Secular, paraíso fiscal y una gran historia electoral: conozca a New Hampshire, la próxima parada en las primarias republicanas

El Estado del Granito es un terreno político peculiar y complejo desde 1948, cuando se volvió el centro de atención nacional.

“Vive libre o muere”, ese es el memorable lema de New Hampshire, uno de los más icónicos de los Estados Unidos.

Provino de una declaración escrita un 31 de julio de 1809 por el general revolucionario John Stark, héroe de la batalla de Bennington, que decía: “Ellos eran hombres que no habían aprendido el arte de la sumisión, ni habían sido entrenados en el arte de la guerra. Pero nuestro asombroso éxito enseñó a los enemigos de la libertad que los hombres libres indisciplinados son superiores a los esclavos veteranos”.

La misiva fue escrita por motivo de una reunión de veteranos de la Batalla de Bennington, a la cual Stark no pudo asistir por problemas de salud. El epilogo de la carta, destinado para el brindis de sus colegas veteranos, sentenciaba: “Vive libre o muere. La muerte no es el mayor de los males”.

Curiosamente, el lema de New Hampshire, una de las trece colonias originales del país, fue adoptado apenas en 1945, 136 años más tarde de la carta de Stark y también mucho tiempo después de que sus vecinos en la región de Nueva Inglaterra, Maine, Vermont, Massachusetts, Connecticut y Rhode Island, adoptaran sus respecticos y complejos lemas varias décadas atrás.

Secular, paraíso fiscal y una gran historia electoral: conozca a New Hampshire, la próxima parada en las primarias republicanas
Revolucionario John Stark, héroe de la batalla de Bennington. (Wikimedia Commons; Joe Mabel)

Pero con ese lema, es difícil no entender por qué New Hampshire es tan complejo y peculiar en términos políticos, sobre todo a días de que se realicen las tan renombradas y determinantes elecciones republicanas.

A diferencia de otros estados, New Hampshire es un terreno electoral donde los votantes moderados e independientes inclinan la balanza para uno u otro candidato. También es donde se separan a los pretendientes de los contendientes serios a optar por la nominación de su partido.

Básicamente, en este pequeño estado donde se determinan apenas 4 de los 538 votos del colegio electoral, que no tiene grandes urbes y cuenta con un aproximado de 1.300.000 habitantes, es donde mueren o toman impulso los sueños de postrarse en unos meses en la Oficina Oval, quizás el despacho más importante del mundo.

New Hampshire cómo vaticinador electoral

En términos estadísticos, el Estado del Granito, un apodo atribuido debido a sus enormes extensiones graníticas y canteras, ha sido bastante certero para vaticinar el candidato que se lleva la nominación republicana.

En total, cinco de los siete ganadores de las últimas primarias de New Hampshire —Reagan, George H.W. Bush, McCain, Romney y Donald Trump— reclamaron la nominación republicana. El último, particularmente, fue el ganador de las generales en 2016 y está buscando repetir la hazaña en este 2024.

¿Pero por qué New Hampshire, el quinto estado menos extenso del país y el décimo menos poblado se ha convertido en un estado tan importante y determinante?

Eso se debe a que New Hampshire fue pionero, en términos deportivos, en profesionalizar sus elecciones primarias llevándolas al centro de la esfera nacional.

Imagínese que, varias décadas atrás, las elecciones primarias en otros estados eran organizadas y presentadas como unos concursos de belleza locales mientras que en este pequeño estado de Nueva Inglaterra se desarrollaban como si fuera un Super Bowl o un Mundial de Fútbol político.

Esta suerte de tradición política arrancó en 1948, gracias en gran parte a Richard F. Upton, entonces presidente de la Cámara de Representantes de New Hampshire, quien decidió hacer que las primarias fueran “más interesantes y significativas… para que hubiera una mayor participación en las urnas”.

La ley promocionada por Upton, básicamente, permitía a los neohampshireños votar directamente por los candidatos para presidente.

“Cualquier candidato podía aparecer en la boleta si presentaba cincuenta peticiones de apoyo de cada uno de los dos distritos del Congreso, y los votantes podían elegir delegados que estuvieran explícitamente comprometidos con un candidato en particular”, se lee en una pieza de la Institución Brookings.

Conozca a New Hamphire
Richard F. Upton, el hombre que puso a las primarias en el centro de la atención nacional, en una entrevista con C-SPAN. (Captura de pantalla)

La ley tuvo un impacto impresionante al poco tiempo. Tan solo cuatro años más tarde, de forma absolutamente inesperada, sacudió a todo el país, generando un verdadero terremoto político y marcado un punto de inflexión en cómo se concebían las primarias en Estados Unidos.

En 1952, acosado por los escándalos y la interminable Guerra de Corea, el demócrata Harry Truman era realmente impopular. Esta situación le abrió una oportunidad al senador de Tennessee, Estes Kefauver, quien venció a Truman en las primarias en New Hampshire por 4.000 votos llevándose a todos los delegados del estado. Las consecuencias políticas fueron terribles para el expresidente demócrata, quien finalmente decidió no buscar su segundo mandato.

