¿Está MAGA contra el Sueño Americano?
Si Trump quiere conservar su liderazgo, lo mejor es que triunfe la visión de Musk. El proteccionismo y el aislacionismo son males retardatarios para los países. EEUU no se hizo grande mirándose cobardemente el ombligo.
Cuando Donald Trump eligió a Sriram Krishnan como asesor de políticas sobre inteligencia artificial, abrió la caja de Pandora y expuso (¿tal vez adrede?) una de las principales fisuras dentro de la derecha norteamericana.
Krishnan es un prominente empresario tecnológico indio-estadounidense, ejemplo del Sueño Americano. Nació en Chennai, India, en el seno de una familia de clase media con el marco de restricciones propias de su país de origen. Cuenta la leyenda que su familia no podía permitirse el acceso a Internet, pero aun así Sriram logró que su familia le comprara una computadora con la que, en solitario, practicaba los conceptos básicos de codificación por las noches. Con esa precaria base se impulsó en el mundo de la tecnología de la información hasta obtener el éxito que lo llevó a la Casa Blanca.
El Sueño Americano es un mito fundacional estadounidense. Representa una serie de valores muy arraigados en la narrativa de un país que desde su fundación, en tiempo récord logró ser el más importante y poderoso del mundo, venciendo a los imperios que lo precedieron y lo moldearon.
El EE UU líder mundial basa su éxito en la movilidad social ascendente, sostenida por la idea de la tierra de oportunidades para todo el mundo. El Sueño Americano también representa al hombre hecho a sí mismo y con él al esfuerzo, al tesón y a la motivación individual. En definitiva, el Sueño Americano es un homenaje al mérito, al coraje y a la visión.
El presidente Trump va a encontrar, en esta segunda presidencia y país dividido, enfrentado, más empobrecido y complejo que cuando lo dejó en 2020. Trump también va a encontrar un país que en muchos aspectos ha perdido la esperanza y el relato de cómo se percibe a sí mismo. En sólo cuatro años mucho ha pasado, las desastrosas “bidenomics” han arruinado muchos sectores de la economía, el sistema educativo en todos los niveles es un coto de caza de la izquierda radical, el mundo es una bomba a punto de estallar en todos los continentes.
En definitiva, EEUU y el presidente Trump necesitan volver a los mitos fundacionales, para sostener y reparar el alma de Estados Unidos. Esta es una milagrosa segunda oportunidad para recobrar el orgullo de ser americano y los valores que hagan al país grande de nuevo: ¿qué mejor para este propósito que un personaje como Sriram Krishnan? Un joven inmigrante hecho a sí mismo y exitoso, que ha formado una familia de la que puede presumir, especializado en la industria del futuro.
Sin embargo, la nominación de Krishnan generó una reacción negativa que tomó dimensiones ridículas, contradictorias, y por momentos infantiles. A la ofensiva contra su nominación se agregó la polémica alrededor de las visas H-1B para trabajadores extranjeros especialmente cualificados, cuyos topes y burocracia tanto Krishnan como otros empresarios habían criticado.
La polémica expuso las tensiones internas en la coalición de Trump, en la que conviven al menos dos cosmovisiones contrapuestas. Por un lado los ciudadanos que apuestan por la innovación, el riesgo y la competencia, vale decir: quienes quieren adaptar los valores que hicieron grande al país a los retos actuales y desafíos del futuro. Por el otro, quienes sueñan con regresar el tiempo atrás, a un pasado ficcional e idílico. Sectores deseosos de un proteccionismo y un aislacionismo al que pretenciosamente llaman “conservadurismo”.
Pero eso no es ser conservador, porque una cosa es conservar los valores y otra cosa es pretender encorsetar al país en una burbuja. No se puede ser líder mundial escondido tras un confort que para colmo está en franca decadencia. El proteccionismo y el aislacionismo son males retardatarios para los países y suicidas para las economías de los imperios. EEUU no se hizo grande mirándose cobardemente el ombligo.
La reacción de activistas como Loomer, Gaetz o Bannon; que se adjudicaron el control del corazón MAGA, desató una respuesta de Elon Musk y Vivek Ramaswamy. Musk defendió vehementemente la contratación de talento extranjero, enfatizando que restringirlo beneficia a la competencia, como por ejemplo China. Irónicamente se preguntaba: “¿Quieres que Estados Unidos gane o pierda?”. El jefe de X también denunció la “falacia de la torta fija”, argumentando que la creación de empleos y empresas es ilimitada.
