El viaje de Jennifer Granholm para mostrar las bondades del vehículo eléctrico destapa sus carencias

El periplo de cuatro días de la secretaria de Energía saca a la luz la falta de puntos de carga, la lentitud de éstos y su falta de fiabilidad.

El viaje de la secretaria de Energía a bordo de un vehículo eléctrico (VE)para presumir de la inversión que la Administración Biden está realizando en energías y automóviles limpios no salió precisamente como ella esperaba. A pesar de que los miembros de la caravana que acompañó a Jennifer Granholm sabían que no sería un paseo de rosas, los cuatro días de excursión que les tomó llegar desde Charlotte a Memphis sacaron a la luz varias de los grandes problemas a los que el VE se enfrenta en la actualidad.

Una llamada a la policía

A pesar de la euforia de Granholm, que llegó a comparar la llegada del vehículo eléctrico con lo que supusieron los automóviles de combustión para los carruajes y caballos, en cada una de las paradas, los participantes vivieron en su propia carne los principales hándicaps a los que estos vehículos se enfrentan. En primer lugar, no hay suficientes cargadores. Este punto provocó incluso que la policía tuviera que personarse en un punto de carga en el que la secretaria y su séquito pretendían recargar. Uno de los vehículos de combustión que acompañaban al convoy se encontró con un punto de carga rápida de cuatro cargadores con uno roto y dos ocupados.

El carro oficial se situó en el puesto restante, provocando que una familia que esperaba para cargar su vehículo llamara a la policía para exigir su desalojo. No obstante, los agentes que se desplazaron al lugar no pudieron hacer nada puesto que en Georgia no es ilegal que un vehículo de combustión reclame un punto de carga. El personal de la Secretaría consiguió calmar los ánimos enviando a coches de  la caravana a cargadores lentos, dejando sitio para la familia y Granholm.

Los problemas del vehículo eléctrico en EEUU

No fue el único "pero" al uso del vehículo eléctrico. La periodista de NPR Camila Domonoske, que viajó con Granholm para ver de primera mano la situación, apunta que los cargadores existentes "no son suficientemente rápidos". Los cargadores más rápidos permiten que el vehículo esté recargado en unos 20 minutos (y sólo los automóviles más modernos), mientras que siguen existiendo puntos que obligan a esperar más de una hora para poder seguir adelante. Para incentivar los cargadores rápidos, la Administración tan sólo está subvencionando puntos de carga de 150 kilovatios o más potentes.

El tercer reto es que los puntos de recarga funcionen. Lo que no debe de ser tan habitual cuando otro de los requisitos del Ejecutivo para dar ayudas es que los cargadores "funcionen al menos el 97% del tiempo". En su viaje, Granholm encontró puntos de carga con la pantalla rota, cargadores que suministraban electricidad a un tercio de la velocidad prometida, coches que salían sin cargar completamente... Según un estudio de J. D. Power sobre la confianza de los puntos de carga, apenas el 22% de los ciudadanos de cinco estados considera que los puntos de carga públicos son fiables.

A esto hay que sumar lo engorroso que resulta planificar un viaje a bordo de uno de estos vehículos. Frente a las gasolineras, que son fáciles de encontrar, viajar a bordo de un carro eléctrico requiere horas de trabajo previo en busca de puntos de carga rápido durante el día y hoteles que permitan que los vehículos se recarguen de manera más lenta durante la noche. Asimismo, se deben mirar reseñas actualizadas para asegurarse de que el lugar donde te diriges está en funcionamiento, y que lo hace de manera correcta.