Megacárceles, estado de excepción y mano dura contra el crimen: el “modelo Bukele” está inspirando a la región
Honduras, Ecuador y Argentina. La "bukelización" de la seguridad en los países latinoamericanos luce como un proceso inevitable.
Nayib Bukele es, hoy por hoy, el presidente más paradójico del mundo occidental. Tildado de “controvertido” por organizaciones y grandes medios globales, Bukele goza de una popularidad nunca vista en la región gracias a su eficiente modelo de seguridad, que funcionó tanto para reducir los homicidios en mínimos histórico como para controlar a las pandillas en su país.
Por ello, Bukele es casi venerado por los ciudadanos salvadoreños y muy elogiado en el resto de Latinoamérica, ya que logró convertir al país más violento del mundo en uno de los más seguros con estadísticas en mano.
Sin embargo, está la otra cara de la moneda: los defensores de los derechos humanos ven con escepticismo y cuestionan el“modelo Bukele” por las múltiples denuncias sobre los excesos de los funcionarios de seguridad y los ataques contra la prensa.
No obstante, los críticos de Bukele, en el mejor de los casos, apenas consiguen eco en los grandes medios, pero en la narrativa popular, el modelo de seguridad de El Salvador tiene más adeptos que detractores dentro y fuera de sus fronteras. Por eso, en muchos países, sin apenas dudarlo, están empezando a inspirarse en el “modelo Bukele” para combatir sus propios problemas de seguridad.
La seguridad en Argentina ya emplea tácticas del 'modelo Bukele'
Argentina ha sido el último país en poner marcha el “modelo Bukele” en sus cárceles. Esto quedó claro en la Provincia de Santa Fe, hogar de una de las ciudades más violentas del mundo, Rosario.
El 5 de marzo pasado, 72 horas después del ataque a balazos contra dos autobuses que trasladaban a cerca de 100 efectivos del Servicio Penitenciario de Santa Fe, se realizó una requisa sorpresiva que se volvió viral en la cárcel de Piñero, que alberga a los presos de “alto perfil” vinculados a las principales bandas narcotraficantes de Rosario, según reseñó La Nación.
En las fotos de la requisa se puede ver a los presos sentados con sus manos atadas y su torso desnudo, rodeados de efectivos de seguridad fuertemente armados mientras se llevan adelante las inspecciones. Los medios argentinos no dudaron en definir el procedimiento como una requisa “a lo Bukele”.
“Estos operativos se realizan de manera aleatoria en todas las unidades, sin horarios ni días definidos. El objetivo es ajustar el control formando un segundo anillo de inspección sobre los presos considerados de alto perfil. Estos son aquellos internos que están sospechados o sindicados de ordenar delitos desde las cárceles”, informó el Ministerio de Seguridad de Santa Fe, a propósito de los diversos procedimientos que se vienen realizando desde hace meses.
De acuerdo con La Nación, estos procedimientos iniciaron luego de que llegara una nueva administración en diciembre pasado. Las fuentes explicaron al medio que, en el marco de las nuevas disposiciones, se sacaron 1200 presos de comisarías y se alojaron en el Servicio Penitenciario, también se reacomodaron a los reclusos más peligrosos en pabellones de mayor seguridad y se les restringieron las visitas.
“En algunos casos, los más peligrosos, reciben a sus familiares con un blindex de por medio y de a dos personas por vez”, reseñó el diario.
El ministro de Seguridad y Justicia de Santa Fe, Pablo Cococcioni, defendió los procedimientos realizados explicando que estas requisas no se aplican para todos los reos y además son necesarias para proteger la integridad de los funcionarios.
“Está claro que una requisa en sectores de mediana o alta peligrosidad tiene que tener medidas de sujeción estrictas, para estricta protección de nuestro personal”, dijo Cococcioni antes de advertir que los presos “la van a pasar peor”.
