El Gobierno de Nueva Zelanda no ve "pruebas suficientes" que respalden el uso de los bloqueadores de pubertad
Un informe elaborado por el Gobierno emite nuevas recomendaciones a los profesionales de la salud que llamar a reducir el uso de los tratamientos hormonales en menores de edad con disforia de género.
El Ministerio de Sanidad de Nueva Zelanda presentó esta semana una informe en el que pone en duda el uso de los bloqueadores de la pubertad. El texto del Gobierno recomienda un uso más prudente de estos fármacos a la hora de aplicarlos.
El reporte que maneja el ministerio asegura que el uso actual de los bloqueadores de la pubertad tiene un débil respaldo científico en cuanto a su eficacia y a su uso seguro.
Si bien no proscriben su uso, como hizo Reino Unido este año, las instituciones médicas del país polinésico sí que tendrán una serie de nuevas recomendaciones para reducir la prescripción de los fármacos incluidos en el informe del ministerio.
En Nueva Zelanda, los bloqueadores de la pubertad pueden recetarse para frenar los cambios físicos del desarrollo natural en jóvenes con disforia de género. Sus defensores afirman que esto puede proporcionar tiempo para explorar la identidad de género y mejorar potencialmente el bienestar mental.
En cambio, aquellos en contra aseguran que sus efectos en el cuerpo humano son adversos y que los beneficios declarados por los defensores de su uso no están probados de ninguna manera.
En Europa, una serie de países dejó de usarlos después de que los últimos informes e investigaciones apuntaran a estos efectos nocivos y a una falta de base científica que respaldara su uso. En la vanguardia de estos gobiernos destacaron los países nórdicos, que en su día fueron pioneros en el uso de hormonas para tratar la disforia de género.
Falta de pruebas
"Estos controles más estrictos reflejan un nivel de preocupación tanto aquí como en el extranjero por el creciente uso de estos medicamentos para el tratamiento de problemas de identidad de género sin pruebas suficientes que respalden su seguridad y eficacia tanto ahora como a largo plazo", aseguro el comunicado de las autoridades neozelandesas.
De acuerdo con las cifras del Gobierno neozelandés, consultadas por el Epoch Times, unas 25 personas de 11 a 17 años buscaron bloqueadores de la pubertad en 2010. En 2021, esa cifra había aumentado a 140, y se situaba en 113 en 2023.
Para elaborar su informe, el Ministerio de Sanidad revisó 4.000 estudios internacionales acerca del uso de los bloqueadores de pubertad. Una de las principales conclusiones fue que los pacientes que habían tomado bloqueantes de la pubertad presentaban una densidad ósea inferior a la esperada en comparación con otros jóvenes en la misma fase de desarrollo.
Otra consecuencia grave en el uso fue que no había pruebas de que la medicación, conocida como análogos de la GnRH, tuviera efectos significativos sobre la función renal o hepática o la fertilidad.