¿Es woke la Escuela de Servicio Exterior? Georgetown conspira para cambiar la política estadounidense desde adentro
Un militar y diplomático sueco que hizo una maestría en la universidad reveló que el antisemitismo y la demonización de Occidente reinan entre los estudiantes que se están capacitando para representar a Estados Unidos ante la pasividad, o incluso complicidad, de algunos profesores y las autoridades.
La Universidad de Georgetown, conocida por su prestigiosa Escuela de Servicio Exterior Edmund A. Walsh, que forma a diplomáticos y líderes internacionales, se ha convertido en un centro de adoctrinamiento ideológico que promueve una agenda antioccidental y antisemita.
En un informe publicado en el Washington Free Beacon, un oficial militar y diplomático sueco que se inscribió en la universidad para realizar una maestría debido a su interés en hacer una transición desde las Fuerzas Armadas al mundo de la diplomacia, relató cómo fue su sorpresiva y decepcionante experiencia en la institución que formó a personalidades como Bill Clinton, un director de la CIA, el rey de España y varios jefes de Estado, entre otros.
El militar sostuvo que durante su primer año en Georgetown asistió a un curso obligatorio llamado Globalización: relaciones intersociales, en el cual se acusaba a Occidente de haber producido efectos negativos en los pueblos de Asia, África y América Latina.
Después de que Georgetown solicitara comentarios en línea sobre el curso, el diplomático escribió una reseña pública con fuertes críticas, señalando que los alumnos se merecían una clase de historia “seria” y centrada en Occidente y no en los males del imperialismo o el colonialismo.
"Privilegiado", "racista", "violador", "nazi"
No pasó mucho tiempo hasta que el militar sueco comenzó a recibir respuestas acaloradas en su contra, en las que se lo acusaba, entre otras cosas, de opinar de esa manera por ser un blanco "privilegiado".
El documento en el que se exponían las opiniones fue borrado debido a la polémica que se produjo a raíz del comentario del militar sueco y el liderazgo de la maestría envió un correo electrónico condenando los comentarios “racistas” y las respuestas “hirientes”, en una clara referencia a la opinión del diplomático.
Desde entonces, sus compañeros comenzaron a acosarlo, acusándolo de “violación ideológica”, “genocidio espiritual” y “violador”, e incluso recibió un golpe en la cabeza por parte de un alumno negro que lo llamó “maldito blanco”. Sin embargo, decidió no denunciarlo porque en el curso Clínica de habilidades DEI le habían dicho que no denunciaran a un hombre de color que cometiera un delito debido a que la Policía es racista.
El militar sostuvo que algunos de sus compañeros lo disuadieron de ir a la iglesia porque eso lo hubiera convertido en un "nazi".
La pasividad ¿o complicidad? de las autoridades
El militar comentó que, durante una reunión, George Shambaugh, director del programa de maestría, le reconoció que la evaluación del curso que había escrito no era racista ni problemática. Sin embargo, no accedió a realizar una declaración pública al respecto.
Luego, el estudiante envió un correo electrónico al equipo de liderazgo de la Escuela de Servicio Exterior, criticando, entre otras cosas, la falta de libertad de expresión. Shambaugh calificó sus afirmaciones de ofensivas y lo instó a disculparse, a lo cual accedió, pero manteniendo su declaración.
Las tensiones aumentaron tras la masacre del 7 de Octubre
El militar sostuvo que tras la masacre del 7 de Octubre, perpetrada por Hamás y otros grupos terroristas palestinos en el sur de Israel, se incrementaron las expresiones y acciones contra el imperialismo y el colonialismo y, como era de esperar, sus compañeros celebraron el brutal ataque ya que, según ellos, consistió en un acto de descolonización.
De hecho, solo cinco días después de la masacre, se celebró un acto para honrar a los "mártires" que participaron en el ataque y que murieron combatiendo contra soldados israelíes. Además, los Estudiantes por la Justicia en Palestina en Georgetown, un grupo radical que ha apoyado a Hamás, celebró el Jueves de la keffiyeh, el pañuelo utilizado por los extremistas palestinos para ocultar sus rostros y que se ha transformado en un símbolo de solidaridad con la llamada causa palestina.
