En cada edición el objetivo es el mismo: decrecer, generar más fondos para las políticas climáticas y sus gestores.

Comienza hoy el evento climático más importante del año, la Conferencia de Partes (COP) de la Convención Marco de las Naciones Unidas para el Cambio Climático (Unfccc). Esta es su 28º edición, y los líderes mundiales se reunirán en Dubai, Emiratos Árabes Unidos, (sí, en un país petrolero). La COP28 estará presidida por el sultán Ahmed Al Jaber, ministro de Industria y Tecnología, su máximo responsable es el director ejecutivo de la Compañía Nacional de Petróleo de Abu Dhabi (ADNOC), esta paradoja ha levantado varias quejas y muchos rumores de renuncia en la previa al evento, aunque ya parecen haber sido zanjadas las suspicacias. Las COP tienen por objetivo negociar y alcanzar acuerdos internacionales vinculados al cambio climático. En la COP de 1997 se estableció el Protocolo de Kioto, y en la de 2015 se firmó el Acuerdo de París, ambos documentos han sido un fracaso en toda regla, salvo por su capacidad de insumir ingentes cantidades de dinero que invierten los países en sostener la hipocresía de los líderes mundiales.

Este año, la COP28, tendrá el notable récord de dejar la mayor huella de carbono de la historia de las cumbres de la ONU, a cargo de los miles de aviones que trasladarán a sus ostentosos participantes, un detalle de color que no sonrojará a los interesados. La conferencia, que se celebrará del 30 de noviembre al 12 de diciembre, se centrará en estrategias globales para reducir las emisiones y acelerar el abandono de los combustibles fósiles en favor de la energía verde. Históricamente, los más importantes asistentes a estas conferencias han sido objeto de crítica por viajar a ellas en jets privados mientras sermoneaban sobre la importancia de reducir las emisiones, pero particularmente este año, la cantidad de asistentes y un servicio de conserjería de lujo que ofrecía vuelos chárter privados para el evento del negocio climatológico, pone de manifiesto el carácter falsario de la reunión. Además de volar a los Emiratos Árabes Unidos, los asistentes se hospedarán en hoteles de alta gama donde servirán, según el sitio web de la COP28, "alimentos y bebidas ambientalmente sostenibles, socialmente responsables, deliciosos y nutritivos", un alivio.

Una de las claves de la COP28 es una especie de balance llamado "pérdidas y daños", que viene a ser un programa internacional de "reparaciones climáticas". Se trata de millonarios presupuestos que saldrán de los bolsillos de los contribuyentes, principalmente estadounidenses, para reforzar las arcas de las organizaciones no gubernamentales. Un presupuesto sideral para activistas que atraerá cifras récord de fans de la "emergencia climática" dispuestos a atacar obras de arte y pegarse al asfalto. Recientemente, el enviado especial de EEUU para el clima, John Kerry, sugirió que Estados Unidos pagará "millones" al fondo, en cambio China tiene muy pocas obligaciones con dicho fondo porque está clasificado como "país en desarrollo" aunque es el principal emisor y la segunda economía del mundo.

Habitualmente en las COP los primeros días se presentan informes y los, sistemáticamente fallidos, pronósticos que no por inexactos dejan de ser profusamente difundidos. A los conocidos sobre aumento de temperaturas se suma el informe de Global Carbon Project (GCP) y se extiende el calendario de actividades a las protestas de los colectivos ecologistas como Extinction Rebelion y sus segundas marcas. La segunda parte es la plenaria, donde las 198 partes firmantes deben mostrar si hicieron lo que en la COP27 de Egipto dijeron que iban a hacer. Spoiler: no, no lo hicieron, no es su culpa, las COP siempre son brindis al Sol.

Cumbre tras cumbre el objetivo es el mismo: decrecer, generar más fondos para las políticas climáticas y sus gestores y todo para recortar las emisiones de CO2 y metano. Los mayores emisores no lo hacen, pero en cambio la UE sí se empeña en condenar a sus países y a sus economías con la obsesión de los recortes. El otro tema es quién paga los compromisos que los líderes declaman. Aquí es donde cobra protagonismo el Fondo para compensar pérdidas y daños que está por ponerse en marcha. El sultán Al Jaber, en una carta a los participantes de la COP28 sostuvo que "si queremos alcanzar los objetivos del Acuerdo de París, los países emergentes y en desarrollo necesitan más de 2,4 billones de dólares de inversión anual en acción climática para 2030", pero está por verse qué economías son candidatas a estos fondos, porque según el acuerdo serían los países en vías de desarrollo, pero con la definición de la COP2, de 1992, China o Arabia Saudí pertenecen a este grupo.

Cabe recordar que también está el Fondo Verde para el Clima (GCF) de la ONU, creado en 2009 que iba a recaudar anualmente 100.000 millones de dólares de países desarrollados para implementar en los países en desarrollo la transición energética, y que según los datos de la OCDE, en 2021 sumó 89.600 millones de dólares, de los cuales 73.100 millones fueron fondos públicos, consiguiendo además magros resultados, tirando a nulos. Según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), los países ricos deberían multiplicar sus aportes por entre 10 y 18 veces, sólo para cubrir las necesidades de adaptación, pero recientemente la ONU publicó el informe Balance Global en el que denunciaba que los Estados y agentes económicos tampoco habían hecho la tarea.

