Tres datos clave en la defensa del porte de armas

Endurecer las leyes no se traduce en disminución de las tasas de criminalidad.

Cada que ocurre una nueva masacre en Estados Unidos se aviva el debate sobre el porte de armas. Muchas opiniones provienen de la buena intención, pero es fundamental conocer las cifras sobre violencia armada si se quiere sacar adelante legislaciones sobre el porte de armas que de verdad conduzcan a la disminución el crimen. De lo contrario, lo que se logra es impulsar medidas ineficaces y que en algunos casos incluso pueden empeorar la situación. Hay por lo menos tres asuntos de vital importancia para considerar respecto del porte de armas.

1- Mayor cantidad de armas no significa más violencia

El primer asunto que se debe tener en cuenta al abordar el tema del porte de armas de fuego es que tasas altas de posesión de armas no están asociadas a tasas más altas de delitos violentos. Lugares como Canadá, Suiza o Israel tienen tasas de posesión de armas mucho más altas que las de Estados Unidos, sin embargo, las tasas de homicidios y delitos cometidos con arma de fuego en esos países son más bajas que las que soportan los americanos y que las que tienen muchos otros países con políticas bastante restrictivas respecto al porte de armas.

Los datos no demuestran que entre más armas hay en una sociedad, ocurran más muertes asociadas, y esto no solo se puede ver entre países, sino también comparando los diferentes estados en Estados Unidos. Hay estados en los que hay mucha libertad para tener armas y sus niveles de violencia son muy bajos, como es el caso de New Hampshire y Maine. También ocurre que la tasa de posesión de armas es más alta en las zonas rurales que en las urbanas, pero las tasas de crimen son más altas en las zonas urbanas.

2- Leyes más estrictas de porte de armas no significan menores tasas de criminalidad

Países como México o Brasil tienen estrictas reglas de porte de armas y aún así sus tasas de criminalidad están entre las más altas del mundo y son, por supuesto, mucho más altas que las reportadas en Estados Unidos. De hecho, el Centro de Investigación para la Prevención del Crimen señala que según los datos, los países con altas tasas de posesión de armas tienden a tener tasas de homicidio más bajas, pero advierte que esta no es una relación de causalidad, ya que otros factores influyen en las bajas tasas de homicidio.

También hay que resaltar que es difícil comparar entre países porque la forma de medir los homicidios y el crimen en general puede variar, sin embargo, si otra vez hacemos la comparación entre los diferentes estados de Estados Unidos, la conclusión es la misma, endurecer las leyes de porte de armas no se traduce en disminución de las tasas de criminalidad. Maryland, Illinois y Delaware son estados supremamente restrictivos con el porte de armas, aún así, sus tasas de homicidios están entre las más altas de todo el país.

3- En cientos de miles de casos las armas son usadas para defensa propia o para salvar a otros

El asunto de la posesión de armas de fuego es uno de esos temas en los que solo se suele ver la parte negativa y se ignoran todos los efectos positivos. La gente recuerda cada masacre, cada tiroteo y ve a diario las cifras de crimen, pero muy poco se habla de los casos en los que las personas logran salvar sus vidas, o detener a un atacante, gracias a que llevaban consigo un arma de fuego. En 2013, en un informe ordenado por Barack Obama, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades encontraron que las armas de fuego se usan de manera defensiva cientos de miles de veces cada año.

De hecho el informe afirma que: “Casi todas las estimaciones de las encuestas nacionales indican que los usos defensivos de armas por parte de víctimas son al menos tan comunes como los usos ofensivos por parte de los delincuentes, con estimaciones de usos anuales que van desde alrededor de 500.000 a más de 3 millones por año".

También, los CDC reconocen que la autodefensa puede ser un importante elemento disuasorio contra el crimen. Desde luego que no es lo mismo intentar cometer un delito en una población que se sabe que está armada, que hacerlo en un lugar donde el porte de armas está duramente restringido. En otro aspecto importante, los CDC también señalan que las víctimas que se defendieron con arma de fuego tienen tasas de lesiones consistentemente más bajas que quienes se defendieron de otras maneras.

Estos son solo algunos de los aspectos más importantes a tener en cuenta sobre el porte de armas, la aproximación más básica y común al respecto es señalar la facilidad para obtener un arma como la principal razón del crimen pero, como hemos detallado, los hechos no muestran que endurecer los requerimientos para el porte de armas conduzca a una reducción del crimen. Mientras tanto, ese tipo de leyes, que hacen más difícil para los ciudadanos de bien obtener armas, posiblemente despojen de la capacidad de defenderse a aquellos que sí siguen la ley; la mayoría de los delitos relacionados con armas de fuego se cometen con arma obtenida de manera ilegal.

Finalmente, el problema de fondo no son las armas, sino las personas que las poseen. El problema es el uso que se hace de ellas. Por ejemplo, cada año mueren más personas apuñaladas que asesinadas con rifles, y a nadie se le ocurre una ley para prohibir los cuchillos. Las políticas enfocadas a reducir el crimen deberían considerar con extremo cuidado los datos presentados acá, pero fundamentalmente enfocarse en los problemas de salud mental y prevención del crimen en personas con antecedentes. Según los estudios, casi todos los tiradores masivos tienen antecedentes de problemas de salud mental.

El tema del crimen y los homicidios debe ser abordado con la mayor seriedad posible, eso implica dejar de lado pasiones, para analizar los datos y ejecutar medidas que efectivamente salven vidas. Lastimosamente, muchos políticos prefieren no abordar el tema con sinceridad y deciden quedarse del lado de lo políticamente correcto en vez de impulsar medidas realmente efectivas.