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Ford, Harley-Davidson, John Deere… las grandes empresas abandonan la Diversidad, Equidad e Inclusión

Cada vez más directivos descartan programas DEI alegando temores judiciales o económicos y un cambio de época.  

El 20 de septiembre de 2022, en la planta de camiones de Dearborn, Michigan, los trabajadores de Ford Motor Co. colocan los motores en el bastidor de los camiones F-150 de combustible en producción.

Fábrica de Ford en Dearborn, MichiganJeff Kowalsky/AFP.

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Las políticas de Diversidad, Equidad e Inclusión (DEI) viven horas bajas. Las siglas, término paraguas de medidas progresistas, se volvieron moda en el mundo corporativo tras las protestas de BLM en 2020. Cuatro años más tarde, están desapareciendo de los programas de empresas estadounidenses tan icónicas como Ford, John Deere, Harley-Davidson, Polaris, Indian Motorcycle, Lowe's… Y, desde el viernes, Caterpillar.

"El paisaje de la América corporativa está volviéndose rápidamente hacia la cordura y la neutralidad", festejó el activista Robby Starbuck cuando desde la fabricante de maquinaria le comunicaron una serie de cambios: "no más entrenamientos woke", enumeró Starbuck, "no más donaciones para causas divisivas", "todo patrocinio, conferencia, donación y acto debe ser aprobado por la dirección para garantizar que no haya divisiones ni cargas políticas". 

El activista cubano americano asegura que los ejecutivos de Caterpillar decidieron cambiar sus políticas después de que les comunicara que "estaba planeando exponer sus políticas woke". 

Celebró, asimismo, que es la empresa "más grande" en la que logró generar un cambio con su campaña pública de presión anti-DEI, en una lista que incluye, asegura, a Tractor Supply, John Deere, Harley Davidson, Polaris, Indian Motorcycle, Lowe’s, Ford, Molson Coors, Stanley y Black & Decker.

Una de las medidas clave adoptadas por Caterpillar, considerada usualmente como evidencia palmaria del retroceso del DEI, es que no participará más en un ranking de Human Rights Watch (HRW) que evaluaba "políticas, prácticas y prestaciones relativas a empleados lesbianas, gays, bisexuales, transexuales y queer (LGBTQ+), la Corporate Equality Index

De orgullo a descarte silencioso

Tener un 100 en el CEI era, hasta hace poco, motivo de orgullo para muchas empresas. El ranking es una sumatoria de evaluaciones numéricas en criterios como "prestaciones inclusivas para transexuales" y "divulgación y compromiso con la comunidad LGBTQ".

Las actitudes evaluadas incluyen desde el distribuidor que se elige hasta la filantropía, en la que se gana puntos por donar dinero a organizaciones LGBT, pasando por la selección del personal y la publicidad y el marketing.

Alumnos orgullosos ayer, hoy empresas como Harley-Davidson y Jack Daniel's han dejado de respaldar el boletín de calificaciones de HRW. En 2018, por ejemplo, Ford festejaba haber sido "el primer fabricante de automóviles en obtener una puntuación perfecta" y haber logrado "el 100% en cada informe desde 2004". Seis años más tarde, su CEO, Jim Farley, escribía que la compañía había decidido "dejar de participar en encuestas culturales externas como el Corporate Equality Index de la Human Rights Watch y la lista de 'mejores lugares para trabajar'".

El golpe no encajó bien en HRW, que lanzó una campaña para recolectar firmas contra siete de estas empresas "que han sucumbido cobardemente a estas exigencias antiempresariales" y acusó a "extremistas de derecha", en específico Starbuck, de usar a las corporaciones como "peones".

Captura de pantalla de la campaña de Human Rights Watch contra las empresas que abandonaron el Corporate Equality Index.

Campaña de Human Rights Watch contra las empresas que abandonaron el Corporate Equality Index.act.hrc.org/VOZ.

Las causas del éxodo

Goldman Sachs permitió que estudiantes blancos acudan a su Cumbre de Posibilidades, antes sólo para negros. Zoom despidió a su equipo DEI. Google y Meta retiraron fondos a sus programas de diversidad, equidad e inclusión…

La seguidilla de recálculos es multicausal. Algunos análisis apuntan a que, aunque el movimiento anti-DEI había iniciado hace tiempo, la decisión del Tribunal Supremo de que las admisiones académicas basadas en la raza eran ilegales ayudó a catalizar el abandono. Según un reporte del bufete de abogados Littler, el 40% de los ejecutivos coincidieron en esta opinión. 

