Mitch McConnell y su legado en el Senado: el arquitecto principal de la mayoría conservadora en la Corte Suprema

El líder más longevo en la historia de la Cámara Alta anunció el miércoles que dará un paso al costado en noviembre, poniéndole fin a sus 17 años al frente de la Conferencia Republicana.

Mitch McConnell sorprendió a Washington DC en la tarde del miércoles, cuando pidió la palabra en el Senado y anunció que dejaría su puesto como líder de los republicanos a finales de año. El senador por Kentucky, quien resulta ser el líder más longevo en la historia de la Cámara Alta, se emocionó al terminar su discurso y aseguró que "uno de los talentos más infravalorados de la vida es saber cuándo es el momento de pasar al siguiente capítulo".

El republicano arribó a la Cámara Alta en 1985 tras imponerse en una histórica elección y derrotar al titular Walter Dee Huddleston por un margen de 5.000 votos entre más de 1,2 millones emitidos. Desde entonces, logró 7 reelecciones, vio la misma cantidad de presidentes pasar por el Salón Oval y resultó fundamental a la hora de avanzar las agendas republicanas por Capitol Hill, aunque quizás su legado puede verse con mayor claridad en el Poder Judicial.

Robert Bork y una obsesión con la Corte Suprema

El entonces joven senador descubrió rápidamente cuál sería su causa en el Senado y lo hizo casi sin quererlo. En julio de 1987, el presidente Ronald Reagan nominó al juez Robert Bork para la Corte Suprema de Justicia, esperando llenar el vacío que Lewis F. Powell Jr. , dejaría con su renuncia.

Sin embargo, se encontró con una férrea oposición de los demócratas, que por entonces tenían mayoría en la Cámara Alta, oposición que fue acompañada por una serie de ataques de todo tipo hacia Bork, hasta entonces nunca vistos en una audiencia del estilo. La hostilidad fue tal que incluso el apellido del juez fue inaugurado como verbo años después. Según Oxford Languages, se trata de "obstruir (a alguien, especialmente a un candidato a un cargo público) difamándolo o vilipendiándolo sistemáticamente".

El trato hacia el nominado de Reagan sorprendió y  motivó a McConnell, quien en ese entonces no tenía mucho poder en la conferencia, a lograr una corte conservadora durante los próximos años. Incluso les dejó claro a sus colegas que habían inaugurado una nueva forma de evaluar a un nominado judicial.

"Y en cuanto a Robert Bork, resulta que fuiste tú quien estableció el nuevo estándar del Senado que será aplicado a mi juicio por la mayoría del Senado a futuro. Desafortunadamente, se estableció sobre tu cadáver, por así decirlo políticamente. Lo haremos cuando queramos, y cuando queramos será cuando el presidente, sea quien sea, envíe a alguien que no nos guste", expresó en su momento.

Los pilares de una nueva corte: Gorsuch, Kavanaugh y Coney Barrett

McConnell rápidamente encontró un aliado en The Federalist Society, un nuevo think tank conservador que compartía su interés por los nominados judiciales y que se volvería fundamental en este aspecto a futuro. Incluso se habla de que la organización es el filtro para todos los nominados judiciales de presidentes republicanos, con preferencia por los originalistas y textualistas.

El senador vio como su partido lograba exitosamente avanzar las nominaciones de Clarence Thomas en 1991, John Roberts en 2005 y Samuel Alito en 2006. Logró escalar al liderazgo del partido en el 2007, cuando reemplazo a Bill Frist como Líder de la Conferencia Republicana del Senado, puesto que ostenta hasta la actualidad.

Su primera prueba de fuego llegó a comienzos del 2016 y casualmente sería el episodio más recordado de su tiempo como líder. De la noche a la mañana, McConnell se encontró con el fallecimiento del juez de la Corte Suprema, Antonin Scalia, cuyo asiento en el máximo tribunal del país ahora había que reemplazar. El problema estaba en que el presidente era demócrata, en ese entonces Barack Obama, quien convivía con un Senado republicano, por lo que desde el inicio existieron dudas sobre cómo se procedería en el asunto.

McConnell no dejó pasar ni un día para despejar esas dudas y afirmó horas después que no permitiría la consideración de ningún juez bajo el mandato del demócrata, ya que la elección para un cargo de por vida debería ser el próximo presidente. El caso generó mucha polémica entonces y derivó en una negociación entre Donald Trump, McConnell y la Federalist Society, para anunciar una lista de posibles nominados bajo una eventual Administración Trump. A los ojos de Steve Bannon, "Trump no hubiese sido presidente sin esa lista".

El republicano finalmente ganó las elecciones y nominó a Neil Gorsuch, quien posteriormente sería confirmado por el Senado.

McConnell cumplió la promesa que le había hecho a Harry Reid (D-NV) y utilizó la opción nuclear para cambiar las reglas de la Cámara Alta y bajar el umbral para confirmar jueces a la Corte Suprema, que pasó a una mayoría simple de 50+1. Años atrás, los demócratas habían hecho lo mismo para los jueces federales, lo que había despertado el enojo del líder republicano, quien aprovechó la oportunidad para tomarse revancha.

A Gorusch le siguió el tormentoso capítulo de Brett Kavanaugh, otra prueba de fuego para el líder de la mayoría, que en este caso tuvo que batallar para unir a la conferencia detrás del nombre.

El nominado fue acusado de abuso sexual por la Dra. Christine Blasey Ford, quien incluso testificó frente al Comité Judicial del Senado. A pesar de que su testimonio movilizó a varios senadores, el grueso de los republicanos encontraron el caso como una jugada política para desprestigiar al entonces nominado de Trump.

"Los demócratas no dejarían que unas cuantas cosas inconvenientes se interpusieran entre ellos y una buena difamación. Es despreciable", afirmó McConnell en su momento. El Senado confirmaría posteriormente a Kavanaugh, lo que marcaba una segunda victoria para el senador de Kentucky, que ahora veía una corte con una mayoría conservadora de 5-4.  Sin embargo, todavía faltaba un triunfo para consagrar lo que los analistas consideran como su legado.

"Vivimos en el aire de la Corte McConnell"

El toque final durante la Administración Trump llegó a meses de que el republicano finalizara su mandato. En una situación muy similar aunque opuesta a la del 2016, el fallecimiento de la jueza Ruth Bader Ginsburg generó un inesperado vació que llegó del lado más progresista del máximo tribunal.

McConnell tenía dos opciones, repetir el discurso que utilizó años atrás o aprovechar la oportunidad que esperó toda su carrera para consagrar una mayoría conservadora en la Corte Suprema. Pese a las críticas de algunos colegas, el senador avanzó lo más rápido posible con la nominación de Amy Coney Barrett, quien fue confirmada a duras penas, 52-48, semanas antes de las elecciones presidenciales.

"Lo hizo porque podía hacerlo", expresó tiempo después Ted Olson, exprocurador general durante parte de la gestión de George W. Bush.

Barrett prestó juramento en la Casa Blanca ante la presencia de McConnell, quien, 33 años después de la frustración con el caso del juez Bork, terminó siendo el arquitecto principal de una sólida mayoría conservadora en la Corte Suprema, que desde entonces revirtió Rode vs. Wade,  Planned Parenthood vs. Casey y eliminó la discriminación positiva en las universidades.

Uno de los resúmenes más concretos del legado del republicano salió de la boca del periodista Ed O´Keefe, quien afirmó lo siguiente en un documental: "Puedes hablar de la Corte Warren o la Corte Roberts... ahora vivimos en el aire de la Corte McConnell. Y muy bien podría ser la Corte McConnell durante varias décadas por venir".