Acuerdo nuclear entre Estados Unidos y El Salvador: migración, energía y expansionismo chino
La Administración Trump consigue con este acuerdo dar importantes pasos en materia de seguridad y geopolítica al frenar el expansionismo chino en El Salvador, siendo esta una victoria que podría replicarse en otros países de América Latina.

Los presidentes Nayib Bukele y Donald Trump, en una imagen de archivo.
La Administración del presidente Donald Trump y el gobierno de Nayib Bukele anunciaron el 3 de febrero que los Estados Unidos y El Salvador habían alcanzado un acuerdo nuclear en el que se promovía la cooperación pacífica entre ambos países en este tipo de energía, a cambio de otro acuerdo migratorio “sin precedentes” en el que las autoridades salvadoreñas se comprometieron a recibir inmigrantes ilegales de cualquier nacionalidad que hayan cometido crímenes en suelo estadounidense.
El acuerdo en materia energética, llamado Memorando de Entendimiento sobre Cooperación Nuclear Civil Estratégica (NCMOU), fue firmado por el secretario de Estado de los Estados Unidos, Marco Rubio, y por la ministra de Relaciones Exteriores de El Salvador, Alexandra Hill. En un comunicado, el Departamento de Estado explicaba que el NCMOU representaba “el primer paso hacia la construcción de una asociación nuclear civil sólida entre los dos países,” con el objetivo de promover la prosperidad en la región y simultáneamente “mejorar la seguridad energética” de El Salvador.
Si bien el país centroamericano alcanza un incuestionable triunfo con este acuerdo nuclear, lo cierto es que para la Administración Trump es también una gran noticia el trato alcanzado con el gobierno de Bukele, al tener la garantía de que los inmigrantes ilegales que hayan cometido crímenes en el país puedan ser deportados sin importar que los gobiernos de sus respectivas naciones presenten trabas a la hora de recibirlos. De igual forma, la Administración republicana también consigue con este acuerdo dar importantes pasos en materia de seguridad y geopolítica al frenar el expansionismo chino en El Salvador, siendo esta una victoria que podría replicarse en otros países de América Latina.
Tren de Aragua y la Mara Salvatrucha
En una rueda de prensa posterior al acuerdo, Rubio comentó que el foco principal de los inmigrantes ilegales con historial delictivo que podrían ser enviados al país centroamericano estaba en las organizaciones terroristas Tren de Aragua y la Mara Salvatrucha, también conocida como MS-13. “Bukele ha demostrado que se pueden hacer las cosas de manera diferente y efectiva. Su compromiso de aceptar y encarcelar a criminales de cualquier país, incluidos los de pandillas violentas como la MS-13 y el Tren de Aragua, hará que EE.UU. sea más seguro”, comentaría Rubio.

Centro de Confinamiento del Terrorismo (CECOT), en una imagen de archivo.
Por suparte, Bukele detalló que estos inmigrantes ilegales serían recluidos en el Centro de Confinamiento del Terrorismo (CECOT), el famoso centro penitenciario de máxima seguridad, inaugurado por su gobierno hace apenas dos años. Si bien el CECOT tiene una capacidad máxima de 40,000 reclusos, se estima que actualmente hay alrededor de 15,000 internos.
Dichas cifras representan una enorme ventaja para el Gobierno estadounidense, ya que, si bien se desconoce la cifra oficial de miembros del Tren de Aragua operando dentro del país, se estima que esta no llegaría 2,000. Por su parte, también habría espacio suficiente para los miembros de la MS-13 que aún operan en Estados Unidos, ya que, según un informe del Departamento de Justicia (DOJ) elaborado en el 2018, la banda criminal contaría con poco más de 10,000 miembros a lo largo y ancho del territorio. Aún si estas cifras se duplicaran, la famoso cárcel salvadoreña seguiría teniendo capacidad suficiente para albergar a todos estos criminales.
El acuerdo nuclear podría reducir la dependencia de El Salvador en combustibles fósiles y alejarlo de China
Uno de los detalles que más han pasado desapercibidos sobre Bukele, al menos fuera de El Salvador, es su insistencia por las energías renovables para así dejar atrás la dependencia que su país ha tenido históricamente con los combustibles fósiles, siendo esta uno de los grilletes que más ha dificultado su avance.
