El Reino Unido avanza hacia la muerte asistida en un voto parlamentario que divide al país
Una mayoría de diputados votaron a favor de un proyecto de ley que permitiría a los pacientes adultos en fase terminal pedir ayuda al Estado para terminar sus vidas.
Tras un acalorado debate de cinco horas, la Cámara de los Comunes británica aprobó un proyecto para legalizar la muerte asistida en Inglaterra y Gales. La iniciativa, que aún debe superar otras instancias legislativas, dividió a la sociedad británica, que se mostró activa en las calles, redes y enviando misivas a sus representantes.
El proyecto Terminally Ill Adults (End of Life) -literalmente, "Adultos Terminales (Fin de la Vida)"- permite solicitar el suicidio asistido a adultos con una enfermedad terminal y con sólo seis meses de esperanza de vida. Para hacerlo, requieren del aval de dos médicos y un juez. De ser recibir los permisos necesarios, un profesional médico entrega una "sustancia aprobada con la que la persona pueda poner fin a su propia vida".
Su aprobación fue una incógnita hasta el momento del recuento: 275 en contra, 330 a favor. Las alineaciones partidistas se rompieron, con laboristas y conservadores votando a favor o en contra según su propia creencia personal. El propio primer ministro, Keir Starmer, mantuvo su preferencia en secreto y pidió a los suyos que se mostrasen neutrales antes de la votación. Finalmente votó a favor. Su propio gabinete se dividió, con 15 votos por el sí y ocho por el no.
Entre estos últimos se encuentra el del ministro de Salud, Wes Streeting, quien había expresado preocupación por la carga financiera que significaría para un sistema público en crisis. También votó en contra su compañero de partido Saqib Bhatti, alegando que podía ser una "pendiente resbaladiza" que "supone una carga excesiva para nuestros profesionales sanitarios" y "legitima el papel del Estado en el proceso de la muerte".
"El derecho a elegir no quita el derecho a no elegir", sostuvo durante el debate la laborista Kim Leadbeater, quien presentó el proyecto. "Dar la opción de una muerte asistida a quienes lo deseen no impediría, por supuesto, que alguien con una enfermedad terminal decida no hacerlo". Leadbeater defiende el suicidio asistido como una medida a favor del derecho a elegir sobre el propio cuerpo.
Otros diputados se quejaron de no haber tenido la oportunidad pronunciarse antes de la votación, como la laborista Rosie Duffield: "Después de 7 años y medio en la Cámara, no he podido intervenir, en nombre de todos los que han escrito, ni siquiera 3 minutos, en una de las proposiciones de ley más importantes y contestadas que hemos tenido.... Prueba de que esta NO es la forma de legislar sobre estos temas".
La lucha continúa
El resultado del voto despertó celebración y desespero en los grupos de activistas que se congregaron fuera del Parlamento. "Hoy es un viernes muy negro para las personas vulnerables de este país, pero esto no ha terminado", dijo la directora ejecutiva de la ONG Christian Concern, Andrea Williams.
Tras superar esta instancia, el texto legislativo será examinado por una comisión y luego sometido nuevamente a votación en ambas cámaras parlamentarias, la de los Comunes y la de los Lores.
"Las salvaguardias propuestas carecen por completo de sentido, y cada vez son más los diputados que se dan cuenta de esta realidad. Este proyecto de ley creará más sufrimiento y caos en el NHS (el servicio público de salud), no menos, y si se aprueba, los vulnerables serán más vulnerables", dijo Williams haciéndose eco del argumento de que las personas con discapacidad o con pocos recursos serán empujadas desproporcionadamente a la muerte asistida.
"Sigamos luchando", dijo también el doctor Calum Miller, crítico vocal de la propuesta de ley. "Es absolutamente demencial y perverso que el Gobierno financie la muerte asistida por el Estado… Cuando todavía no han financiado seriamente la vida asistida por el Estado".