Mundial de Rugby: Sudáfrica se consagra ante Nueva Zelanda en una final para la historia

Los Springboks se impusieron a los All Blacks por 11-12 en un partido muy cerrado y sufrido.

Con una gran muestra de jerarquía en el primer tiempo y una increíble capacidad de sufrimiento en el complemento, Sudáfrica se consagró por cuarta vez en la historia como campeona del mundo imponiéndose a una combativa Nueva Zelanda, que pudo haber triunfado de no ser por sus propios errores no forzados, especialmente durante los primeros 40 minutos.

Fue Sudáfrica la selección que llevó las riendas del partido en la primera mitad. El flamante bicampeón del mundo se posicionó en campo neozelandés desde los primeros compases del partido poniendo a Pollard a marcar puntos con patadas desde zonas favorables.

De hecho, pocas veces se vio a Nueva Zelanda tan incómoda como en el primer tiempo de la final, pues la amarilla temprana de Shannon Frizell, a los dos minutos de cotejo, influyó directamente en el desarrollo del partido.

Los All Blacks jugaron prácticamente en inferioridad numérica durante un 80 % del tiempo regular, pues incluso su capitán, Sam Cane, cometió el grave error de taclear por encima de la zona reglamentaria ganándose una expulsión permanente. A todo esto, Sudáfrica imponía las condiciones, con un juego muy físico en zona central y logrando posicionar el ovoide en los carriles externos con pases con el pie de muchísima calidad.

Aún así, jugando 14 contra 15, Nueva Zelanda resistió el asedio sudafricano y logró evitar que los africanos convirtieran ensayos a lo largo del primer tiempo. Ciertamente, Pollard marcó cuatro tiros de tres, para llegar a doce unidades, pero conforme avanzó el partido, los oceánicos se asentaron; ganaron terreno, manejaron la posesión y lograron dos conversiones de tres puntos. 12-6 al descanso, considerando la superioridad surafricana, era un gran negocio.

Los All Blacks rozaron la gloria

En la segunda parte, la historia fue diferente. Sudáfrica, que pecó de conservadora durante toda la primera mitad yendo a los palos en cada posesión fructífera, salió a buscar el try tempranero para sentenciar el final apenas iniciado el complemento. Estuvieron muy cerca, pero Nueva Zelanda aguantó el asedio y, a partir de su propia rebelión y calidad en ataque, sumada a la tarjeta amarilla de Siya Kolisi, quien dejó a los equipos por 10 minutos con 14 jugadores, los All Blacks empezaron a asediar a los sudafricanos.

De hecho, los neozelandeses se posicionaron en campo sudafricano por varios minutos llevando la pelota al último tercio de cancha y, finalmente, lograron romper la resistencia a través de Mo'unga quien armó un jugadón y asistió a Smith para cerrar un try que gritó todo el Stade de France.

Sin embargo, por un polémico toque adelante en el inicio de la jugada, la jugada de seis puntos fue anulada.

La situación no tiró para abajo a los All Blacks, que volvieron a la carga por izquierda y, a través, Mark Telea, que jugó un partido memorable, alcanzaron la tan esperada conversión finiquitada por el bueno de Beauden Barrett.

El partido se puso 11-12, faltaba convertir el punto adicional, pero los neozelandeses perdonaron, a través de Mo'unga, quien no pudo consagrar su gran partido desde una posición muy esquinada.

Nueva Zelanda no solo erró el punto de conversión, sino también una patada de larga distancia para poner el partido 14-12, en los pies de del propio Beauden Barrett, que alcanzó la potencia suficiente pero no logró la dirección adecuada.

En el balance general, en una final histórica que se definió en los detalles, Sudáfrica tuvo un poco más de fuego sagrado que Nueva Zelanda. Los sudafricanos tuvieron calidad y jerarquía en la primera mitad y también esa pisca de suerte en los momentos clave: decisiones arbitrales, balones sueltos y jugadas cerradas. Situación similar a los partidos de cuartos de final ante Francia y semis contra Inglaterra, donde los Springboks también se impusieron por una unidad.