¿Qué hacía Al Zawahiri en Kabul?

“El mayor triunfo en política exterior de Biden” remite ineludiblemente a su “mayor calamidad” en la arena internacional: la vergonzosa retirada de Afganistán.

El artículo más oportuno del día lo ha escrito Marc Thiessen, del American Enterprise Institute, en The Washington Post, el periódico de los obituarios clamorosamente elocuentes:


Como no podía ser de otra forma, Thiessen, ex jefe del equipo que escribía los discursos al presidente George W. Bush, se congratula de que “un terrorista asesino con las manos manchadas de sangre de miles de americanos haya sido erradicado de la faz de la Tierra” y felicita a Joe Biden por haber autorizado el ataque aéreo que acabó este fin de semana con la vida del líder de Al Qaeda. Pero resulta que “el mayor triunfo en política exterior de Biden” remite ineludiblemente a su “mayor calamidad” en la arena internacional: la vergonzosa retirada de Afganistán.

En Afganistán vivía Aymán al Zawahiri, precisamente. Y “no en alguna cueva remota de las montañas del Hindu Kush sino en el mero centro de la capital del Afganistán controlado por los talibanes”, escribe Thiessen, no sin antes incidir en que, el año pasado, con motivo de la ominosa retirada, Biden afirmó que Al Qaeda ya no estaba en el país, mientras que el secretario de Estado Blinken afirmaba que sólo quedaban “remanentes” de la organización fundada por Ben Laden que no entrañaban el menor peligro para los Estados Unidos.

Según el propio Biden, Zawahiri llevaba meses en Kabul; es decir, que muy poco después de la retirada de EEUU se vio lo suficientemente seguro y confiado como para instalarse en la capital afgana junto con su familia. Bajo la más que probable protección de los talibanes, esos que se habían alejado de Al Qaeda. Según el propio Biden, en las últimas semanas Zawahiri había difundido vídeos en los que “llamaba a sus seguidores a atacar a EEUU o a nuestros aliados”. 

¿Qué tramaba Zawahiri, por qué estaba azuzando el terrorismo antiamericano?, se pregunta Thiessen en su artículo de obligada lectura. “Lamentablemente, quizá no lo sepamos jamás”, responde acto seguido, para volver de nuevo sobre la retirada de agosto de 2021:

A diferencia del raid en el que se mató a Ben Laden, la operación en la que se ha matado a Zawahiri no la llevó a cabo un equipo de las fuerzas especiales. Porque, gracias [sic] a Biden, los Estados Unidos ya no tienen botas sobre el terreno. Zahawiri tuvo que ser eliminado mediate un ataque con drones, lo que significa que no tendremos la oportunidad de servirnos del lugar en el que Zawahiri fue eliminado mediante la recolección de desperdicios, computadoras, discos duros, teléfonos celulares, documentos y demás material de inteligencia. El raid contra Ben Laden produjo un botín informativo sobre operaciones de Al Qaeda, complots en curso, identidades y localizaciones de personal de Al Qaeda y otra información vital de inteligencia procesable. El ataque con drones que vaporizó a Zawahiri destruyó toda la inteligencia procesable que tuviera con él.

Para concluir, Thiessen dice que la lección de este episodio es clara, “Al Qaeda ha vuelto a Afganistán”, y, de la misma forma que atribuye a Biden el mérito de la eliminación de su líder, también le culpa de “crear las condiciones que permitieron que el terrorista más buscado del mundo se trasladara al centro de Kabul y estableciera su centro de operaciones en una ciudad que había sido liberada de Al Qaeda y sus aliados del Talibán con la sangre de valerosos soldados americanos”.