El estudiante sueco comenzó a ver cómo el miedo de los alumnos judíos se incrementaba a medida que las manifestaciones pro-Hamás se tornaban más intensas.
La situación generó una gran preocupación en la comunidad judía, y de hecho se llevó a cabo una reunión para abordarla. El militar comentó que él, como cristiano practicante preocupado por el bienestar de sus compañeros judíos, asistió a la al encuentro y le preguntó al decano de la Escuela de Servicio Exterior Joel Hellman cómo puede permitir que lo llamaran racista escudándose en la libertad de expresión pero no hiciera nada contra aquellos que pedían por la muerte de los judíos. La respuesta lo sorprendió: el decano sostuvo que el otro lado también “está sufriendo” y que se quejaba tanto como él.
De hecho, la Escuela contrató semanas después de la masacre del 7 de Octubre como “principal punto de contacto” para los estudiantes de maestría para todo lo relacionado con “lo académico” a Aneesa Johnson, una mujer con un historial de fuertes comentarios antisemitas y antiisraelíes. Solo unos días después de que empezara a trabajar, Georgetown la puso en licencia a raíz de las quejas recibidas, alegando que no estaban al tanto de su historia.
Otro hecho que indignó al militar sucedió cuando un musulmán recién convertido que había formado parte del Ejército estadounidense comenzó a publicar contenido antisemita en chats grupales de WhatsApp. Al protestar al respecto, Shambaugh minimizó el asunto, diciendo que esas publicaciones no eran problemáticas.
Cambiar la política estadounidense desde adentro
El militar sueco remarcó que el antisemitismo en la Escuela de Servicio Exterior genera una mayor preocupación que otras, ya que forma a funcionarios que serán parte de la diplomacia y la seguridad nacional de Estados Unidos. Y agregó que sus compañeros han manifestado su intención de cambiar la política del país norteamericano desde adentro.
A principios de noviembre, Sylvia Yacoub, una funcionaria de carrera del servicio exterior del Departamento de Estado, publicó en las redes sociales que [el presidente estadounidense Joe] Biden era cómplice de un genocidio en Gaza. De hecho, durante una clase de ética, dijo que usaría su cargo para intentar cambiar al organismo desde adentro.
Las reiteradas críticas del militar hicieron que su situación empeorara y que incluso su integridad física estuviera en peligro. De hecho, comentó que recibió amenazas de muerte por parte de algunos de sus compañeros.
El militar señaló que los problemas no sólo provenían de los alumnos, sino también de los profesores. A modo de ejemplo manifestó que el Centro Prince Alwaleed para el Entendimiento Musulmán-Cristiano, de un profesor de Georgetown llamado John Espósito, invitó a Mohamad Habehh -un autoproclamado “relacionista público de Hamás”- a dar una charla para la organización radical Musulmanes Estadounidenses por Palestina.
El centro también emplea a Nader Hashemi, un hombre que no ha ocultado su fascinación por Hamás.
Crece el temor entre los estudiantes judíos
En el artículo, el militar sueco señaló además que algunos estudiantes judíos que participaron en manifestaciones proisraelíes recibieron amenazas de muerte por parte de personas que interrumpían esas concentraciones. Sin embargo, ante la pasividad de las autoridades, los padres de los alumnos de la comunidad judía comenzaron a patrullar el campus ellos mismos.
“Como veterano militar, ondeé con orgullo una bandera de las Fuerzas de Defensa de Israel en la graduación en mayo en apoyo de mis hermanos y hermanas de armas que luchan por una tierra que es tan sagrada para ellos como lo es para mí. Encontré una pequeña semilla de consuelo en cómo las familias de todo el mundo que asistían a la ceremonia de graduación se unieron para abuchear a los Hoyas (nombre que reciben los equipos deportivos de Georgetown) de Hamás, que se retiraron. El pueblo estadounidense, pensé, en última instancia nunca permitirá que lo gobiernen tiranos”, concluyó.