Hace casi un año que Joe Biden viajó a Arabia Saudita. El viaje intentaba que los saudíes produjeran más petróleo y gas y el mismo mensaje se dio a Qatar y los Emiratos Árabes Unidos, con objetivo de reducir la influencia de Rusia como productor mundial. Como sucede siempre con los foros multilaterales, existe una desconexión entre la retórica y la realpolitik que maneja el mundo real. Mientras que algunos países europeos se vuelcan con fervor a la agenda verde, condenando a sus agricultores a la miseria y sacrificando sin piedad a su ganado, por otro lado se promueve la producción de combustibles fósiles en Medio Oriente, que aparentemente está en otro planeta y debe ser por eso que no recibe manifestaciones de Stop Oil. Todos estos manejos no tendrán lugar en la agenda de la COP.

Hay un fuerte componente moralizante abocado al control social de parte de Occidente cuando se trata de esta y otras conferencias similares. Las élites globales se vienen burlando hace rato de sus ciudadanos, antiguamente conocidos como votantes, que no parecen poder cruzar variables de lo más sencillas ni unir causas (su creciente pobreza) con consecuencias (las políticas verdes impuestas sin sentido ni criterio). Por eso los mandatarios del mundo se dan el lujo de no decirle a las personas que los objetivos de desarrollo sostenible y los mandatos climáticos significarán pobreza, hambre, control y pérdida de derechos de propiedad, movilidad y expresión. La desconexión es tal que, por ejemplo, Carlos III, Rishi Sunak y Lord Cameron, todos fanáticos comprometidos calentológicos, volarán por separado, cada uno en sus aviones privados, a la cumbre sobre el cambio climático.

Hay un enorme poder financiero detrás de la COP28 que ejercerá un poder considerable para imponer políticas que no cuentan con el apoyo de los contribuyentes de a pie que padecen la implementación de estos delirios. Hay planes para cambiar la dieta, reducir la propiedad de automóviles, limitar los vuelos, restringir el uso de fertilizantes y prohibir el uso de gas natural. Los medios de comunicación van a inundar las portadas con noticias buenistas que ni siquiera se gastan en redactar, sino que vienen fabricadas de las usinas reunidas en la COP, para preparar a la población para que acepte dichas restricciones. Es imposible exagerar lo delirante y catastrófica que es la propuesta de la ONU. Más del 80 por ciento de la energía mundial proviene de combustibles fósiles, la idea del NetZero es simplemente hambre y miseria. Además, China no va a suspender su revolución industrial ni India dejará de producir miles de millones dólares en combustibles fósiles. Tampoco lo hará EEUU, donde más del 60 por ciento de la generación de electricidad proviene del gas y el carbón.

Pero la narrativa del alarmismo es lo que persiguen estas reuniones. Sólo en el Reino Unido, la Fundación Gates donó a publicaciones británicas más 83 millones de dólares y The Guardian y la BBC son los mayores beneficiarios de tal generosidad. Associated Press anunció la contratación de 20 periodistas sobre el cambio climático luego de recibir una financiación de 8 millones de dólares de fundaciones verdes. La fundación Covering Climate Now (CC Now) suministra a más de 500 medios material listo para publicar. Los principales medios de comunicación redoblarán las historias sobre el colapso climático, especialmente en el período de la COP.

En su campaña febril para estelarizar la COP28, el Secretario General de ONU Antonio Guterres dijo que "la era de los combustibles fósiles ha fracasado", desconociendo que la Revolución Industrial es el mayor logro de la humanidad, que impulsó al mundo de la miseria a la abundancia gracias a lo cual la salud y la esperanza de vida aumentaron exponencialmente. Guterres proclamó que la humanidad había entrado en la era de la ebullición global que nos acercaría de manera casi irremediable a la extinción. Y luego realizó un viaje a la Antártida para revelar al mundo que él había comprobado "personalmente" los efectos del cambio climático en la población de pingüinos y la extensión de los glaciares, un derroche de fakes y afirmaciones sin rigor científico.

Pero la pregunta es ¿cómo se trasladó Guterres a la Antártida? En un avión y un barco cuyos motores funcionan con diésel. ¿Cuántos gases de efecto invernadero ha generado Guterres para hacer su videíto? Esta performance en la Antártida es similar a la actuada por el presidente socialista chileno Ricardo Lagos que en marzo de 2008, realizó un vuelo en un Hércules C-130 de la Fuerza Aérea chilena, también para denunciar el calentamiento global (en esa época este eufemismo estaba de moda). Nada de lo pronosticado se cumplió, los mensajes apocalípticos nunca se cumplen, eso no ha cambiado, como tampoco el uso de aviones para que las élites puedan ir a conferencias a decirnos que no podemos usar aviones. Tampoco ha cambiado la hipocresía de las cumbres, ni sus fines ulteriores: colonizar el debate público con fines alarmistas, imponer su agenda de decrecimiento y cercenar las libertades a escala global.