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Yazidíes, la minoría perseguida en Medio Oriente que a pocos importa

Han sido objeto de masacres, violaciones y limpieza étnica por parte de islamistas a lo largo de su historia y las persecuciones siguen hasta hoy, pero nunca han recibido el apoyo de los progresistas propalestinos.

Manifestación yazidí frente a la Casa Blanca en 2019 (Wikimedia Commons)

Manifestación yazidí frente a la Casa Blanca en 2019 (Wikimedia Commons)

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Los yazidíes son seguidores de una religión de Medio Oriente, que según ellos es aún más antigua que el judaísmo, cuyas raíces se remontan a siglos antes de la era cristiana en la antigua Persia y se asemeja a la fe zoroastra. Los yazidíes han absorbido diversas tradiciones del islam sufí y de otras culturas de Mesopotamia.

Al igual que los musulmanes, los yazidíes rezan cinco veces al día. Además, tal como los zoroastrianos, mantienen la pureza de los cuatro elementos (tierra, agua, aire y fuego). Los miembros de esta comunidad creen que Dios se manifiesta en el cuerpo humano y también en la reencarnación.

A lo largo de la historia, sus vecinos musulmanes han visto a los yazidíes como "adoradores del Diablo", por lo que han tenido que vivir constantemente huyendo, y en los últimos años se han establecido entre la región autónoma del Kurdistán y las montañas de Sinyar y de Shekhan, ambas en la provincia iraquí de Nínive.

La comunidad yazidí en Irak cuenta con alrededor de medio millón de miembros, que representan menos del 2% de la población iraquí, compuesta por más de 40,000,000 de habitantes. Otras grandes comunidades viven en el exilio en Siria, Armenia y Alemania.

La periodista Ethel Bonet señala en su libro Genocidio del pueblo yazidí que el santuario de Adi ibn Musafir al-Hakkari -también conocido como la Meca de los yazidíes-, del siglo XII, ha servido de refugio de todos los miembros de esta comunidad que han sido víctimas de hostigamiento y persecución por parte de los otomanos, del extinto expresidente Sadam Husein, de grupos fundamentalistas suníes y de organizaciones terroristas como Al Qaeda y más recientemente el Estado Islámico. Este templo fue fundado por Adi ibn Musafir, a quien el yazidismo considera un avatar de Melek Taus, el Ángel Pavo Real, que es la deidad central en su fe.

Los yazidíes consideran a Malak Taus como el álter ego de Dios, inseparable de él, por lo tanto el yazidismo es monoteísta.

Bonet afirma en su libro que después de su muerte, el jeque Adi fue enterrado en Lalish, donde se levantó el santuario más sagrado de los yazidíes, el cual es visitado por peregrinos de Irak y otras partes del mundo.

Bonet indica en su libro que “étnicamente, se asocia a la minoría yazidí con los kurdos, ya que los yazidíes hablan el dialecto kurmanji, uno de los más extendidos entre la población kurda del norte de Irak y del norte de Siria”, por lo que “se consideran a sí mismos como los kurdos puros, mientras que el resto sucumbió a la conversión al islam con las campañas de islamización a partir del siglo VII”.

Según algunos estudios, el número de yazidíes que fueron asesinados durante los siglos podría alcanzar los 20 millones. A pesar de las persecuciones sufridas desde el Imperio Otomano y de tantos siglos de martirio, nunca han perdido su fe ni su sentido de la identidad.

La persecución a los yazidíes durante el Imperio Otomano

Durante el Imperio Otomano, que duró desde 1299 hasta 1922, los yazidíes enfrentaron varias oleadas de persecución y masacres, especialmente en los siglos XIX y principios del XX. Las razones para estas persecuciones eran en parte religiosas, ya que los yazidíes eran considerados heréticos por los otomanos musulmanes, y en parte políticas y sociales, debido a la resistencia yazidí a la autoridad otomana y su rechazo a convertirse al islam.