Tomando en cuenta que el sector petrolero y gasífero de El Salvador es uno de los más pequeños de América Latina, Bukele ha puesto en marcha una política energética enfocada en diversificar las fuentes de energía para romper con esta dependencia. Sin embargo, aun cuando estos planes han logrado reducir el consumo de combustibles fósiles importados como principal fuente de electricidad a un 39%, esta sigue siendo una cifra lo suficientemente alta como para ver casi improbable el escenario en el que El Salvador pueda materializar su soberanía energética y disfrutar del avance económico que esta traería.
Es precisamente en este contexto donde se establece el sorpresivo acuerdo nuclear entre Bukele y Trump, con el mandatario estadounidense encontrando un aliado crucial en su política migratoria, y el líder salvadoreño consiguiendo una especie de Santo Grial con el que probablemente pueda materializar su tan ansiado plan energético y establecer un punto de inflexión tanto en su país como en la región para el largo plazo.

Marco Rubio y Nayib Bukele, reunidos en El Salvador.
Después de todo, El Salvador tendría en sus manos la oportunidad de producir energía no solo de forma constante sino también con bajas emisiones de gases invernaderos, lo que disminuiría drásticamente sus importaciones de combustibles fósiles y garantizaría una fuente energética estable para la población. Asimismo, el país centroamericano podría establecer una seguridad energética sólida y experimentar un enorme fortalecimiento económico al recibir muchísima más inversión extranjera.
Al anunciar su primera gira internacional por 5 países de América Latina, el Departamento de Estado de los Estados Unidos publicó un comunicado en el que explicaba claramente que Rubio se reuniría con los líderes de estos cinco países -incluyendo a Bukele en El Salvador- para establecer una cooperación en varios temas de interés, entre los cuales destacaba “contrarrestar a China”.
En este sentido, el acuerdo nuclear entre Bukele y Trump no solo beneficia a El Salvador, sino que también representa una ventaja estratégica para los Estados Unidos. Después de todo, al impulsar la independencia energética de uno de sus principales aliados en Centroamérica, la Casa Blanca fortalece su influencia en la región y debilita los lazos entre El Salvador y el régimen de Xi Jinping, el cual ha invertido más de $500 millones de dólares en obras públicas, con el país centroamericano invirtiendo $2,384 millones de dólares en productos chinos.
Frenar el expansionismo de China en América Latina
A lo largo de las últimas dos décadas, América Latina se ha convertido en uno de los puntos claves del expansionismo del régimen chino, hecho que diferentes administraciones en los Estados Unidos han presenciado con desinterés y que Trump ha buscado frenar desde su primer gobierno. De hecho, la sombra de China se ha alargado tanto que, específicamente en el sector energético latinoamericano, la dictadura comunista ha invertido $58,4 mil millones de dólares del 2000 al 2019, de acuerdo a la Universidad de Boston.
En un informe del Comando Sur de los Estados Unidos, el Mayor General Evan L. Pettus, reveló que el comercio entre China y América Latina creció de 12.000 millones de dólares a 315.000 millones de dólares entre los años 2000 y 2020, lo cual demuestra no solamente el interés del régimen chino en la región como punto geopolítico estratégico, sino también la pasividad e indiferencia de la Casa Blanca ante hecho.
“El gobierno autoritario del Partido Comunista Chino (PCCh) ha posicionado estratégicamente a la República Popular China (RPC) en las últimas décadas, otorgando a Pekin un grado significativo de influencia sobre la región, lo que pone en peligro la soberanía democrática y los intereses de Estados Unidos. Sin embargo, la creciente influencia de la RPC en América Latina y el Caribe tiene repercusiones que van mucho más allá de la región, representando un riesgo a nivel global. Más específicamente, la capacidad de Estados Unidos y sus aliados para competir en el Indo-Pacífico y mantener el orden internacional basado en reglas podría verse socavada por las desventajas asimétricas que se están desarrollando en el hemisferio occidental. […] La RPC podría ya tener un control significativo sobre las cadenas de suministro latinoamericanas. Esto no solo pone en riesgo el acceso de Estados Unidos a fuentes vitales de minerales estratégicos, sino que también proporciona a Pekin un poderoso mecanismo para influir en los gobiernos e instituciones de América Latina”, explicó Pettus, añadiendo que los Estados Unidos debía tomar acciones al respecto.
