Los informes de Inteligencia de Estados Unidos han identificado al científico Ben Hu, del Instituto de Virología de Wuhan, como uno de los tres investigadores que enfermaron en noviembre de 2019 y que padecían síntomas compatibles con el covid-19. El proyecto en el que trabajaba Ben Hu y otros dos compañeros sobre cómo los coronavirus infectan a los seres humanos estaba financiado por Estados Unidos. Ninguno de los tres murió. Más de tres años después del inicio de la pandemia, y con casi siete millones de muertes en todo el mundo, los orígenes del virus siguen siendo objeto de debate, con implicaciones para las relaciones entre Estados Unidos y China, la bioseguridad mundial y las prácticas internacionales de investigación.
La identidad y el papel de los investigadores es uno de los datos que han citado los defensores de la tesis de que la pandemia se originó por una fuga de laboratorio, aunque la naturaleza de su enfermedad no se ha establecido de forma concluyente.
Las agencias de Inteligencia dudan
La comunidad internacional sigue dividida sobre los orígenes de esta terrible pandemia. Por una parte, los que piensan el virus surgió de una fuga en un laboratorio y, por otra, los que piensan que se transmitió a los humanos a partir de un animal infectado, como cree la comunidad de Inteligencia estadounidense. La Oficina Federal de Investigación ha considerado, con un nivel de confianza moderado, que una fuga de laboratorio fue el origen más probable del virus, y el Departamento de Energía llegó a una conclusión similar, con un nivel de confianza bajo. Otras cuatro agencias de inteligencia estadounidenses valoran con confianza baja que el virus surgió de forma natural, mientras que la Agencia Central de Inteligencia se ha mostrado agnóstica.
