En Nueva York los comerciantes optan por armarse ante el aumento de la delincuencia y la inoperancia policial

Cuenta Jhonny Núñez, un expolicía de la ciudad, que ha ayudado a cientos de empresarios a sacarse el permiso para portar armas.

Radhamés Rodríguez es propietario de tres negocios en Manhattan y líder en la Asociación de Bodegueros de Nueva York. Cada día enfrenta un desafío común y constante: los robos. A pesar de las cámaras de videovigilancia, su tienda es asaltada al menos una vez al día.

"Ya mira aquí nos han quitado los candados... Fíjate cómo ya vienen aquí quitando todo esto, esos son los mismos que roban. Porque son los productos que más les gusta robar", comenta Rodríguez a la reportera de Voz Media, Mamen Salas, mientras señala la estantería de jabones.

Cuando Salas le preguntó por qué esos productos son los más robados, su respuesta fue clara: "Porque son los que más fáciles pueden vender y consiguen el dinero más rápido".

La policía de Nueva York describe la situación como una ola de robos violentos que tiene en vilo a los comerciantes. Para protegerse, muchos han tenido que recurrir a medidas desesperadas.

"Antes lo que teníamos eran bates, o algo así para protegernos porque muchas veces vienen personas agresivas y realmente uno a veces no puede enfrentarles porque no sabe con lo que ellos pueden salirle a uno, pero la situación se ha vuelto difícil y ya uno ha decidido armarse diferente", explica Rodríguez.

Hace un año, Radhamés Rodríguez obtuvo la licencia para portar armas. Aunque no le agrada llevarla, siente que no tiene otra opción.

"Ya aquí no estamos protegiendo el negocio, estamos protegiendo nuestras vidas", afirma.

Durante la conversación con la reportera Mamen Salas, entró Jhonny Núñez, un policía retirado de Nueva York, quien ayudó a Radhamés a obtener su permiso de armas.

Para Jhonny, la clave está en saber cuándo usar la pistola. "El porte de armas tiene que ser oculto. Nunca sacar el arma a menos que ya sea una situación inminente que tu vida esté en peligro", dice.

Las imágenes de las cámaras de seguridad muestran robos como el que describió Rodríguez, repetidos a diario en todo tipo de negocios. Este aumento de la delincuencia ha llevado a más de 300 personas a recurrir a Núñez en el último año para obtener armas.

Núñez explica quiénes son sus clientes más frecuentes: "Personas que enseñan casas en los real estate porque van a enseñar casas y no conocen al cliente y se sienten amenazados, los choferes también. Otra profesión peligrosa, de la que hemos tenido personas, es Uber".

La situación se agrava con la percepción de los comerciantes de que la policía tarda demasiado en llegar cuando se les llama. Este sentimiento coincide con una preocupante realidad: cada vez hay menos agentes en la policía de Nueva York. En los últimos cuatro meses, 566 profesionales han abandonado su puesto.

Los comerciantes, atrapados entre la delincuencia y una respuesta policial limitada, se ven obligados a tomar la seguridad en sus propias manos, en una ciudad donde la línea entre defenderse y vivir con miedo se diluye cada vez más.