de penitencia, de reconocimiento, confesión y absolución de los pecados para limpiarse interiormente y estar preparados para acoger a Jesús. El Catecismo de la Iglesia Católica lo recoge así:

La penitencia interior del cristiano puede tener expresiones muy variadas. La Escritura y los Padres insisten sobre todo en tres formas: el ayuno, la oración, la limosna, que expresan la conversión con relación a sí mismo, con relación a Dios y con relación a los demás. Junto a la purificación radical operada por el Bautismo o por el martirio, citan, como medio de obtener el perdón de los pecados, los esfuerzos realizados para reconciliarse con el prójimo, las lágrimas de penitencia, la preocupación por la salvación del prójimo, la intercesión de los santos y la práctica de la caridad "que cubre multitud de pecados" (1 Pedro, 4,8.).