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Mike Johnson se juega la presidencia de la Cámara al continuar la tramitación de la financiación suplementaria a Ucrania e Israel

El ala dura del GOP arrecia el tono de las críticas contra el speaker, mientras crecen los apoyos de legisladores conservadores a la moción de destitución de Marjorie Taylor Greene.

El presidente de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos, Mike Johnson, observa después de que el primer ministro japonés, Fumio Kishida, se dirigiera a una reunión conjunta del Congreso

Mike Johnson (Saul Loeb / AFP)

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El puesto de Mike Johnson está más en el alambre que nunca. El legislador republicano decidió seguir adelante con la tramitación de un proyecto de ley de ayuda a Ucrania sin que se haya asegurado la frontera sur. Algo que rechaza el ala dura de su propio partido y varios representantes conservadores ya aumentaron el nivel de crítica. Alguno, incluso, ha anunciado públicamente que apoyará la moción de destitución de Marjorie Taylor Greene contra él por haber evitado el cierre de gobierno con varias resoluciones continuas y por ser la muleta que la Administración Biden necesita para seguir gastando sin control. El speaker consiguió emplazar para el próximo sábado la votación de tres iniciativas legislativas para financiar a Ucrania, Israel, Taiwán y una cuarta para reforzar la seguridad nacional que suman 95.000 millones de dólares.

Johnson, situación crítica

La situación de Johnson para continuar en su cargo es dramática en estos momentos. El speaker está rodeado de enemigos y puede tener sus horas contadas. Como le ocurriera a su antecesor, Kevin McCarthy, sería el fuego amigo el que le derribaría, de la mano esta vez de MTG. Aunque finalmente votaron por deponerlo, los legisladores demócratas tuvieron dudas sobre el sentido de su voto sobre la destitución del expresidente de la Cámara, de perfil mucho más moderado que el actual. En esta ocasión, Johnson no puede esperar nada por el ala progresista, que incluso tratará de tumbar el paquete de ayuda a Israel contra el criterio del presidente Biden -que pidió en un comunicado que los proyectos de ley se aprueben con la mayor celeridad posible- o el líder de la minoría Hakeem Jeffries.

Y en su propio partido crecen las voces críticas, especialmente dentro del ala más conservadora como el Freedom Caucus. El representante Thomas Massie ya ha comunicado al propio Johnson que votará con MTG por su destitución, por lo que le recomienda dimitir -algo que Johnson descartó el pasado martes-, como hiciera en su día John Boehner, para poder controlar los tiempos de la selección del nuevo speaker sin detener la Cámara como ocurriera con McCarthy el pasado año. Dada la escueta minoría de la que goza ahora mismo el GOP, las cuentas le salen de sobra a los rebeldes para cobrarse la cabeza del presidente de la Cámara.

"Biden apoya el plan de Johnson porque el plan de Johnson es el plan de Biden"

Además de Massie, otros legisladores de corte duro como Scott Perry, Chip Roy, Lauren Boebert, Dan Crenshaw, Paul Gosar, Andy Biggs, Ralph Norman o Eli Crane subieron el nivel de las críticas tras el anuncio de la votación de los paquetes de ayuda del sábado. Incluso Matt Gaetz, verdugo de McCarthy y que hasta ahora mantenía un tono bajo contra Johnson, calificó su postura de "rendición". El propio Massie ayer apuntó que "Biden apoya el plan de Johnson porque el plan de Johnson es el plan de Biden". Varios de ellos directamente califican a Johnson como el "speaker demócrata".

"Si operara por miedo a una moción de anulación, nunca podría hacer mi trabajo"

A pesar de ser consciente de su situación, Johnson decidió seguir adelante con la tramitación de las propuestas, aunque no hizo lo propio con un proyecto de ley de los conservadores sobre la frontera sur. Varios de los críticos le reprocharon precisamente que antepusiera las prioridades demócratas a las de su propio partido, recordándole que él mismo votó "no" a un paquete de 300 millones de ayuda cuando ahora pretende sacar adelante financiación por 61.000 millones de dólares. En una rueda de prensa, en la que apareció absolutamente solo, el speaker, defendió la importancia de sacar adelante los 95.000 millones en ayudas a los aliados y dejó clara su postura: "Mi filosofía es que uno hace lo correcto y deja que las fichas caigan donde puedan. Si operara por miedo a una moción de anulación, nunca podría hacer mi trabajo".

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