La toma de Tocorón, la cárcel más peligrosa de Venezuela: Maduro trata de emular a Bukele, pero no engaña a nadie

Si existe el Tren de Aragua, es por el chavismo. Si en la toma de la cárcel hallaron una piscina, un zoológico y un arsenal digno de un ejército, fue por el chavismo. Porque el chavismo armó a los delincuentes.

De repente en Venezuela las bandas criminales, que siempre han hecho lo que les da la gana y que existen, en gran parte, gracias al régimen, son un problema. En una campaña surreal, el régimen venezolano desplegó miles de militares y policías para tomar —reconociendo haber perdido el control— la cárcel más peligrosa de Venezuela.

Tocorón, a dos horas al oeste de Caracas, es el centro de reclusión más conocido y temido del país. Allí hacía vida, como si fuera alguna especie de cuartel militar o centro de operaciones, el cruento Tren de Aragua, reconocido como la mayor banda criminal de Venezuela.

Se sentaba en su trono, a lo capo de la mafia, el Niño Guerrero, el pran de Tocorón y líder del Tren de Aragua. Allí vivía, rodeado de prostitutas, droga y mucho alcohol. Hacía lo que le daba gana. Tocorón no era una cárcel, era su Versailles. La Catedral de Pablo Escobar, pero sin parceros y ave marías.

Entró la dictadura, disparando al aire. Y se tomó la cárcel, sin mucha resistencia. El Niño Guerrero, por cierto, ni estaba presente. Ya había huido y hay reportes de la prensa de que ahora ni está en Venezuela, sino en Perú. El operativo fue reportado como si se tratara de una impresionante gesta policial. El régimen, a todo pulmón y desde todos sus aparatos de propaganda, lo gritó: estamos pacificando el país.

No tienen que decirlo, pero es claro: se trata de la fórmula Bukele, que se ha vuelto tan popular en todo el continente. Aún en las antípodas, parece que Maduro quiere un poco de aquello que ha convertido al presidente de El Salvador en el jefe de Estado más popular de todo el continente. Imágenes duras de los presos sometidos, en fila, como si fueran ganado, son el atajo perfecto para demostrar la dureza del Estado contra el crimen organizado. El tirano de Venezuela hizo lo propio.

Pero no engaña a nadie. A nadie le puede vender la idea de que, de la noche a la mañana, el chavismo decidió combatir el crimen. No pueden, porque todos recordamos qué ha hecho el chavismo frente al crimen: absolutamente lo contrario a combatirlo.

Si existe el Tren de Aragua, es por el chavismo. Si en la toma de Tocorón hallaron una piscina, un zoológico y un arsenal digno de un ejército, fue por el chavismo. Porque el chavismo, por allá a principio de los dos miles, empezó a armar a su gente. Nacieron los colectivos, que fueron los grupos paramilitares de Hugo Chávez y las armas empezaron a rodar, sin pudor alguno, por todo el país. Arsenal como si en días fueran a invadir los gringos. Pero era arsenal que se disponía contra la población civil. Cohetes, misiles antiaéreos, granadas y el fusil que te puedas imaginar.

Cuando hay socialismo, manda el crimen. Siempre ha sido así. Las cárceles venezolanas, bajo la bota de Chávez y Maduro, jamás fueron cárceles. Han sido centros de recreación, vicios y perversión. Pueblos sin ley, sin sheriff, pero con mucha droga.