EEUU y la lucha por la libertad: los hispanos serán decisivos

Van a contribuir sensacionalmente a hacer un país más dinámico y justo.

La historia de los Estados Unidos de América nunca ha sido monótona ni aburrida. Guerras, conflictos, tensiones, enfrentamientos… pero también esa sorprendente capacidad para superarse, para mejorar, para abrir nuevos escenarios y emprender nuevas empresas. Uno de los elementos clave para explicar ese dinamismo ha sido la llegada continuada de gentes procedentes de otros lugares y que encontraban en los Estados Unidos su nueva patria. Este proceso, una vez más, no ha estado exento de problemas, pero a través de estas tensiones creativas se ha ido conformando la personalidad única de este país también único.

Quienes llegaban a los Estados Unidos han estado siempre convencidos (una creencia fundada en la realidad) de que, a pesar de sus imperfecciones, eran un magnífico lugar para vivir, prosperar y dar una vida mejor a sus familias. Y así ha sido en la inmensa mayoría de las ocasiones. Pero esta actitud ha sufrido una gran erosión a lo largo de los últimos años a manos de la ideología de quienes consideran que fragmentar la nación en grupos identitarios y enfrentarlos entre sí es un eficaz mecanismo para conquistar el poder. Es la tóxica política de identidades, que corrompe la misma noción de una patria común.

Los ejemplos de cómo esta ideología mina desde la base el mismo proyecto de vida en común son tantos y tan notorios que no es necesario detenerse a repetirlos. Solamente un apunte: las minorías victimizadas que supuestamente deben exigir reparaciones a una sociedad culpable en su conjunto acaban, casi invariablemente, siendo condenadas a permanecer por siempre como víctimas eternas. Porque el negocio está precisamente en que las supuestas víctimas no dejen atrás nunca esa condición. Si esas víctimas dejan de serlo, ya no pueden ser utilizadas políticamente.

Llegados huyendo de unos políticos que no respetan la ley ni las libertades, de las situaciones de miseria que provocan con sus medidas o, sencillamente, buscando un lugar mejor para sus hijos, los hispanos son una parte cada vez más importante de los Estados Unidos y su aportación es cada vez más relevante.

Es lo que se observa en relación a los afroamericanos, uno de los grupos victimizados por excelencia, que mayoritariamente han quedado atrapados en esa categoría: receptores de ayudas que dañan la estabilidad familiar, convertidos en clientes premium de la industria del aborto (en Nueva York son abortados más niños negros de los que llegan a nacer) y supuestamente favorecidos por una discriminación positiva que es fuente de injusticias y se acaba volviendo contra ellos. Y todo a cambio de entregar sin rechistar su voto a quien se encarga de mantenerlos en esa condición, al Partido Demócrata, que los considera voto cautivo. No es de extrañar que quienes han roto la barrera que les encierra en esa categoría de víctimas (Clarence Thomas, Thomas Sowell, Candace Owens y muchos más) sean tachados, despectivamente, de "Tíos Tom” por una izquierda que no soporta la idea de perder el control sobre este grupo de americanos.

Pero si hay una minoría pujante en los Estados Unidos del siglo XXI, ésta es sin lugar a dudas la hispana. Presente en el país desde sus primeros pasos, las últimas décadas han asistido a un espectacular crecimiento de la misma. Llegados huyendo de unos políticos que no respetan la ley ni las libertades, de las situaciones de miseria que provocan con sus medidas o, sencillamente, buscando un lugar mejor para sus hijos, los hispanos son una parte cada vez más importante de los Estados Unidos y su aportación es cada vez más relevante, hasta el punto de que no es descabellado afirmar que el futuro del país dependerá en gran medida de estos americanos hispanos (un dato significativo: en 2004 los hispanos representaron el 8% de los votos; las estimaciones dicen que en 2050 serán el 29%).

Los planes de la izquierda estadounidense para ellos pasan por replicar el modelo afroamericano: victimización, resentimiento, políticas de identidad y voto cautivo. Para ello no dudan en desplegar su maquinaria ideológica (la Teoría Crítica de la Raza es uno de sus mecanismos preferidos), aunque todo parece indicar que no les va a ser nada fácil. El comportamiento electoral de los hispanos sugiere que no están muy dispuestos a dejarse engatusar por una izquierda que pretende enfrentarlos al resto de norteamericanos. El último ejemplo es el de la republicana Mayra Flores, quien el pasado 15 de junio ganó la elección especial para el Distrito 34 de Texas y se ha convertido así en la primera mujer nacida en México en conseguir un asiento en el Congreso de los Estados Unidos, haciendo cambiar de bando un escaño que históricamente ha estado en manos de los demócratas.

En cualquier caso, esa maquinaria ideológica izquierdista no tendría más que una influencia muy marginal si no fuera por sus poderosos apoyos mediáticos, convencidos de aquello de que una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad. Llegados a este punto, resulta evidente la importancia de la aparición de Voz Media, un medio que llegue a todos los hispanos, capaz de informarles con veracidad y de desmontar las mentiras de la izquierda; un medio que les anime a aportar lo mucho que se espera de ellos a los Estados Unidos en vez de encerrarse en un victimismo que a fin de cuentas genera odio contra el propio país. Los hispanos, decíamos antes, van a determinar el futuro de los Estados Unidos y, estamos convencidos, van a ser decisivos para salvaguardar la libertad y la unidad por encima de las diferentes identidades, haciendo de los USA un país más dinámico y justo. Voz Media aspira a poner su granito de arena en esta crucial empresa y, conociendo a algunos de los que lo están impulsando, estoy seguro de que será así.


Jorge Soley, autor de La historia de Estados Unidos como jamás te la habían contado.