¿Cómo puede ser que existan sectores MAGA a los que aún haya que explicarle estas obviedades? Desde una perspectiva capitalista, el dinamismo es crucial para el éxito. La prosperidad demanda crecimiento y competitividad. En contraste, la visión que prioriza objetivos identitarios no sólo se emparenta con lo más rancio del wokismo sino que es un camino que lleva a la degradación nacional. El proteccionismo no es patriota.
Lo cierto es que la lucha interna entre Musk y la base dura de MAGA parece haber desatado una guerra civil cuyos alcances apenas comenzamos a vislumbrar. Como contraofensiva, Ramaswamy apoyó a Musk con una prolongada argumentación sobre que Estados Unidos estaba condenado a decaer si se orientaba hacia la mediocridad.
“La razón por la que las principales empresas tecnológicas a menudo contratan a ingenieros nacidos en el extranjero y de primera generación en lugar de a estadounidenses ‘nativos’ no se debe a un déficit innato de coeficiente intelectual estadounidense”, escribió. “Una cultura que celebra a la reina del baile por encima de la campeona de las olimpiadas de matemáticas, o al deportista por encima del mejor alumno, no producirá los mejores ingenieros. La 'normalidad' no es suficiente en un mercado global hipercompetitivo para el talento técnico. Y si pretendemos que sí lo es, China nos dará una paliza”.
">The reason top tech companies often hire foreign-born & first-generation engineers over “native” Americans isn’t because of an innate American IQ deficit (a lazy & wrong explanation). A key part of it comes down to the c-word: culture. Tough questions demand tough answers & if…
— Vivek Ramaswamy (@VivekGRamaswamy) December 26, 2024
El presidente electo Donald Trump ha respaldado a Elon Musk metiéndose en la disputa que ha dividido a sus seguidores afirmando que siempre le han gustado y que tiene empleados con visas H-IB trabajando en sus propiedades “Es un gran programa” indicó.
La apertura de Trump a la inmigración legal confirma la visión y madurez política del presidente electo, que no se contradice en nada con su lucha contra la inmigración ilegal. Sólo una mente afiebrada puede pretender comparar ambas cosas. Una sociedad que no reclama mérito, superación o esfuerzo para sí y para sus dirigentes es una sociedad condenada a la demagogia de la gratificación instantánea, propia del populismo que pretende solucionar los problemas con la varita mágica de escribir leyes. Pretender que de esas usinas surja la excelencia es ridículo.
Durante el fin de semana Musk tomó una postura muy combativa, asegurando que la razón por la que está en Estados Unidos, junto con sus empresas es gracias a las visas H1B. El hombre más rico del mundo habló de ir a la guerra por este tema. Pero en las últimas horas moderó sus palabras en un intento de calmar las tensiones. El multimillonario propuso una posible reforma del programa, pero es necesario destacar que en declaraciones anteriores había prometido expulsar a los “racistas odiosos e impenitentes” del Partido Republicano. Musk, de nuevo, está diagnosticando muy bien el problema.
Si EEUU quiere conservar su liderazgo y tener una chance de salir airoso del pozo en el que Joe Biden lo metió luego de cuatro años de administración pasmosa, lo mejor es que triunfe la visión de Musk y Krishnan. Lo demás es un proyecto demagógico, paternalista y miope. Una alternativa lamentable que privará a las empresas estadounidenses de trabajadores talentosos, envenenará la economía y fortalecerá a China.
Este conflicto interno ha sido, de alguna manera, una llamada de atención y una oportunidad para que Trump defina el perfil de su segunda presidencia y el futuro del movimiento conservador en Estados Unidos.
Se trata de un momento bisagra para determinar si el país elige el liderazgo y el crecimiento que defienda el Sueño Americano o se oculta en el estancamiento y el aislacionismo que sólo ofrece decadencia. Porque como decía el gran Thomas Sowell: "El sueño americano sigue vivo para quienes no están familiarizados con la ideología del victimismo".
En el fragor de la batalla, Elon Musk escribió: “Cualquiera, de cualquier raza, credo o nacionalidad, que vino a Estados Unidos y trabajó como un demonio para contribuir a este país tendrá por siempre mi respeto. Estados Unidos es la tierra de la libertad y las oportunidades. ¡Lucha con todas las fibras de tu ser para que siga siendo así!”
Hoy, el presidente Donald Trump rompió una lanza por estas palabras y trajo de regreso al Sueño Americano.
Bienvenido sea.