El Departamento de Justicia acusa al rapero Pras de ser un agente encubierto de China

La Fiscalía apunta a que el artista cooperó con Pekín y con el multimillonario prófugo Jho Low para obtener información privilegiada de las Administraciones Obama y Trump.

El Departamento de Justicia acusó al rapero Pras Michel, exmiembro del grupo Fugees, de actuar como agente encubierto del régimen comunista de China y del multimillonario malasio Jho Low, quien está prófugo de la Justicia estadounidense, para obtener información confidencial. El juicio contra el artista ha durado tres semanas.

Pras se enfrenta a diez cargos penales, entre los que se encuentran el de conspiración, el de manipulación de testigos y el de no registrarse como agente de China. De salir culpable, podría enfrentarse a una condena de más de dos décadas de prisión. El rapero se ha declarado inocente. En el juicio testificaron personalidades como el actor Leonardo DiCaprio.

Según informa CNN, el rapero recibió durante años grandes cantidades de dinero procedente de Pekín y de Low. La Fiscalía apunta a que ese dinero le servía para obtener información privilegiada de las Administraciones de Obama y de Trump. Por ejemplo, en 2012 Low le dio 20 millones de dólares al rapero para que le ayudase a hacerse una foto con Obama. También dio 800.000 dólares al Obama Victory Fund a través de varios donantes.

De acuerdo con la acusación de la Fiscalía, años después Pras recibió un pago más de 100 millones de dólares para detener las investigaciones penales norteamericanas contra Low y para mediar por la liberación del disidente chino Guo Wengui. Al enterarse de que la Justicia estaba investigándole, el rapero decidió enviar cartas a aquellos a los que en un momento pagó para que les devolviese el dinero. En caso de que los donantes se negasen les amenazaba con emprender acciones legales contra ellos.

Durante el juicio, Pras negó que el dinero que recibiese del extranjero fuese para recabar información de las administraciones de Obama y de Trump. Declaró que era él mismo el que decidía qué hacer con esas cantidades, sin recibir instrucciones. Su abogado, David Kenner, concluyó su alegato señalando que no había pruebas que incriminasen a su cliente. También argumentó que "ganar dinero no es un delito".