“Claro que esto no es para toda la población penal. El que no lo entiende o tiene un compromiso criminal muy fuerte que no toma la decisión de romper vamos a actuar muy fuertemente en contra de eso”, sentenció en dialogo con radio Mitre.
La ministra de Seguridad del presidente Javier Milei, Patricia Bullrich, se pronunció en X (Twitter) para defender a las autoridades santafesinas y sus operativos.
“El domingo tirotearon a dos micros del Servicio Penitenciario de Santa Fe. Una clara amenaza de los narcos en las cárceles. En Rosario, el gobernador Pullaro actuó con claridad”, escribió Bullrich. “En las cárceles federales contamos con el Protocolo de Gestión para Presos de Alto Riesgo, con el que controlamos uno por uno a los narcos santafesinos para que no actúen y para que la cárcel no sea un lugar del delito”.
El mensaje de Bullrich, quien compitió con Milei en las primarias presidenciales de Argentina quedando en tercer lugar, llega semanas después de que elogiara el “modelo Bukele” y el propio mandatario salvadoreño revelara que existe una cooperación con Argentina en materia de seguridad.
Sin embargo, a pesar de que el Ministerio de Seguridad en Argentina quiere replicar el modelo salvadoreño, el propio Bukele hizo una advertencia al respecto: “Las medidas que pueden ser compartidas por parte de nosotros para Argentina, de repente no tendrían que ser tan drásticas porque no tienen problemas tan grandes como el nuestro. Ante problemas más pequeños, tal vez el medicamento puede ser más pequeño”.
Ecuador y sus megacárceles
Quizás lo más impactante del “modelo Bukele” son sus megacárceles de máxima seguridad, en teoría destinadas a los pandilleros más peligrosos y violentos del país salvadoreño. Para esos centros penitenciarios se van las maras que mataron, violaron y mutilaron. Criminales que, al menos dentro de esas prisiones, están verdaderamente sometidos a un sistema carcelario de mano dura.
Ecuador, que se ha convertido en cuestión años en el país más peligroso de Latinoamérica, incluso por encima de Venezuela según diversos índices, está afrontando una crisis de seguridad prácticamente sin precedentes desde el 8 de enero, luego de que se conociera que el narcotraficante Adolfo Macías, alias “Fito”, se fugó de una cárcel de Guayaquil.
La fuga de dicho narco generó una ola de violencia impresionante en el país sudamericano. Las pandillas secuestraron canales de televisión, asesinaron civiles y orquestaron motines en diversas cárceles a lo largo del país.
Desde ese día las bandas criminales, que dominan las rutas de narcotráfico y extendieron sus tentáculos dentro del sistema judicial, penal y político ecuatoriano, mantienen en guerra contra el gobierno del presidente Daniel Noboa, de 36 años, quien impulsó su campaña gracias a su retórica contra el narcoterrorismo y la narcopolítica.
Así como en El Salvador, desde el 8 de enero, Noboa impuso un estado de excepción que renovó por 30 días el pasado 8 de marzo debido a la “grave conmoción interna” y al “conflicto armado interno”.
Asimismo, además del estado de excepción, en enero Noboa presentó un plan para construir dos megacárceles para prisioneros de máxima seguridad al estilo salvadoreño para replicar, en parte, el “modelo Bukele”.
El problema, según los expertos, es que la crisis de violencia en Ecuador difiere en características a la que se vivió en El Salvador por años, siendo las maras unas pandillas muy diferentes a las bandas de narcotráfico que orquestan la violencia en el país sudamericano.
Honduras, fracaso un año después de su “bukelización”
Antes de Argentina y Ecuador, Honduras, un vecino de El Salvador, llevó adelante un cambio radical en cuanto a su política de seguridad emulando el “modelo Bukele”.
En diciembre de 2022, presionada por los poderes económicos en su país y su propia impopularidad, la presidente Ximena Castro impuso un estado de excepción en las zonas con índices de criminalidad más elevados como respuesta a las acciones de grupos criminales, especialmente las pandillas.
