Casi 50 años de impunidad con 30.000 contagiados de VIH y Hepatitis C: lo que hay que saber sobre el escándalo de la sangre infectada en el Reino Unido
El caso se remonta a las décadas de 1970 y 1980, cuando algunas empresas farmacéuticas habrían comercializado un tratamiento para la hemofilia, a sabiendas de que podía llegar a ser peligroso.
A mediados de mayo, una investigación pública echará luz sobre lo que la BBC definió como "el mayor desastre de tratamiento en la historia del Servicio Nacional de Salud (NHS)" del Reino Unido. En este caso, se trata de un famoso incidente médico que se remonta a las décadas de 1970 y 1980, el cual dejó un saldo de miles de muertos y decenas de miles de infectados con VIH y hepatitis C, en lo que popularmente se conoce como el 'escándalo de la sangre infectada'.
La investigación pública e independiente sobre lo sucedido comenzó en julio del 2018 y de la mano de Infected Bloody Inquiry, presidida por Sir Brian Langstaff, quien ha contado con el apoyo de abogados, funcionarios públicos e investigadores para dar una respuesta sobre el caso.
Desde entonces, y de acuerdo con el propio sitio web de la investigación, se examinaron millones de documentos y se escucharon testimonios de decenas de testigos, proceso que culminará el próximo 20 de mayo, cuando se espera que se publique el informe final.
¿De qué se trata el caso de la sangre infectada en el Reino Unido?
El escándalo farmacéutico se remonta a mediados de la década de 1970, cuando el Reino Unido comenzó a tener problemas para satisfacer la demanda de tratamientos para personas cuya sangre no se coagula adecuadamente (como la hemofilia), por lo que decidió importar suministros desde los Estados Unidos. Por ejemplo, aquellos con hemofilia de tipo A tienen escasez de un agente de coagulación conocido como factor VIII, mientras que aquellos con hemofilia B, no tienen suficiente factor IX.
En aquella época se había desarrollado un nuevo tipo de factor VIII, gracias a la combinación del plasma de decenas de miles de donantes. Precisamente aquí es donde comenzó el problema. Resulta que buena parte de los donantes era de alto riesgo, como reclusos y consumidores de drogas y otras sustancias, lo que aumentó la chance de contaminar todo. Con que una de las personas que donó su sangre estuviera contaminada con alguna enfermada, todo el lote lo estaría.
La mezcla produjo lotes enteros de productos para reemplazar el Factor VIII y IX contaminados con virus mortales, como la Hepatitis C y el VIH.
Como resultado, si bien el número total de infectados no se sabe a ciencia cierta, debido en parte a que los síntomas estas enfermedades pueden tardar años en aparecer, se estima que un aproximado de 30.000 personas fueron alcanzadas por estos lotes contaminados. A su vez, unas 2.900 personas ya habrían perdido la vida como consecuencia.
Los sobrevivientes y sus familias han estado buscando justicia desde entonces, por lo que la investigación que dirige Langstaff podría ser fundamental para ellos.
El rol de las farmacéuticas
Según informó The Telegraph, el informe final del próximo 20 de mayo revelaría que las farmacéuticas sabían que los lotes para combatir la hemofilia estaban contaminados con enfermedades letales. En ese entonces, el Gobierno británico insistía en que no había "pruebas concluyentes" de que el VIH pudiera transmitirse por la sangre.
"En diciembre de 1982, los laboratorios Cutter de Bayer descubrieron que los chimpancés habían desarrollado síntomas similares al SIDA después de haber sido tratados también con factor VIII, según una nota interna. Sin embargo, la empresa no advirtió a los pacientes sobre los riesgos potenciales. Cuando los peligros se hicieron evidentes, Bayer siguió vendiendo el Factor VIII. Habiendo creado una versión más segura, tratada térmicamente y sin virus en febrero de 1984, Bayer continuó vendiendo el Factor VIII contaminado con VIH y hepatitis C hasta agosto de 1985. El Reino Unido siguió recetando la peligrosa versión del Factor VIII hasta finales de 1985 y nunca la retiró de los hospitales", señalaron desde el citado medio.
Armor Pharmaceuticals, propiedad de Revlon Healthcare, suprimió también pruebas en las que se había descubierto presencia del VIH en su versión segura del Factor VIII. En aquel entonces, la empresa decidió que el problema estaba en el marketing y ocultó un problema que potencialmente les podría haber costado millones de dólares.
"La gente se infectó mediante la venta deliberada de un producto que se sabía que estaba infectado"
El Dr. Peter Jones, director del Centro de Hemofilia de Newcastle, le advirtió a Armor que cuatro pacientes habían dado positivo de VIH después de utilizar el tratamiento. Aun así, la compañía demoró otros siete meses en advertir al Departamento de Salud que efectivamente habían lanzado lotes infectados.
"Vemos exactamente la misma actitud de Armor aquí que durante todo el período en el que las personas están infectadas. Está claro que la principal preocupación de Armor es la participación de mercado y las ganancias, no la seguridad del paciente", expresó Jason Evans, director de Factor 8, una organización local dedicada a exponer los hechos del caso.
"La gente se infectó mediante la venta deliberada de un producto que se sabía que estaba infectado. Si eso no es un delito, realmente no sé qué lo es”, añadió en diálogo con The Telegraph.
Christopher Bishop, exdirector de marketing de Armor en el Reino Unido, fue uno de los pocos farmacéuticos en testificar ante el Infected Blood Inquiry. Dijo que la demora en alertar a las autoridades tuvo que ver con que no querían que los pacientes entren en pánico.
“Estaba al tanto del estudio Prince. La preocupación era que esto estaba asustando a los pacientes sin que todos los datos estuvieran disponibles. (…) Hasta que hubiera más información disponible y demostrada, todavía confiábamos en que nuestro producto era seguro", declaró.
En cuanto a Bayer, un portavoz dijo estar cooperando con la investigación y que darían más detalles una vez se haya publicado el informe final. "Bayer lamenta mucho que se haya producido esta trágica situación y que las terapias desarrolladas por las empresas del Grupo Bayer y prescritas por los médicos para salvar y mejorar vidas, de hecho, terminaran causando tanto sufrimiento a tantas personas", indicó.
¿Qué pasó con las víctimas?
Desde el inicio de la investigación, las víctimas han sido compensadas por el Gobierno, pero no han llegado a un acuerdo final sobre las compensaciones a pagar, por lo que se espera la llegada del informe final. El escrito estaba inicialmente pautado para publicarse en 2023, pero Lagstaff dijo que necesitaban más tiempo para elaborar "un informe de esta gravedad".
A finales de 2022, de acuerdo con el consejo de la investigación en curso, comenzaron los pagos provisionales de 100.000 libras esterlinas para cada uno de los 4.000 sobrevivientes y algunas de las parejas de los difuntos.