Algunas de las persecuciones más duras fueron llevadas a cabo por los príncipes kurdos musulmanes Bedir Khan Beg (del principado otomano de Bohtan) y Muhammad Pasha de Rawanduz (del emirato otomano de Soran) a mediados del siglo XIX. El 1832 fue uno de los peores años para los yazidíes, cuando unos 70.000 miembros de esta comunidad fueron asesinados por ambos líderes, lo que hoy podría considerarse como un genocidio.

Otro evento trágico en la historia yazidí sucedió en 1892, cuando los yazidíes fueron atacados por el líder otomano Omar Wahbi Pasha, quien les dijo a los miembros de esta comunidad que debían convertirse al islam, pagar impuestos más altos o morir.

Los yazidíes no se dejaron intimidar y rechazaron convertirse al islam o pagar impuestos más altos, por lo que Omar Wahbi Pasha, en alianza con los kurdos musulmanes, atacó a los yazidíes en las regiones de Sinjar y Sheikhan, asesinando a miles de ellos u obligándolos a abrazar el islam. Luego, el líder otomano atacó Lalish y la tumba del jeque Adi, llevando a Mosul las reliquias sagradas de los yazidíes. Durante los siete años siguientes, el santuario de peregrinación de Lalish se utilizó como una escuela musulmana.

Cabe destacar que a lo largo del período otomano, los yazidíes también sufrieron la continua confiscación de tierras y propiedades, que fueron redistribuidas entre musulmanes, como parte de las políticas para debilitar su autonomía y asimilarlos.

2007, un año marcado por el derramamiento de sangre yazidí

El 2007 fue otro año marcado por la tragedia para los yazidíes. En abril, 23 de ellos que se encontraban viajando en un autobús fueron asesinados por musulmanes kurdos que detuvieron el vehículo en el norte de Irak.

En agosto, cuatro camiones conducidos por islamistas y cargados de explosivos fueron detonados en el norte de Irak. En el incidente, que se conoce como los atentados de Qahtaniyah, murieron 800 yazidíes y otros 200 resultaron gravemente heridos, por lo que es considerado como uno de los ataques terroristas más mortíferos de la historia.

El genocidio perpetrado por ISIS contra los yazidíes

La masacre más reciente sufrida por los yazidíes sucedió en agosto de 2014, cuando según se señala en el sitio web de la fundación Nadia’s Initiative, de la conocida sobreviviente y activista yazidí Nadia Murad, el mundo fue testigo de un genocidio. En el transcurso de dos semanas, la región iraquí de Sinjar fue invadida por la organización terrorista Estado Islámico (ISIS), que emprendió una campaña para llevar a cabo una limpieza étnica contra los yazidíes.

La fundación agrega que aproximadamente 400.000 yazidíes huyeron a la vecina región del Kurdistán iraquí y decenas de miles se refugiaron en el monte Sinjar, donde estuvieron al borde de la hambruna. El resto, al no poder huir, fueron asesinados o secuestrados y sometidos a horribles actos de violencia: esclavitud, trabajos forzados, tortura y violación. Se estima que ISIS mató a 5.000 hombres y mujeres yazidíes.

La masacre, indica Nadia’s Initiative en su sitio web, se produjo debido a que ISIS considera a los yazidíes “infieles” y obligó a los hombres a convertirse al islam o morir. Las mujeres, en cambio, no tuvieron opción. Fueron secuestradas, forzadas a casarse con el mejor postor, esclavizadas sexualmente y obligadas a convertirse al islam.

La fundación subraya que más de 6.000 mujeres y niños fueron capturados por ISIS y casi 2.800 siguen desaparecidos en la actualidad. Y añade que la violencia sexual se utilizó estratégicamente como arma de guerra y en los manuales del grupo terrorista se explicaba cómo traficar mujeres yazidíes. Además, ISIS creía que las violaciones destruirían a la comunidad desde adentro.

El genocidio sigue hasta la actualidad

Nadia’s Initiative afirma que las consecuencias del genocidio siguen afectando a la comunidad yazidí hasta la actualidad. La fundación manifiesta que el genocidio no es un evento singular, sino un proceso de marginación, violencia y privación de recursos.

