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Cómo hace Irán para financiar al terrorismo y sus guerras en el mundo, especialmente contra Israel

Un informe de ‘The Economist’ reveló que Irán canaliza decenas de miles de millones de dólares provenientes de ventas ilícitas de petróleo hacia cuentas bancarias en todo el mundo. Así se financió la masacre del 7 de Octubre y su programa nuclear.

Miembros de la Guardia Revolucionaria en Teherán, IránAtta Kenare / AFP

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El semanario británico The Economist publicó un informe en el que revela el proceso secreto iraní, el cual está meticulosamente elaborado, para financiar el terrorismo y sus guerras en el mundo.

Cada año, Irán canaliza decenas de miles de millones de dólares provenientes de ventas ilícitas de petróleo hacia cuentas bancarias en todo el mundo. Estos recursos fueron utilizados para financiar la masacre del 7 de Octubre perpetrada por Hamás y otros grupos terroristas en el sur de Israel en 2023, drones rusos en Ucrania y el programa nuclear iraní, el cual preocupa a Occidente.

La petroeconomía iraní

Después de que la Administración Trump retirara a Estados Unidos del acuerdo nuclear entre Irán y las potencias en 2018 y reimpusiera las sanciones destinadas a frenar las exportaciones de petróleo iraníes, las ventas de crudo de la República Islámica se desplomaron. 

Sin embargo, desde entonces han crecido doce veces. De hecho, en 2023 el régimen de los ayatolás recaudó entre 35.000 millones y 50.000 millones de dólares, en tanto que las exportaciones petroquímicas añadieron entre 15.000 millones y 20.000 millones a las arcas de Irán. 

¿Cómo hace el régimen iraní para contrabandear petróleo y lavar miles de millones de dólares? 

La investigación de The Economist reveló que Irán ha construido extensos canales financieros clandestinos, que van desde sus plataformas petroleras hasta las bóvedas virtuales de su Banco Central. Y añadió que China, el principal cliente de los iraníes, es un arquitecto de este sistema y su principal beneficiario.

The Economist indicó que los bancos globales y centros financieros son usados como partes importantes de este sistema, aunque generalmente no estén al tanto de ello.

Una fuente consultada por el semanario británico reveló que hasta julio pasado Irán tenía en el extranjero 53.000 millones de dólares, 17.000 millones de euros y cantidades más pequeñas en otras monedas.

Las sanciones estadounidenses, que apuntan a frenar el programa nuclear iraní y su financiamiento del terrorismo, que incluso aplican a empresas de Estados Unidos y de otros países que, a sabiendas, comercian con Irán, hacen que sea difícil para el régimen de los ayatolás recibir y mover dólares, ya que las transacciones deben ser procesadas por un banco estadounidense. Sin embargo, Teherán puede burlar estos obstáculos. 

El sistema es complejo y requiere de una elaboración meticulosa. La Compañía Nacional de Petróleo de Irán (NIOC, por sus siglas en inglés), su empresa petrolera estatal, tiene el monopolio de la producción, en tanto que la subsidiaria de NIOC, llamada Naftiran Intertrade Company (NICO), que tiene su sede en Suiza, ayuda a comercializar petróleo en el extranjero. No obstante, una parte importante se asigna a ministerios, organizaciones religiosas e incluso fondos de pensiones para que lo vendan ellos mismos.

En Irán, país que está sumergido en una profunda crisis económica y en el que las divisas no sobran, el crudo es una forma alternativa de liquidez y lo reparte entre su Ejército, ciertos individuos leales al régimen y a la Guardia Revolucionaria. A todos ellos también se les permite vender y obtienen ganancias por miles de millones de dólares. 

En algunas ocasiones se utilizan empresas fantasma. De hecho, la firma Sahara Thunder, en Irán, gestiona ventas para las Fuerzas Armadas simulando ser una firma privada, indicó el Departamento del Tesoro estadounidense.

