El chocolatero más famoso de la gran pantalla regresa con 'Wonka', una película entrañable que endulzará las navidades
El largometraje protagonizado por Timothée Chalamet se estrena este 15 de diciembre en las salas estadounidenses.
El actor Timothée Chalamet tenía un gran reto por delante. Debía ponerse en la piel de Willy Wonka, el famoso chocolatero de las novelas de Roald Dahl, al que ya dieron vida anteriormente intérpretes de la talla de Johnny Depp y Gene Wilder. Y lo cierto es que lo ha conseguido. El joven actor ha recreado los primeros pasos de Willy en Wonka, la precuela del largometraje de 2005, Charlie y la fábrica de chocolate, que aterriza en la gran pantalla estadounidense este viernes, 15 de diciembre. Su personaje, aunque es cierto que no llega al histrionismo de Deep, no decepciona en absoluto.
Chalamet nos da así un primer vistazo a un Willy Wonka más emotivo y quizás más preocupado por aquellos que le rodean, a quienes intenta ayudar mientras persigue su sueño de convertirse en el mejor chocolatero del mundo, cumpliendo así el último deseo de su difunta madre. Para lograrlo, sin embargo, deberá ir a las Galerías Gourmet, situadas en un país europeo que bien podría ser Suiza, pero que no se desvela en todo el largometraje.
Allí están tres de las mayores industrias chocolateras del mundo, todas ellas dirigidas por magnates del cacao que no dudarán en hacer lo necesario para deshacerse de un Willy Wonka que pronto amenaza sus negocios con sus nuevas ideas atrevidas y, especialmente, con un chocolate que bien podría atraer a su clientela más fiel. Ante esto, los villanos de la película, Arthur Slugworth (Paterson Joseph), Prodnose (Matt Lucas) y Fickelgruber (Mathew Baynton) idearán un plan para acabar con un entusiasta Willy Wonka y salvar así su reinado del chocolate.
Los villanos, el aspecto a mejorar en 'Wonka'
Ellos son, quizás, el punto débil de la película. Es cierto que los personajes brillan y la interpretación de todos ellos es digna de un musical. Sin embargo, sus tramas pecan de previsibles, especialmente la de Slugworth, cuya historia se intuye prácticamente desde el primer minuto. Se salva el personaje del capitán de policía y aliado de nuestros villanos, interpretado por un brillante Keegan-Michael Key. Él da vida a un carismático personaje adicto al chocolate que nos recuerda al niño glotón que apareció en el largometraje de 2005, no solo por su amor hacia este dulce sino especialmente por su carácter.
También son reseñables los aliados de Willy, a quienes conoce en un hostal de dudosa reputación y con quienes hará buenas migas desde el principio. Conocemos así a Noodle (Canan Lane), una huérfana cuya vida cambiará después de conocer al joven chocolatero. A pesar de su naturaleza desconfiada, ella acabará inmersa en la misión de Willy y poco a poco se irá abriendo al joven que terminará conectando con ella. Se crea así una de las amistades más bonitas de Wonka y un guiño directo a Charlie y la fábrica de chocolate, ya que comprendemos algo mejor la relación que tiene el maestro chocolatero con los más pequeños de la casa.
Guiños a 'Charlie y la fábrica de chocolate'
No son las únicas referencias a la película ni, mucho menos, a la novela que encontramos en Wonka. También regresan los Oompa Loompas. Aunque, en esta ocasión, solo contamos con uno interpretado por Hugh Grant. Su aparición queda reducida a prácticamente un cameo, pero bien sirve para dar a conocer la relación que tiene el maestro chocolatero con estos peculiares personajes que, como no, vuelven a interpretar su mítica canción.
La música es el aspecto más positivo del largometraje. No por nada Wonka se trata de una película musical, pero las composiciones brillan con luz propia. Todas las canciones encajan perfectamente en la trama y son un punto destacable para todo aquel que disfrute de una buena banda sonora. De hecho, raro sería que Wonka no acabe con varias nominaciones en la próxima temporada de premios, una de ellas, seguro, por su banda sonora, que podría optar una de las ansiadas estatuillas del Óscar y lo haría por méritos propios.