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¿Por qué dicen "crisis climática" cuando quieren decir "cambio climático"?

La nueva semántica impulsada por activistas ecologistas, políticos y medios busca crear una sensación de urgencia y tragedia a través del lenguaje.

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Tras años hablando de "cambio climático" y "calentamiento global", la consigna ahora es referirse a los fenómenos atmosféricos más llamativos como "crisis climática". Un cambio nada inocente. En realidad, se trata de la pugna entre el periodismo informativo y el periodismo activista.

La expresión crisis climática es una creación interesada de activistas medioambientales aplaudida y respaldada por políticos y medios de comunicación afines o que han hecho del mensaje ecológico su leit motiv. El objetivo último es introducir un elemento de angustia, inmediatez o desastre en el discurso.

El "cambio climático" de París

Si observamos los eventos sobre el cambio climático celebrados en los últimos lustros, podemos ver la evolución. En 2012, en la histórica Cumbre de París, en la que se llegó al compromiso de limitar los gases de efecto invernadero, seguía utilizándose "cambio climático". Cuatro años después, también en la capital francesa, se firmaron los Acuerdos de París, en los que se llamaba a un mayor compromiso y mayores esfuerzos ante la situación del planeta. "Cambio climático" era, de nuevo, el término empleado en las conclusiones.

Una vez finalizada la cumbre, un grupo de 20 científicos australianos publicó una carta abierta llamando a la acción frente a la "emergencia climática". En ella se invitó a Gobiernos nacionales, locales, etc. a emitir "declaraciones de emergencia climática". Esta iniciativa tuvo un gran éxito. Como se puede ver en la web climaticemergencydeclaration.org, 2.278 jurisdicciones cuentan con una declaración de emergencia climática. Entre ellas, 18 son países, sin contar que la propia Unión Europea proclamó la suya. En la misma página puede verse detalladamente quiénes se han sumado a la iniciativa.

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'The Guardian' oficializa la "crisis climática"

El primer medio en hacer oficial el cambio fue The Guardian. El rotativo británico publicó el 17 de mayo de 2019 "Why the Guardian is changing the language it uses about the environment" ("Por qué The Guardian está cambiando el lenguaje que usa para hablar del medio ambiente"). En él, la directora, Katharine Viner, destacaba:

Queremos asegurarnos de que somos científicamente precisos, a la vez que nos comunicamos con claridad con los lectores sobre este tema tan importante.  La expresión cambio climático, por ejemplo, suena más bien pasiva y suave, cuando de lo que hablan los científicos es de una catástrofe para la humanidad.

Viner insistía en justificar la necesidad del cambio aduciendo:

Cada vez más, los científicos del clima y las distintas organizaciones, desde la ONU hasta la Oficina Meteorológica, están cambiando su terminología y utilizando un lenguaje más fuerte para describir la situación en la que nos encontramos.

"Amenaza existencial directa"

La responsable de The Guardian señalaba a personalidades como Antonio Guterres, secretario general de la ONU, o al profesor Hans Joachim Schellnhuber, exasesor de Angela Merkel y el Papa Francisco, entre otros, como adalides del concepto crisis climática. Guterres, de hecho, fue uno de los primeros en utilizarlo, en septiembre de 2018, para indicar que "nos enfrentamos a una amenaza existencial directa".

La importancia del cambio queda reflejada en el artículo "Is climate change actually a 'climate crisis'? Some think so" ("¿Es el cambio climático realmente una crisis climática? Algunos creen que sí"), de Larry Labby, para Canadian Broadcasting Corporation, (CBC), la televisión pública canadiense:

¿Qué hay en una palabra? ¿O en una frase? Mucho. Si echas un vistazo a tus redes sociales o a tus noticias, verás que las palabras son importantes. Pueden afectar a nuestras acciones y a cómo nos sentimos. 

Palabras para transformar el mundo

Una idea en la que abunda el experto en estudios culturales de la Universidad de Calgary Jan Suselbeck. "El lenguaje influye en cómo nos sentimos, así que si cambiamos los términos que usamos sobre ciertas cosas, esto hace que una emoción aparezca o desaparezca. Por eso el lenguaje es importante", señaló. Además incidió en "el poder de la repetición", porque hace que la gente se fije en lo que se repite, "y esto cambia la percepción pública de lo que realmente importa o no".

Labby recogía la opinión de Sean Holman, profesor de Periodismo en Calgary, sobre el cambio anunciado por The Guardian:

Sabemos que el cambio climático, la crisis climática, está causando buena parte de lo que estamos viendo ahora, y tenemos que ser más claros con nuestro público al respecto, porque, realmente, nadie más lo hará.

El "tufillo defensivo" de "crisis climática"

En este mismo artículo, la explicación del director de normas periodísticas de la cadena canadiense, Paul Hambleton, era clarificadora:

'Crisis climática' y 'emergencia climática' son expresiones que desprenden un tufillo defensivo. En cierto modo implican, ya sabes, algo más serio, mientras que 'cambio climático' y 'calentamiento global' son términos más neutros.

La decisión de CBC fue finalmente salomónica. Pidió prudencia al usar "crisis climática" o "emergencia", pero no prohibió que sus periodistas recurrieran a ellas.

La difícil objetividad climática

El también canadiense National Observer insiste en la importancia de cómo se comunica. En "Climate change or climate crisis? It’s all in the framing" ("¿Cambio climático o crisis climática? Todo depende del marco"), Geo Takach reflexiona sobre la neutralidad en el periodismo a raíz de este asunto.

Takach admitía que es realmente difícil mantener la objetividad al informar en el caso que nos ocupa. Incluso aportaba un elemento más al debate: la posibilidad de que el uso de un tono neutro favorezca que todo siga igual. Es decir, sería, en cierto modo, una toma de partido a favor del capitalismo y los intereses empresariales frente a la preservación y cuidado del planeta.

Un término que no termina de cuajar

Este periodista buscó la frecuencia con que se utilizaba "crisis climática" en su medio. "Una búsqueda en el sitio web del National Observer revela 256 apariciones de (...) en sus casi cinco años, con cerca de la mitad de ellas en los últimos seis meses. El Globe and Mail tardó 18 años en registrar 322 apariciones de este tipo, aproximadamente la mitad en los dos últimos años, e incluso entonces, muchas en artículos de opinión o citas de fuentes". Es decir, el término no termina de cuajar.

Además, frente a los defensores de la reiteración para concienciar, Takach alerta del riesgo de conseguir el efecto contrario:

El peligro de que un término como crisis se convierta en un lugar común es (...) que pierda su poder de inspirar pensamiento, preocupación y acción.

"Negacionistas"

Mención aparte merece el trato que se da a quienes no comulgan con los nuevos postulados climáticos. El aumento del activismo en el lenguaje, -y en los medios- en lo referente al medio ambiente ha llevado a que se hable de "negacionistas" en lugar de "escépticos" o "críticos". Algo que aparece reflejado en el libro de estilo de The Guardian y que BBC ha llevado a un nivel más allá: "No necesitas un negacionista para equilibrar el debate".

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