Nikki Haley: de la confianza de Trump a convertirse en su némesis

Embajadora ante la ONU con el expresidente, se convirtió en la candidata de los republicanos que tratan de evitar que el magnate sea el nominado conservador.

Donald Trump ha acabado con la célebre frase de Nikki Haley "nunca he perdido unas elecciones y no voy a empezar ahora". Las victorias pírricas de la exgobernadora de Carolina del Sur en las primarias republicanas de Washington D.C. y Vermont no han sido suficiente para que la última rival del expresidente se mantuviese en la carrera presidencial. A pesar de su carácter luchador, el abrumador apoyo de los votantes conservadores a su antiguo amigo y ahora enconado rival le llevó a tirar la toalla y dejar paso libre a la reedición de duelo electoral de 2020.

La primera rival oficial de Trump en las primarias

La campaña de Haley ha sido un fiel reflejo de su carácter. Rocoso, afilado, comprometido y luchador. Fue de la primera rival oficial de Donald Trump desde que éste anunciara su candidatura, y desde el primer momento dejó claro que no iba de farol ni trataba de utilizar la campaña para aumentar su popularidad de cara a retos personales. Ella se presentaba para ganar. Y lo hacía con la bendición de Trump, el hombre al que había jurado que no se enfrentaría en una contienda electoral. El propio expresidente lo contó así a CNN:

Hablé con ella un rato y le dije: 'Mira, haz lo que te dicte tu corazón si quieres presentarte' (...) Ella ha dicho públicamente que 'nunca me presentaría contra mi presidente, fue un gran presidente'.

Incluso en estos momentos, Haley no era considerada seriamente como una alternativa por muchos analistas. Todos los ojos estaban puestos en el propio Trump y en Ron DeSantis, el que se percibía como la gran alternativa republicana a pesar de que aún no se había pronunciado sobre una posible candidatura. Cuando se sumaron otros candidatos, Haley no se inmutó. Cada encuesta que la situaba como cuarta o incluso quinta opción no le hacían siquiera enarcar una ceja. De hecho, se frotaba las manos mientras aseguraba "subestimadme, eso siempre es divertido".

Una carrera salvando obstáculos "insuperables"

De hecho, en la biografía que se encuentra en la web de su campaña, Haley destaca que la lucha por superar los prejuicios y las dificultades han marcado su vida. Y siempre -hasta ahora- había salido triunfante. Haley destaca que nació dentro de la única familia india de Barmberg, en Carolina del Sur, en 1972, por lo que siempre fue una "forastera" en el pueblo. No obstante, recuerda lo que le dijo su madre entonces: "Tu trabajo no consiste en mostrar a todo el mundo en qué eres diferente... sino en qué eres igual".

En 2004 Haley se presentó a las elecciones para la Cámara de Representantes de su estado natal contra el republicano que llevaba 30 años ocupando el asiento en liza. Contra todo pronóstico, ella se hizo con el cargo. La propia Haley señala que sus movimientos en el congreso no gustaron al líder conservador en la Cámara, que trató de acabar con su carrera política.

Lejos de amilanarse, Haley presentó su candidatura a gobernadora de Carolina del Sur. Y, de nuevo, ganó. "En 2010, Haley fue elegida 116ª gobernadora de Carolina del Sur. Fue la gobernadora más joven del país y la primera mujer gobernadora de una minoría en Estados Unidos", recoge su web. Entre los hitos de su primer mandato, Haley destaca que llevó la tasa de desempleo del estado a su nivel más bajo en 15 años, y la creación de nuevos puestos de trabajo en todos los condados del estado.

En 2014 fue reelegida para el puesto, y poco después fue incluida por Time como una de las 100 personas más influyentes del mundo. En 2016, Trump se cruzó en su camino y la nominó como embajadora de EEUU ante la ONU, además de incluirla como miembro de su gabinete presidencial y en el Consejo de Seguridad Nacional.

La espectacular remontada de Haley en las primarias

Durante la precampaña y la propia campaña Haley consiguió dar la vuelta de manera radical a las encuestas y a las previsiones. Además de por detrás de Trump y DeSantis, candidatos como Mike Pence e incluso el empresario antiwoke Vivek Ramaswamy  se situaban por encima de ella en intención de voto.

Sin embargo, la percepción fue cambiando poco a poco hasta que llegó a superar al propio DeSantis en enero de 2024. Todos y cada de sus rivales, incluido el propio gobernador de Florida fueron abandonando la campaña hasta que sólo quedaron ella y Trump. A pesar de que la distancia parecía insalvable, ella insistía en la necesidad de "una nueva generación de liderazgo" para jubilar al expresidente y a Biden. Consiguió el apoyo de gran parte de los republicanos que se oponen al magnate, incluso el dinero de los hermanos Koch, pero no fue suficiente.

Ni siquiera la dolorosa derrota en su Carolina del Sur natal le hizo bajar los brazos. Incluso consiguió una victoria en el Distrito de Columbia que le permitía llegar al Supermartes con algo de optimismo. A pesar de que Vermont también se rindió a su labor, Trump acabó la jornada con casi 1.000 delegados en sus bolsillos, y sólo necesitaba algo más de 200 para garantizar matemáticamente su nominación.

La campaña deja un balance agridulce para la excandidata, y un coste grande. Por un lado, consiguió impedir que el camino de Trump hacia la nominación conservadora fuera un paseo militar, y se presentó ante los votantes de este partido como una alternativa sólida y más centrada que el expresidente. No obstante, su percepción entre los votantes mayoritarios del GOP en estos momentos ha caído por los suelos, y su amistad con Trump saltó por los aires una vez fue percibida por éste como una amenaza, con piropos como su célebre cerebro de pájaro.