El Partido Republicano no se quedó atrás en cuanto a espectacularidad electoral aquel año. El venerado general Dwight D. Eisenhower siempre había sido cotejado para que se lanzara a presidente. Sin embargo, no fue hasta 1952 que un grupo de partidarios del general lo puso en la boleta republicana de New Hampshire aprovechando la icónica ley electoral de Upton.

El resultado fue igual de sorprendente, Eisenhower, sin hacer campaña en New Hampshire, venció en las primarias al senador por Ohio Robert A. Taft por más de 12 puntos. Luego, una vez decidido a competir el resto de la campaña, llegó a la Casa Blanca donde se mantuvo por dos periodos con Richard Nixon como vicepresidente.

Pero claro, todo inició en 1948, en New Hampshire, que, desde entonces, junto con Iowa, se ha caracterizado por ser el primer estado que organiza sus primarias en un sistema híbrido (en Iowa son caucus).

Si bien después de 1952 New Hampshire tardó unas tres elecciones más en consolidar este estatus político y atraer la atención nacional, con el correr de los años no hubo dudas de que su impacto electoral era notorio, con todos los medios de comunicación tradicionales y estrategas políticos postrando sus miradas en este estado cada cuatro años.

Los habitantes de New Hampshire, además, están orgullosos de este estatus. Primero, porque durante meses, reciben la atención nacional que no reciben por el resto de los años donde no hay campaña electoral. Segundo, porque en cada ciclo electoral, existe una gran reactivación de la economía con todos los turistas nacionales y extranjeros que llegan para cubrir y presenciar las elecciones.

La importancia de estas elecciones en New Hampshire es tal que, a lo largo de la historia, diversos estados han intentado arrebatarle al Estado del Granito su puesto de ser el primero en organizar las primarias en el país.

No obstante, como establece su ley estatal, New Hampshire tiene que ser el primer estado en la nación en llevar adelante las primarias y, por ende, durante décadas adelantaron las fechas para seguir manteniendo su protagónico estatus. El mensaje de sus habitantes es claro: “No jod*s con nuestras primarias”.

Primarias en New Hampshire: por qué son tan importantes
Donald Trump haciendo campaña en New Hampshire. (Cordon Press)

Los neohampshireños, tan peculiares como su estado

La mayoría coincide en que los ciudadanos de New Hampshire son realmente particulares. Los turistas los definen como personas aparentemente frías, pero muy solidarias. También son genuinamente felices, se ubican en el segundo lugar de los estados más felices de la unión, solo por detrás de Dakota del Norte.

Asimismo, a diferencia del preconcepto de la mayoría, New Hampshire es un estado bastante secular. De hecho, para 2015, según Gallup, era el estado menos religioso del país. Solo el 20 % de los neohampshireños se consideraba muy religioso por aquel entonces.

También es un estado arrogantemente libre, tanto a niveles impositivos como a leyes se refiere. Por ejemplo, hasta hacce poco, no había una norma que obligue a que un motorizado lleve casco o para que un conductor lleve puesto su cinturón de seguridad. También es un estado que defiende a rajatabla el libre porte de armas.

De hecho, para casi todo el mundo, New Hampshire es un paraíso fiscal donde no existe el impuesto sobre la renta a nivel estatal y tampoco el IVA.

¿Pero sabe quién no considera un paraíso fiscal a New Hampshire? Los propios neohampshireños, que viven quejándose porque su tasa de impuesto a la propiedad es la tercera más alta del país, solo por debajo de Illinois y New Jersey.

Las peculiaridades de los habitantes de New Hampshire se trasladan a las urnas y sus posturas políticas. Este estado, de hecho, es uno de los campos de batalla habituales cada cuatro años debido a la importante del voto moderado e independiente. Sin embargo, desde 1992, solo una vez los neohampshireños no votaron por el candidato demócrata en las generales. Fue en el año 2000, cuando George Bush venció a Al Gore en una de las elecciones más cerradas de la historia.

En la última elección general, Joe Biden superó a Donald Trump por un 7 % de los votos, la mayor ventaja de un demócrata frente a un republicano desde 2008.

Este dato demuestra que a Trump no le va tan bien entre los independientes de New Hampshire. De hecho, el gobernador desde 2017 de este estado es el republicano Chris Sununu, uno de los políticos más críticos del expresidente y también uno de los gobernadores con mejores índices de favoribilidad de todo el país.

Sununu, semanas atrás, anunció su respaldo oficial a Nikki Haley, quien sueña con robarle los delegados electorales a un Trump que, a pesar de claudicar en 2020 en el Estado del Granito, domina ampliamente las encuestas para las elecciones del próximo lunes y recuerda con muy buenos ojos las primarias de 2016, cuando New Hampshire le dio el impulso necesario para llegar a la Casa Blanca.