ISIS no se limitó a destruir vidas de los yazidíes, sino también a desmantelar tierras agrícolas y recursos básicos para evitar que la comunidad pueda volver para instalarse nuevamente en la zona.

La fundación aclara que a pesar de que ISIS fue derrotado en 2019 por una coalición internacional, el genocidio contra los yazidíes aún no se ha detenido.

La historia de Nadia Murad, la Nobel de la Paz que sobrevivió al genocidio

Nadia Murad es una activista de derechos humanos yazidí y ganadora del Premio Nobel de la Paz 2018. La joven, de 31 años, es conocida por ser la voz de los sobrevivientes del genocidio y la violencia sexual sufridos por su comunidad y recorre el mundo para que se conozca la historia y el sufrimiento de los yazidíes.

En 2014 ISIS atacó su tierra natal en Sinjar con el objetivo de realizar una limpieza étnica de todos los yazidíes de Irak, señala el sitio web de su fundación. Y agrega que como muchos grupos minoritarios, los miembros de su comunidad han soportado el peso de una persecución histórica. Las mujeres, en particular, han sufrido mucho como víctimas de violencia sexual.

Nadia logró escapar de su cautiverio luego de tres meses de haber sido vendida como esclava sexual a diferentes hombres.

En una entrevista brindada al periódico israelí Maariv en 2018, Murad dijo que ya no piensa en lo que le sucedió a ella, sino en lo que podía estar pasando con las otras mujeres que se quedaron allí. “Es imposible borrar de la memoria las escenas de violación de mujeres y niñas, algunas de las cuales incluso abortaron; de la separación de los bebés de sus madres y de la violación brutal de las menores".

Respecto de su cautiverio, Murad contó: "Rezaban y luego nos violaban (...) Asesinaban a las personas que consideraban infieles. De hecho, la mayoría de los crímenes los cometieron contra musulmanes que no creían en su camino”.

Murad comentó que una vez intentó huir pero no lo logró, pero luego pudo escapar cuando era trasladada por un chofer que trabajaba para ISIS. “Llegué a la casa de una familia musulmana sunita en Mosul. El hombre se puso en contacto con mi hermano, que estaba en un campo de refugiados en la región de Kurdistán-Irak”, dijo. Y añadió que su hermano le envió dinero al hombre para que pudiera ayudarla, por lo que el señor que la recibió le emitió un documento de identidad como si fuera su esposa musulmana y luego logró sacarla clandestinamente de allí.

¿Y las protestas progresistas en favor de los yazidíes?

A la luz de las continuas y contundentes protestas contra Israel por su contraofensiva contra la organización terrorista Hamás tras la masacre del 7 de octubre, uno no puede dejar de preguntarse dónde estuvieron y dónde están los progresistas manifestándose en favor de los yazidíes.

Si bien es comprensible el motivo por el que los islamistas no llevan a cabo protestas contra otros islamistas, tal vez los progresistas que suelen acompañarlos en las manifestaciones propalestinas deberían brindar alguna explicación de por qué han preferido (y prefieren) mirar para otro lado ante las atrocidades cometidas contra los yazidíes.

De hecho, los yazidíes suelen sentirse muy identificados con el pueblo judío debido a las persecusiones de las que han sido objeto en el pasado, y en la actualidad se siguen identificando con él y con los israelíes en general, ya que son víctimas del terrorismo islamista al igual que lo son los yazidíes. Sin embargo, Israel es un Estado fuerte que siempre ha podido defenderse contundentemente.

Los yazidíes nunca han logrado obtener ni una minúscula parte del apoyo y la visibilidad de la que han estado gozando los palestinos, a pesar de que la comunidad yazidí no ha cometido ninguna masacre ni ningún intento de llevar a cabo una limpieza étnica o un genocidio, sino que por el contrario, han sufrido todos esos crímenes.

Los yazidíes necesitan el apoyo de la comunidad internacional para reconstruir sus comunidades en paz y seguridad. Para ello, es necesario que todos los indignados defensores de la así llamada causa palestina se percaten de que hay otros grupos que realmente precisan de un importante respaldo y no solamente se enfoquen en los conflictos en los que esté involucrado Israel.

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