Los ganaderos de Irlanda se rebelan ante la propuesta del Gobierno de eliminar 200.000 vacas para cumplir con los objetivos climáticos

Amenazan con trasladar fuera de las fronteras del país la producción de carne de vacuno y productos lácteos si el Ejecutivo acabase adoptando esa medida.

Aunque pueda sonar paradójico, el campo y los objetivos climáticos no casan bien. Primero fueron los agricultores de los Países Bajos quienes dejaron meridianamente claro al Gobierno su opinión sobre las medidas draconianas a las que quería someter al sector agrícola. Ahora ha llegado el turno de los ganaderos de Irlanda, que han advertido al Taoiseach Leo Varadkar de las consecuencias a las que se enfrentaría si acabara implementando la propuesta de eliminar unas 200.000 vacas en los próximos tres años.

Reducir un 10% las vacas de Irlanda

Según un informe de la Agencia de Protección Medioambiental publicado en 2021, el sector agrícola de Irlanda es el responsable del 38% de las emisiones de gases de efecto invernadero de todo el país. Para cumplir con los objetivos medioambientales, el Gobierno se ha marcado de reducir en una cuarta parte estas emisiones de aquí a 2030. Entre las propuestas sobre la mesa, dado el impacto que tiene sobre el total de gases emitidos, se encuentra la reducción en un 10% del número de vacas en todo el país.

Esto se traduciría en la eliminación de unos 65.000 bovinos al año durante el próximo trienio, algo a lo que se oponen radicalmente los ganaderos, que han anunciado movilizaciones y advertido de que muchos de ellos dejarían el negocio de verse obligados a acometer los recortes o trasladarían la producción de carne de vacuno y productos lácteos fuera de las fronteras del país. La iniciativa supondría, además, un coste para las arcas nacionales de unos 170 millones de libras (casi 211 millones de dólares) anuales. La propuesta ha sido calificada por políticos de la oposición como "una absoluta locura", según The Telegraph.

Los objetivos climáticos se tomaron"sin tener en cuenta las consecuencias"

A pesar de que desde el Gobierno irlandés se apresuraron a destacar que se trata simplemente de una de las múltiples opciones que barajan, y que se trataría de algo voluntario, los ganaderos no confían en sus dirigentes. El presidente de la Asociación Irlandesa de Agricultores, Tim Cullinan, lamentó que "el objetivo de reducción del 51% se fijó sin tener en cuenta las consecuencias económicas o sociales de las medidas para alcanzarlo".

"Informes como éste sólo sirven para alimentar aún más la opinión de que el Gobierno está trabajando entre bastidores para socavar nuestros sectores lácteo y ganadero. Aunque es posible que algunos ganaderos deseen abandonar el sector, todos deberíamos centrarnos en ofrecer una vía para que la próxima generación se dedique a la agricultura", señaló Cullinan.

Los ganaderos de Irlanda ya recortaron el 19% de sus emisiones

Además, el presidente expresó sus dudas de que una reducción voluntaria sería suficiente para satisfacer los objetivos gubernamentales, destacando que "en nuestro sector, los datos de la EPA muestran que ya estamos en camino de alcanzar el 19% de nuestro objetivo de reducción del 25%, incluso con algunas de las medidas propuestas sobre diversificación excluidas en las proyecciones modelizadas. Esto lo están haciendo los agricultores sobre el terreno y merecen un gran reconocimiento".

Tampoco se mostró muy conforme Pat McCormack, presidente de la Asociación Irlandesa de Proveedores de Crema de Leche. McCormack subrayó que era "frustrante" que se pusiera especialmente al campo en el punto de mira. "Somos la única industria con una hoja de ruta importante y, para serle sincero, nuestro rebaño no es mayor que hace 25 o 30 años. ¿Puede decirse lo mismo de la industria del transporte, puede decirse lo mismo de la industria de la aviación?".  El presidente hizo hincapié en que si finalmente hubiera que sacrificar animales, "tiene que ser un plan voluntario. Es absolutamente fundamental".

El antecedente de los Países Bajos

En los Países Bajos, los intentos del Ejecutivo de cerrar más de 3.000 granjas para cumplir con los objetivos climáticos provocaron graves protestas y que un partido político de agricultores se convirtiera en la primera fuerza del Senado neerlandés en las últimas elecciones.