Se ha acusado a Carlson de traidor y hasta se pidió que no pueda ingresar a la Unión Europea o incluso a los EE. UU., su propio país.

La expectativa por la entrevista de Tucker Carlson a Vladimir Putin ha levantado tantas ampollas que resulta muy ilustrativa para la deriva contra la libertad de prensa en las sociedades en las que creíamos que este derecho estaba más protegido. Se ha acusado a Carlson de traidor y hasta se pidió que no pueda ingresar a la Unión Europea o incluso a los EE. UU., su propio país. Estas desmesuradas reacciones plantean el estado actual de la prensa libre, y de la libertad de expresión en última instancia, un valor fundacional que está cada día más amenazado dentro de su hábitat natural: las democracias liberales.

Carlson a su vez es un avezado polemista, viendo como ponía los pelos de punta a diestra  y siniestra, confirmó los rumores con un vídeo en X titulado "Por qué estoy entrevistando a Vladimir Putin" que tiene decenas de millones de visitas, confirmando que viajó subrepticiamente a Moscú para entrevistar al mandatario ruso, en lo que sería el primer mano a mano que concede a un periodista estadounidense desde que invadió Ucrania.

El Kremlin contradijo recientemente la afirmación de que Carlson era el único periodista occidental que había pedido una entrevista desde la invasión "Recibimos muchas solicitudes de entrevistas con el presidente", dijo el portavoz del gobierno Dmitry Peskov cuando se le preguntó si Carlson fue la única persona que pidió sentarse con Putin. Asimismo, tanto Christiane Amanpour de CNN como Steve Rosenberg de la BBC refutaron la afirmación de que el ex Foxnews era el único que pidió una entrevista al líder ruso. Sin embargo Peskov señaló que Putin había accedido porque la información de Carlson era diferente de la información unilateral de los otros medios de comunicación occidentales. Según Peskov el periodista: "No es en modo alguno prorruso, no es proucraniano, es proestadounidense, pero al menos contrasta con la posición de los medios de comunicación anglosajones tradicionales". Aparentemente Carlson lleva mucho tiempo detrás de esta entrevista. Según la información que él mismo dejó trascender, las veces que intentó entrevistar a Putin fue boicoteado por los servicios de inteligencia de Estados Unidos y recibió amenazas tanto él como personas cercanas y familiares. Carlson asegura que sus teléfonos fueron intervenidos y sus mensajes filtrados a la prensa.

Una sonora y delirante polémica se desató en la Unión Europea a raíz de la entrevista. El eurodiputado belga Guy Verhofstadt calificó a Carlson de “estar jugando a favor de Vladimir Putin" y agregó “Tucker Carlson ciertamente está en camino de ser etiquetado como propagandista del régimen ruso. Si permite la desinformación para Putin, la UE debería considerar una prohibición de viajar”. Además sostuvo que es “lógico” que el Servicio Europeo de Acción Exterior examine el caso, en referencia a la agencia europea que tiene a cargo imponer sanciones a quienes colaboren con el Kremlin que van desde multas, embargos de bienes, hasta la prohibición de ingresar a cualquiera de los 27 países miembros. El eurodiputado no está solo, el exeurodiputado Luis Garicano dijo a Newsweek que estaba de acuerdo con la postura de Verhofstadt. "Ya no es un periodista, sino un propagandista del régimen más atroz en suelo europeo y el que es más peligroso para nuestra paz y seguridad".

En el Washington Post, Erik Wemple, llamó a Carlson un "apologista de Putin", mientras que Alex Wagner de MSNBC se refirió a él como un propagandista de Rusia. La Casa Blanca parece haber dado su punto de vista a través del portavoz del Consejo de Seguridad Nacional John Kirby, que manifestó que "No creo que necesitemos otra entrevista con Vladimir Putin para comprender su brutalidad" y que no se le debería dar otro portavoz para justificar su guerra en Ucrania, "Debería ser muy obvio para todos lo que el señor Putin ha hecho en Ucrania, y las razones completamente falsas y ridículas por las que intentó justificarlo". Bill Kristol, exjefe de Gabinete del vicepresidente de Estados Unidos, sostuvo que "Quizás necesitemos un cierre total y completo del reingreso de Tucker Carlson a los Estados Unidos hasta que los representantes de nuestro país puedan descubrir qué está pasando". Adam Kinzinger, ex representante republicano afirmó que Carlson era un “traidor” por visitar Moscú.

