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Una investigadora mantuvo en secreto un estudio sobre bloqueadores de pubertad que muestra no mejoran la salud mental de los menores

La revelación de la doctora Johanna Olson-Kennedy se produce cuando cada vez más médicos, investigadores y pacientes arrepentidos advierten sobre la falta de datos y los perjuicios de este tipo de tratamientos.

Imagen: Manifestantes con pancartas pidiendo la protección de los 'derechos' de los niños transgénero durante una protesta de Black Trans Lives Matter en Parliament Square, Londres, tras una serie de protestas de Black Lives Matter en todo el Reino Unido.

Manifestantes levantan pancartas pro-transCordon Press

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Una integrante de un grupo de investigación financiado con dinero de los contribuyentes admitió públicamente que los resultados de un macroestudio sobre tratamientos médicos hormonales se mantuvieron en secreto para no perjudicar la causa trans.

En 2015, los investigadores comenzaron a dar bloqueadores de pubertad a 95 niños, que promediaban los 11 años de edad. La hipótesis era que frenar los cambios biológicos de la pubertad ayudaría a mejorar su salud mental de los menores, al reducir la "angustia" producida por la disforia de género. Terminado el plazo establecido de dos años, sin embargo, los resultados no fueron los esperados: la intervención médica no mejoró la salud mental de los pacientes.

Así lo admitió la doctora Johanna Olson-Kennedy, defensora vocal de los bloqueadores y miembro del equipo detrás del estudio, en una entrevista a The New York Times. Los datos se mantuvieron en secreto, detalló, porque no quería que se "instrumentalizaran" políticamente. Reconoció explícitamente que temía que se usasen para argumentar que los adolescentes no deberían ser tratados con aquellas drogas porque "no producen cambios [psíquicos]".

No todos los investigadores estaban de acuerdo con ocultar los datos: la psicóloga Amy Tishelman dijo al periódico que entendía los temores de su colega pero que era “es muy importante difundir la ciencia”. Siete años después, los resultados siguen sin darse a conocer.

Dinero de todos, decisión de unos pocos

La decisión despertó una oleada de críticas. Aún más porque el proyecto fue beneficiado con dólares del bolsillo de los contribuyentes. Según el Times, es parte de un proyecto que recibió 9,7 millones de dólares en ayudas públicas. 

La investigación fue financiada por los Institutos Nacionales de Salud (NIH). Un portavoz de la organización pública dijo al periódico que son los investigadores quienes deciden cuándo y cómo publicar sus estudios.

Falta de evidencia

A pesar de reconocer que su investigación indica que los bloqueadores no producen mejoras en la salud mental de los menores, Olson-Kennedy aseguró que su experiencia personal con pacientes indica lo contrario.

En los últimos meses, a lo largo de todo el país han surgido cada vez más testimonios de investigadores, asociaciones de médicos y expacientes arrepentidos de su transición (conocidos como detransitioners) que advierten sobre la falta o manipulación de datos sobre las intervenciones médicas trans.

En Reino Unido, un estudio conocido como el Informe Cass llevó a que el Gobierno británico prohibiera este tipo de tratamientos. Aquel, presentado por la doctora Hilary Cass, concluyó que no existía una “base de evidencia fiable” que indicase que sustentase los procedimientos transgénero. 

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