¿Por qué la lista de libros más vendidos del NYT no recoge los libros más vendidos?

Nuevas acusaciones por la exclusión de libros que lideran las ventas en distintas plataformas indican que el periódico incluye o excluye libros según sus preferencias.

Aunque The New York Times ya dejó claro en 1983 que su prestigiosa lista de libros más vendidos tiene más de "contenido editorial" que de "objetividad matemática", cada año nuevos autores siguen sorprendiéndose por la arbitrariedad con la que el periódico elabora este listado. Las nuevas quejas de autores o editoriales de que sus libros encabezan las ventas según Amazon u otros medios pero ni siquiera aparecen entre los destacados por el periódico con sede en NY, han vuelto a poner de relieve los opacos criterios con los que el medio justifica su selección. Elon Musk fue uno de los más contundentes en su cuenta de X: "pura propaganda".

"Todo el mundo sabe que es una farsa"

La semana pasada, dos autores volvieron a poner en evidencia que los libros que más se venden no aparecen reflejados necesariamente en la lista del NYT de los libros más vendidos. Terapia mala, de Abigail Shier, fue el libro más vendido en Amazon, lo que no le valió para aparecer siquiera en el prestigioso listado. Rob Henderson, que vivió algo parecido con su obra Troubled, se hizo eco del lamento de Shier y fue más allá: "Todo el mundo sabe que es una farsa, pero sigue cayendo en ella. Mientras tanto, nos toca a todos apoyar a los autores audaces".

Aunque este "todo el mundo" pueda sonar pretencioso, lo cierto es que el propio NYT se vio obligado a reconocer ante un tribunal en 1983 que la lista es "contenido editorial". Es decir, que ellos mismos pueden elegir incluir o excluir libros según les agraden más o menos. El argumento del periódico convenció al juez ese año y al propio Tribunal Supremo tres años después, aunque hizo desaparecer gran parte del mito y el glamour de la publicación.

La lista "no era matemáticamente objetiva"

Fue William Peter Blatty, autor de El Exorcista, el artífice de desmontar la presunta objetividad matemática de la publicación. El secuela del conocido libro de Blatty, Legión, no entró en la lista, por lo que el escritor demandó al NYT por seis millones de dólares. En la demanda, acusaba al periódico de ignorar las verdaderas cifras de ventas de su editor y mantener al libro fuera de la lista por "negligencia o falsedad intencionada".  Ante el tribunal, los abogados del NYT expusieron que la enumeración de los libros "no era matemáticamente objetiva, sino que era contenido editorial y, por tanto, estaba protegida por la Constitución como libertad de expresión". Por lo tanto, se trata de "contenido editorial, no contenido objetivo de hechos" y la publicación tiene derecho a excluir o incluir los libros que prefieran. El Tribunal Supremo se negó a revisar el caso años después, por lo que el fallo sigue vigente.

¿Qué dice la metodología del NYT?

A priori, los lectores y -especialmente- los autores piensan que el criterio por el que se rige la lista de los más vendidos del NYT es, precisamente, el número de ejemplares adquiridos por lectores. Una de las grandes dudas está conocer las fuentes de las que bebe el periódico para elaborar el documento, que supone un plus de prestigio y publicidad para la publicación, el autor y la editorial. Lo único que apunta en su metodología es:

Las clasificaciones reflejan las ventas por unidad comunicadas de forma confidencial por los vendedores que ofrecen una amplia gama de títulos de interés general publicados en Estados Unidos. Cada semana, miles de puntos de venta diversos comunican sus ventas reales de cientos de miles de títulos individuales. El panel de minoristas informantes es exhaustivo y refleja las ventas en decenas de miles de tiendas de todos los tamaños y grupos demográficos en todo Estados Unidos.

Sin embargo, no dice cuáles son las tiendas que participan, ni el criterio que les lleva a seleccionarlas. En el artículo Detrás de las listas de libros más vendidos ("no mejor valorados") del New York Times, el medio explicaba las razones:

Nuestras listas reflejan los informes de nuestro panel confidencial de decenas de miles de minoristas. No revelamos esas fuentes para evitar posibles presiones sobre los libreros e impedir que la gente intente colarse en las listas. La clasificación de un libro en una semana determinada depende de muchas variables. Las semanas en las que se producen grandes estrenos en varias categorías serán diferentes de las semanas más tranquilas.

No les faltan razones para el secretismo. En 2018, una editorial consiguió llevar a una escritora desconocida a lo más alto de la lista de libros juveniles de tapa dura más vendidos. Para ello, "la autora y su editor compraron el libro para que entrara en la lista encargando estratégicamente grandes cantidades de ejemplares a las tiendas que informan de sus ventas al New York Times", según explicaba P. J. Harris -seudónimo bajo el que escriben dos hermanas- en Kill Zone. El periódico sacó el libro del listado tan pronto como se descubrió el engaño.

Las compras estratégicas al por mayor o de otro tipo realizadas por un autor o una entidad que trabaja en su nombre con la intención de sesgar las listas ocurren con frecuencia. Recibimos denuncias anónimas de autores que han comprado sus propios libros en tiendas de todo el país con la intención de que sus ventas parezcan orgánicas. Después, esos libros se enviaron a almacenes climatizados para ser revendidos en menor número en otros lugares, regalados a amigos y socios o convertidos en pasta de papel.

El propio NYT reconoce que las grandes editoriales invierten miles de dólares en inflar las ventas de sus libros: "Aunque estas prácticas no son ilegales, no reflejan fielmente el interés del público por un libro. También son injustas para otros autores que quizá no dispongan de cientos de miles de dólares para hacerlo o que se ganan su clasificación en función de las ventas reales", señala el medio.