Hay que decirlo: el apoyo de Biden a Israel ha sido incondicional

Notable, porque el presidente de Estados Unidos fue el segundo de Barack Obama, el mismo que impulsó el acuerdo nuclear con Irán.

Israel, como ha dicho Netanyahu, atraviesa su segunda guerra de independencia. Desde aquel fatídico sábado, cuando más de mil terroristas de Hamás entraron a territorio al sur de Israel, desde Gaza, para violar, incinerar, decapitar y secuestrar civiles, el mundo se dividió en dos.

Por un lado, los que culpan a Israel por defenderse, resguardar su integridad, buscar justicia y luchar por su supervivencia. Por el otro, los que acompañan a Israel en esta segunda guerra de independencia.

Este maniqueísmo quedó ilustrado a la perfección cuando el 27 de octubre los países de las Naciones Unidas votaron una resolución propuesta por Jordania, que exigía un alto al fuego sobre el grupo terrorista Hamás y una condena al derecho a la defensa de Israel.

Sin ser una sorpresa, pero aún indignante, la resolución obtuvo 120 votos a favor, 45 abstenciones y solo 14 en contra. Por supuesto que países como Afganistán, controlado por el grupo terrorista Talibán; la autocracia terrorista iraní; el régimen chino, el ruso; los autoritarismos de izquierda Bolivia, Cuba, Nicaragua y Venezuela, votaron a favor.

En cambio, Israel recibió el apoyo de Austria, Croacia, República Checa, Fiji, Guatemala, Hungría, Islas Marshall, Micronesia, Nauru, Papúa, Paraguay, Tonga y los Estados Unidos. Países como Australia, Albania, Canadá, Finlandia, Grecia, India, Italia, Japón, Polonia, Corea del Sur y Uruguay se abstuvieron.

De todos los países que apoyaron a Israel, toca reconocer, sobre todo, el liderazgo que ha tenido Estados Unidos, en la comunidad internacional, a favor del Estado judío.

Es paradójico, porque Joe Biden fue el vicepresidente de Barack Obama —quien impulsó los acuerdos nucleares con Irán, permitió el crecimiento y desenvolvimiento libre de Hezbolá y miró a un lado ante la penetración del régimen de los ayatolás en Latinoamérica.

Biden, quien debe lidiar con un Partido Demócrata infiltrado por apologistas del terrorismo islámico, como Cori Bush, Rashida Tlaib e Ilhan Omar, decidió, desde que el primer israelí fue asesinado por Hamás, ponerse del lado del Estado judío, incluso en aquellas discusiones donde los medios, en pleno, impulsaban la propaganda palestina y distorsionaban la realidad de Gaza.

Muestra de esto es que Biden no está nada contento con el New York Times, por su cobertura manipulada sobre la explosión que hubo en el hospital de Gaza, hace unos días. Según un reporte de Semafor, a principios de la semana pasada Biden le dijo a varios ejecutivos de Wall Street, en la Casa Blanca, que la cobertura del Times era "imprudente" e "irresponsable".

De hecho, cuando ocurrió la explosión del hospital y el grupo terrorista Hamás salió a culpar a Israel —y todos los medios se hicieron eco de la falsa acusación—, Estados Unidos se puso del lado de Israel y, luego de investigaciones y de revisar los hechos, concluyó que el misil había salido de Palestina. Washington jamás señaló a Israel (ni a los terroristas), sin antes verificar.

A un par de que empezara la guerra, Biden dio un discurso desde la Casa Blanca en el que dijo que Estados Unidos "garantizará que Israel es capaz de defenderse hoy, mañana, como siempre hemos hecho". En paralelo, el presidente decidió enviar portaaviones, buques y aviones de combates hacia el mar Mediterráneo y dijo, en otro discurso: "Nunca dejaremos de respaldar a Israel".

Estados Unidos ha interceptado ataques contra Israel y también ha dispuesto recursos, disuasión y apoyo diplomático pleno. Además, el 18 de octubre Estados Unidos decidió imponer sanciones a "miembros claves de Hamás" y a "agentes o personas que participan en la financiación" del grupo terrorista.

Por su irrestricto apoyo a Israel, la popularidad de Biden entre los árabes americano ha caído súbitamente, según una encuesta del Arab American Institute. El sondeo registró que el apoyo a Biden entre los 3.7 millones de árabes en Estados Unidos ha sufrido "una dramática caída en picada": de 59% en el año 2020, al 17%, hoy.

Es la primera vez, en 26 años que lleva el Arab American Institute realizando sondeos, que la mayoría de los árabes en Estados Unidos no apoyan al Partido Demócrata —tampoco, por cierto, al Partido Republicano.

"Biden reiteró que Israel tiene todo el derecho y la responsabilidad de defender a sus ciudadanos del terrorismo", se lee en un comunicado de ayer, por una llamada que tuvo el presidente de Estados Unidos con el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu.

Y Benjamin Netanyahu, el principal líder de la derecha israelí y aún siendo muy afín al expresidente Donald Trump, no ha dejado de reconocerle a Biden su apoyo.

A principios de octubre, Netanyahu le admitió a Biden su "apoyo incondicional" y, varios días después, lo alabó por una "cooperación sin precedentes, por su apoyo y por la claridad moral".

Biden visitó Israel, a mediados de octubre, y los misiles no dejaban de llover sobre Tel Aviv o el sur del país. Y, en el marco de esa visita, Netanyahu le dijo en persona: "Quiero agradecerte por venir hoy y por el inequívoco apoyo que nos has dado durante estos tiempos tan difíciles".

"Hemos visto tu apoyo cada día en la amplitud y profundidad de la cooperación que hemos tenido desde que comenzó esta guerra", le dijo.

Aunque el apoyo de Biden a Israel no arreglará el entuerto del desastre de Afganistán o su complicidad con la administración Obama, que le convino tanto a Irán, sería injusto no reconocer que, en un mundo sometido a la dualidad de los enemigos y los amigos de Israel, el presidente de Estados Unidos dejó claro en qué bando está. Afortunadamente, porque hoy la mayor parte del mundo decidió bajarse los pantalones ante el terrorismo.