Sin embargo, las críticas vienen de larga data. Un estudio del 2013 de la Universidad de Washington señalaba que los programas de diversidad "generan una ilusión de equidad corporativa". "Nuestros descubrimientos sugieren que los programas de diversidad pueden ser un maquillaje: incluso aquellos que realmente hacen muy poco para aumentar la diversidad son percibidos como efectivos", sostuvo Cheryl Kaiser, profesora de psicología.

Kaiser y sus colegas también señalaron por aquel entonces que no había pruebas del beneficio de las políticas DEI. Una década más tarde, Sherry Sylvester, de la Texas Public Policy Foundation, asegura que lo mismo sigue siendo cierto: 

"He observado con frecuencia que todavía no he oído a ningún defensor de las iniciativas DEI aportar ejemplos que demuestren que ha sido eficaz para aumentar la contratación de minorías, ya sea en empresas o en instituciones académicas, o para mejorar el rendimiento o los resultados de los estudiantes en los campus universitarios. Nadie aporta pruebas del éxito (y sí existen montones de que es perjudicial), pero los partidarios de la DEI también ignoran esta cuestión".

Otra crítica frecuente a las iniciativas DEI es que opacan, incluso perjudican, el fin lucrativo. Además de peleas dentro de las cúpulas empresariales, aquello resultó en demandas legales. En agosto del año pasado, por ejemplo, un accionista de Target demandó a la empresa por "hacer que los accionistas perdieran miles de millones de dólares", prefiriendo en cambio "enviar señales que agradaran a los extremistas de izquierda".

Los expertos también apuntan a que las compañías quieren ampliar su público. Tractor Supply y Harley-Davidson reconocieron que quieren atraer clientes más conservadores. El latiguillo "Go Woke, Go Broke" ("Hazte Woke, Quiebra") se popularizó como grito de guerra contra la DEI después de que Bud Light lanzara una campaña con el influencer transgénero Dylan Mulvaney. Un boicot convocado por los propios consumidores resultó en una caída de ventas que otras empresas tomaron como advertencia, como la mencionada Target.

La presión también es judicial. American First Legal es una de las firmas que han llevado al banquillo a compañías como Walt Disney Corporation y sus subsidiarias, a quienes demandó en febrero por discriminar a hombres, judíos y cristianos en sus procesos de contratación. Meta, Pfizer, CBS, Wells Fargo, son otras empresas que debieron pasar por los tribunales.

Un cambio de época

Los directivos evitan, cada vez más, usar el término DEI en público, según declaró Johnny Taylor, presidente de la asociación de recursos humanos Society for Human Resource Management, a Axios. A puerta cerrada, admiten que están hartos.   

Otro sentimiento generalizado en cúpulas directivas y consejos de administración es que mientras que las tres palabras eran atractivas cuando parecían gozar de un apoyo mayoritario de la sociedad, las reacciones de rechazo se han ido acumulando hasta poner en riesgo el negocio. Y si ya no sirven al negocio, es hora de descartarlas.

"Los estadounidenses se oponen a la DEI porque promulga una ideología basada en la raza que enfrenta a los estudiantes -y a todos los estadounidenses- unos contra otros en función de sus antepasados", sostiene Sylvester, de la Texas Public Policy Foundation. "Genera culpabilidad en aquellos que no han hecho nada malo y exonera a otros de volverse responsables por sus propias vidas".

Los sondeos varían: mientras que una encuesta recogida por The Daily Wire muestra que el 66% de los adultos se opone a las contrataciones basadas en raza y género, una de The Washington Post con Ipsos sostiene que un 61% de los americanos piensan que son "algo positivo" (aunque admite que hay claras diferencias según la preferencia de partido político). Sin embargo, la pregunta parece ser más y más no dónde se ubica la mayoría, sino por qué repeler a la minoría (una formada además por más del 30% de los adultos, de acuerdo con aquellas dos encuestas).

Entre boicots, demandas y leyes estatales contra las políticas DEI, las pruebas de descontento se siguen acumulando y en ámbitos más allá del empresarial.

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