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La batalla por los polos se acelera: así está la carrera entre las grandes potencias por el control del Ártico y la Antártida

Hierro, antimonio, cromo, oro, molibdeno, uranio, petróleo y diamantes. Todo eso y mucho más es lo que ofrece el "último continente por colonizar", lo que lo vuelve un objeto de deseo para los actores más importantes del mundo. 

AntártidaAFP

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Si hace 60 años la carrera que preocupaba a las grandes potencias era la lunar o espacial, en el siglo XXI hay una carrera con muchos más competidores que la anterior y es por la Antártida. Estados Unidos, China, Australia y Argentina, entre otros, ya se están posicionando para poder reclamar el “último continente por colonizar”.

¿A qué se debe esta competencia creciente? ¿Qué tiene la Antártida para ser tan codiciada? Bueno, el continente antártico posee una incalculable cantidad de recursos naturales, como hierro, antimonio, cromo, oro, molibdeno, uranio, petróleo y diamantes. Por si faltaba algo, Foreign Affairs habla de “lo que puede ser el manto carbonífero más grande del mundo”.

A su vez, ofrece acceso a los océanos Atlántico, Índico y Pacífico, siendo también fundamental para las comunicaciones globales, dado que ofrece quizás la mejor visión del espacio.

Con todo esto en mente, la competencia por estos recursos entre una interesante variedad de países promete ser muy reñida, como la primera carrera que aparece en la popular película ‘Cars’.

A raíz del Tratado Antártico de 1961, se ha creado una falsa sensación de calma y seguridad alrededor de este continente, sensación que de a poco se va erosionando con el año 2049 en la mira.

¿Qué es el Tratado Antártico?

Acordado a mediados del siglo XX, su objetivo principal era evitar que las tensiones de la Guerra Fría llegaran al Polo Sur. Su texto prohíbe el uso del continente con fines militares y, en cambio, promueve la cooperación científica.

Poco después, una serie de acuerdos integrados en el Sistema del Tratado Antártico, lograron mantener al continente como un sitio internacional neutral.

A menos que se tengan alguna relación científica, la actividad militar y los ensayos de armas nucleares están prohibidos en el continente, y las partes del tratado están obligadas a proporcionar un acceso libre a sus estaciones de investigación, las cuales están sujetas a inspección.

Actualmente, 54 países son parte del tratado, con siete países que han presentado reclamos territoriales: Argentina, Australia, Chile, Francia, Nueva Zelanda, Noruega y el Reino Unido. 

Este texto tiene fecha de vencimiento en 2049 y se espera que las negociaciones para renovarlo sean más que conflictivas.

La carrera por el polo sur del siglo XXI

Según Elizabeth Buchanan, investigadora de seguridad internacional que dialogó con Foreign Affairs, las décadas de tranquilidad en la Antártica están muy cerca de llegar a su fin, algo que entiende incluso como algo natural dado el contexto global. 

Olvidamos que el Tratado se elaboró durante el contexto de la Guerra Fría. No era un momento de Kumbaya para tomarnos de la mano y realizar investigaciones sobre el clima. Eso no era realmente un interés en ese entonces, como tampoco lo era la inseguridad de los recursos", explicó. 

En efecto, las partes ya no se encuentran muy cómodas conviviendo entre sí e incluso algunas juegan constantemente al borde de romper las reglas, aprovechando que no existe un mecanismo formalizado de castigo. Ya es la segunda vez que, durante Reunión Consultiva anual del Tratado Antártico, Rusia presenta documentos cuestionando si el sistema del tratado todavía es adecuado. 

El ejemplo más claro está en los satélites, como el BeiDou de China, el GLONASS de Rusia, el GPS de los Estados Unidos y el Galileo de la Unión Europea. Todos estos sistemas dependen de receptores terrestres antárticos para funcionar y, aunque resultan de gran importancia para la investigación científica, también tienen claras aplicaciones de seguridad militar.

A su vez, muchos de estos países dependen exclusivamente de sus ejércitos para operar en la Antártida. Por ejemplo, Argentina, Australia, Nueva Zelanda, el Reino Unido y los Estados Unidos suelen desplegar personal militar para expediciones científicas, del mismo modo que China y Rusia se apoyan en sus militares para brindar apoyo logístico para algunas misiones.

"Parte de la razón por la que la Antártida es vulnerable a la competencia estratégica es que los países ya tienen una presencia científica allí que podría transformarse fácilmente en una presencia militar", explicaron desde Foreign Affairs

"El sistema funciona sobre la base de la confianza, lo que presenta una oportunidad propicia para el abuso"

En este contexto, los países involucrados parecieran estar a gusto con este coqueteo constante con el rompimiento de reglas.

Las operaciones que van en contra del espíritu del Tratado Antártico son cada vez más comunes, como las exploraciones para mapear la existencia de hidrocarburos y minerales. Con el pretexto de la investigación científica, inocentemente se van cuantificando y localizando los recursos más valiosos de la Antártica… solo por si acaso. En este punto, el país que sobresale es China.

El Gobierno de Xi Jinping tiene muy en la mira los recursos naturales del polo sur y no parece dispuesto a dejar nada al azar antes del 2048. El detalle se encuentra en el plan quinquenal publicado en marzo de 2021, en el que Beijing argumenta que expresó que “aumentaría su capacidad para participar en la protección y utilización del Polo Sur”.

En diálogo con The Post, la especialista Anne-Marie Brady, documentó algunos intentos de China para mapear reservas de carbón y los depósitos de metales submarinos entre África y la Antártida, como así también otras actividades no declaradas de exploración mineral en un área reclamada por Australia.

A su vez, desde el Centro de Estudios Estratégicos Internacionales indicaron que las instalaciones y crecientes expediciones chinas pueden “allanar el camino para que China tenga una mayor participación en la futura gobernanza de la región y una oportunidad para dar forma a las futuras reglas en torno a los recursos minerales”.

En 2019, China propuso establecer una Zona Antártica Especialmente Gestionada, diseñada para que un país pueda restringir y dictar el acceso para proteger su agenda de investigación científica. A pesar de que la petición fue rechazada, puso de manifiesto las ambiciones del gigante asiático en el polo sur.

Otros países con claras ambiciones en la región son Rusia e Irán. En el primer caso, sus expediciones en el mar de Weddell aumentaron significativamente. Según un comunicado oficial, la razón no es otra que “estudiar y evaluar el potencial mineral del subsuelo de la Antártida y sus mares marginales”, según un comunicado oficial.

En cuanto a Teherán, su comandante de la marina, Shahram Irani, anunció recientemente planees para construir una base permanente en la Antártida, llegando incluso a afirmar que Irán de alguna manera tenía "derechos de propiedad" en el Polo Sur.

La carrera al 2049

Por lo pronto, las potencias mundiales optan por mapear los recursos del polo sur y bordear el incumplimiento del tratado. Eso sí, con los ojos bien puestos en 2049, año en el que el tratado llegará su fin comenzarán las negociaciones para renovarlo o adaptarlo a los tiempos que corren. 

El tratado es lo único que impide que los países se lancen a por los recursos naturales de la región, lo que lleva a pensar que, a medida que ese año que parece tan lejano se vaya acercando, la carrera por el control del Ártico y la Antártica se va a poner paradójicamente cada vez más caliente. 

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