Si bien China absorbe el 95% de las exportaciones de crudo de Irán, sus empresas estatales no quieren involucrarse por temor a las sanciones, razón por la cual Irán usa un puñado de compañías fantasma deben buscar en el mercado. Pekín, por su parte, tiene sus propios corredores, cuyos clientes suministran plantas que el Estado ha autorizado para procesar petróleo iraní. La mayoría son pequeñas refinerías independientes.

Una vez que se encuentra un comprador, se firma un acuerdo formal, en los que habitualmente están involucradas dos empresas fantasma. 

En los contratos suele evitarse señalar cuál es la procedencia real del petróleo y se indica que proviene de otros países, como Malasia, Omán o Irak. El origen verdadero a menudo se confirma mediante una carta confidencial. 

El recorrido de los petroleros

Una fuente reveló a The Economist que existen más de 100 empresas pantalla que se encargan de conseguir tanques. En muchos casos se trata de barcos antiguos con bandera de Panamá, debido a que se trata de un puerto permisivo, y las embarcaciones son rebautizadas para confundir a los rastreadores. 

Los barcos empiezan el recorrido recogiendo petróleo en una de las terminales de exportación de Irán. Para evitar la atención, a menudo prestan los transpondedores a otros barcos que circulan por la zona, o bien usan un software para que parezca que se encuentran en otro lugar. Luego se dirigen a Irak u Omán, donde transfieren la carga a un nuevo barco. Además puede ocurrir otro transbordo frente a las costas de Malasia o Singapur, y después se dirige a China.

Durante todo el proceso, se proporcionan certificados de origen y documentos falsos

Este proceso no es sencillo, por lo que pueden surgir problemas, como la detección de estos barcos por las fuerzas estadounidenses o los servicios de inteligencia occidentales, cuando las embarcaciones son detenidas o confiscadas. Sin embargo, si bien estos contratiempos afectan el proceso, no lo detienen por completo, ya que el sistema está bien organizado y preparado para este tipo de inconvenientes. 

China, una pieza clave en el proceso

Para pagar por el petróleo, China suele mantener el dinero en cuentas locales para adquirir bienes o financiar otras operaciones. Además, existen empresas comerciales en todo el mundo, especialmente en Turquía y Emiratos Árabes Unidos, que ayudan a canalizar el dinero de vuelta a Irán, a menudo disfrazado de pagos legítimos.

El lavado de dinero, explicó The Economist, se lleva a cabo en múltiples pasos: de las cuentas bancarias chinas y turcas, los fondos pueden transferirse a otras en paraísos fiscales o en bancos que no están bajo una estricta supervisión. Al final del proceso, el dinero vuelve a Irán, o se queda fuera para financiar operaciones militares, grupos terroristas o incluso la propia infraestructura iraní en otros países.

The Economist también indicó cuál es la función de las casas de cambio de dinero en Irán. Estas empresas llevan un seguimiento mediante la mantención de libros de contabilidad internos: hojas de cálculo gigantes que compensan débitos y créditos a lo largo de cientos de fideicomisos. Sus clientes, las firmas iraníes, liquidan posiciones comprando o vendiendo dólares virtuales a través de una plataforma en línea llamada NIMA, generalmente a tasas de cambio subsidiadas. Aunque la moneda fuerte permanece fuera del país, en última instancia es propiedad del Banco Central de Irán, que maneja NIMA. 

Según declaró una fuente familiarizada con el asunto a The Economist, el Banco Central iraní tiene su propia hoja de cálculo para registrar las reservas virtuales que mantiene en el extranjero. Y agregó que si bien el sistema está bien organizado, es muy costoso, por lo que Irán recibe entre un 30% y un 50% de lo que obtendría en un mercado abierto.

The Economist concluyó que este sistema secreto de Irán es “un insulto para Occidente, una ventaja para China y una amenaza para el mundo”.

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