Si bien El Salvador no ha sido uno de los países latinoamericanos con más inversiones por parte de China, el acuerdo nuclear alcanzado con la Casas Blanca puede brindar numerosos beneficios tanto para la región como para los Estados Unidos en el mediano y largo plazo, al tratarse de una alternativa muchísimo más favorable a la dependencia de inversión extranjera del régimen de Xi Jinping, la cual Pettus ha descrito como “arriesgada”.

Los presidentes Xi Jinping y Lula da Silva, en una imagen de archivo.
El desarrollo de la energía nuclear en El Salvador, respaldado por la Casa Blanca, puede ser una estrategia efectiva para disminuir considerablemente la dependencia de inversiones chinas en Latinoamérica, fortaleciendo la soberanía energética de muchos países en la región y promoviendo un equilibrio geopolítico más favorable para los Estados Unidos. Sin embargo, solo la energía nuclear no será suficiente incentivo como para absorber nuevamente a una buena cantidad países latinoamericanos a la esfera de influencia estadounidense y alejarlos de China. Especialmente aquellos cuyos vínculos y dependencia con el gigante asiático son más profundos.
En un artículo publicado para el Centro de Estrategia y Estudios Internacionales (CSIS), el director del Programa para las Américas, Ryan Berg, explicó que “Una estrategia efectiva de Estados Unidos debe preservar los intereses fundamentales del país en América Latina y aprovechar tanto las fortalezas de la región como las de Estados Unidos. La región debe seguir siendo un centro de democracias vibrantes impulsadas por economías de mercado. Los modelos políticos y económicos abiertamente antioccidentales no deberían encontrar refugio en el hemisferio occidental”.
De igual forma, Berg explicó que la manera más eficiente para disminuir significativamente la sombra de China en América Latina se basa en proteger las vulnerabilidades democráticas que el régimen comunista puede explotar, especialmente en sectores como el de la energía y la infraestructura. Asimismo, Berg detalló que la Casa Blanca debe exigir a los países de la región tomar decisiones estratégicas en las áreas de la energía y las telecomunicaciones, y ofrecer alternativas competitivas a la inversión de China mediante acuerdos comerciales y la atracción de aliados como Europa y Japón.
Evidentemente, el éxito del acuerdo alcanzado con El Salvador dependerá de que este tipo de pactos sean la norma y no una anécdota. Que tanto Trump como las siguientes administraciones vuelvan sus ojos a América Latina y entiendan que el ostracismo en el que Estados Unidos dejó a esta región durante las últimas dos décadas fue una oportunidad brindada en bandeja de plata que el régimen chino no dudó en aprovechar.
El Salvador, país laboratorio
Lejos de conseguir los resultados esperados, el proyecto Bitcoin terminó fracasando estrepitosamente luego de que el Gobierno salvadoreño dejara sin efecto su uso como moneda oficial, tras presiones del Fondo Monetario Internacional en medio de negociaciones para un crédito de 1,400 millones de dólares. Sin embargo, para ese momento, Bukele ya se había embarcado en su proyecto energético, teniendo como meta convertir a El Salvador en el primer país de Centroamérica con energía nuclear.
El inesperado plan energético fue anunciado formalmente por la vicecanciller Adriana Mira y el director general de Energía, Hidrocarburos y Minas, Daniel Álvarez, quienes explicaron que el Gobierno salvadoreño firmó “instrumentos legales con la Agencia Internacional de Energía Atómica para el uso de energía nuclear”.
Si bien el proyecto ha avanzado muy lentamente y ha recibido fuertes críticas por parte de la oposición salvadoreña y buena parte de la prensa centroamericana, el acuerdo con Trump promete fortalecer considerablemente la política nuclear de Bukele y acelerar los tiempos, transformando nuevamente a El Salvador en el país laboratorio de una figura política dispuesta a incendiarlo todo si esto lo acerca a materializar sus ambiciones.
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