Particularmente, el decreto de Castro suspendió parcialmente los derechos constitucionales en Honduras que garantizan la libre circulación, el derecho de reunión la inviolabilidad del domicilio, multiplicando los esfuerzos para reprimir a las pandillas Mara Salvatrucha (MS13) y Barrio 18.
El problema, básicamente, fueron los resultados.
Un análisis de la organización InSight Crime comparó los efectos del estado de excepción en ambos países, dejando muy mal parado al Gobierno de Castro.
Según la organización, los focos de violencia tradicionales se extendieron más allá de Tegucigalpa y San Pedro Sula y, además, los delitos como la extorsión se propagaron aún más rápido durante el estado de excepción hondureño.
En general, Honduras no solo no logró frenar a los grupos de extorsión ya existentes, sino que se crearon dos nuevos grupos extorsionadores.
El único relativo éxito para Honduras fue, quizás, la leve reducción de la tasa de homicidio, que pasó de 38,14 % en 2022 al 31,14 % en 2023, que continúa siendo la más alta de la región.
Además del estado de excepción, el Gobierno hondureños además trasladó a 1,500 prisioneros a cárceles de máxima seguridad y también prometió la construcción de una megacárcel en una isla para combatir a las maras, medidas similares a las tomadas por el propio Bukele.
Sin embargo, a pesar de que muchas organizaciones y medios señalan que Honduras se “bukelizó” en materia de seguridad, el propio ministro de Seguridad del país hondureño, Gustavo Sánchez, dijo en una entrevista con Expediente Público que la Administración Castro no está replicando el “modelo Bukele”, sino que está intentado llevar adelante su propia política.
“Resultó un poco gracioso cuando se tomaron las medidas en los centros penales. Hubo unas tomas de televisión con los pandilleros que iban esposados y todo, los medios que antes exigían que hiciéramos lo de Bukele, empezaron a criticar la bukelización del país”, dijo el ministro Sánchez.
Paraguay, Colombia y Perú, atraídos por el modelo Bukele
En diciembre de 2023, el Gobierno de Paraguay lanzó un megaoperativo policial y militar para recuperar el control de la cárcel conocida como Tacumbú, ubicada en la capital Asunción.
En el operativo murieron 7 presos y un policía, sumados a los 30 agentes y 20 reclusos que resultaron heridos. Según el Gobierno, se movilizaron 1.500 policías y 1.000 militares, y además de recuperar el control de Tacumbú, también cumplieron el de objetivo desmantelar un esquema de distribución de drogas que operaba impune desde la prisión.
Tras el exitoso operativo, el presidente paraguayo, Santiago Peña, aseguró que la política de seguridad de Bukele lo inspiró y lo llevó a aprobar la operación en Tacumbú, conocida como “Veneratio”.
“No lo puedo negar, la experiencia de El Salvador, de Nayib, también ha sido un factor de aliento para enfrentar a estos grupos criminales. El presidente Nayib Bukele es hoy una figura que ha ganado preponderancia. Antes de su llegada, El Salvador era uno de los países más inseguros y criminales del mundo. Él generó un cambio tremendo y eso generó mucha atención”, afirmó Peña.
Las palabras del presidente Paraguay demuestran, en efecto, cómo Bukele ha logrado influir directamente en gobiernos e incluso en campañas políticas.
Por ejemplo, en Colombia, Diego Molano y Jaime Arizabaleta, precandidatos a las Alcaldías de Bogotá y Cali respectivamente, propusieron construir megacárceles inspiradas en las de El Salvador.
Asimismo, en Perú, el alcalde de Lima, Rafael López Aliaga, se llenó de elogios para con la política de seguridad del presidente Bukele.
"El 'plan Bukele' ha hecho un milagro en El Salvador. Estamos en contacto con su equipo de seguridad y queremos implementar algo similar", dijo López Aliaga en declaraciones recogidas por La República.
La realidad es ineludible: Bukele, a pesar de toda la controversia en torno a su gestión, está inspirando a Latinoamérica con su política de seguridad.