A pesar de todo, Carlson estrenará la entrevista en su cuenta de X este jueves, como hizo con otras entrevistas a Javier Milei, Viktor Orbán o Donald Trump. En su video promocional sostuvo que “No estamos aquí porque amemos a Vladimir Putin. Nadie les pide que estén de acuerdo con lo que Putin pueda decir en esta entrevista, pero les instamos a que la vean. Deben saber todo lo que puedan”. "Los estadounidenses tienen derecho a saber todo lo que puedan sobre una guerra en la que están implicados y nosotros tenemos derecho a contárselo", dijo Carlson  que añadió que también había solicitado una entrevista con el presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky.

Resulta llamativo que políticos y medios de comunicación se irriten tanto ante una entrevista. Las páginas más importantes del periodismo político se nutren de reportajes a las personas más abyectas, su valor reside en la posibilidad de conocer cómo piensan esos personajes y en qué factores reside su poder. Esta máxima del periodismo se refleja en cientos de ejemplos: en 1997 CNN entrevistó a Osama Bin Laden y en 2003 CBS entrevistó a Saddam Hussein. En 2015 Reuters entrevistó al dictador chino Xi Jinping y en 2019 la BBC entrevistó al tirano Nicolás Maduro. En octubre de 2023 The Economist entrevistó a Moussa Abu Marzouk de Hamás y la genial Oriana Fallaci entrevistó al dictador argentino Leopoldo Galtieri, a Muamar el Gadafi o al Ayatolá Jomeini a quien le dijo tirano mientras se quitaba el chador.

Putin mismo ha sido entrevistado por muchos periodistas americanos y europeos, previo a la guerra contra Ucrania pero siendo claramente un autócrata, y hasta publicó artículos de opinión de su puño y letra en el New York Times. Claro que la libertad de expresión y prensa como derechos contrasta con las restricciones impuestas en Rusia a los periodistas nacionales y extranjeros. Particularmente se debe alzar la voz por el periodista del Wall Street Journal Evan Gershkovich y la periodista Alsu Kurmasheva de Radio Free Europe que siguen encarcelados en Rusia. Carlson entrevista a Putin en pleno ataque de su gestión a la prensa libre con casos de periodistas rusos asesinados y exiliados.

Desde que Putin ordenó la invasión a Ucrania en 2022 muchos medios occidentales han abandonado Moscú o han cerrado sus redacciones debido a la ampliación del control sobre lo que se publica y a las draconianas leyes sobre la prensa. Pero en las sociedades libres, justamente las que no le gustan a Putin, las personas tienen derecho a investigar y publicar cualquier punto de vista e información que quieran, se trata de un beneficio para todos los ciudadanos libres que existan diversos puntos de vista. Cuantas más voces mejor, aun aquellas que resulten chocantes u disidentes, como podría ser la de Tucker Carlson.

Preguntar lo que opinan las figuras poderosas siempre es de interés, mucho más si se trata de personajes que están dominando la escena política y militar actualmente. Es francamente autoritario cercenar la labor periodística o decir qué cosa es periodismo y cuál no, se trata de una variante nefasta de la cultura de la cancelación. Y es delirante pretender excluir a un periodista de un país o de una región por sus opiniones o por hacer su trabajo de la manera que él considere. Nunca un Estado ni un supraestado deben tener la potestad de determinar qué cosa pueden los ciudadanos preguntar, escuchar o investigar, si se ingresa en esa deriva no existirá diferencia con la Rusia de Putin, la Venezuela de Maduro o la China de Xi. En una sociedad libre todas las voces deben ser bienvenidas a hablar. Lo demás es dictadura.