Al igual que Ford hace sólo tres días, el fabricante de automóviles Stellantis llegó a un acuerdo tentativo con la United Auto Workers (UAW). Aunque los términos todavía deben ser ratificados por los miembros del sindicato, su presidente, Shawn Fain, festejó el pacto:

Fian también destacó que desde que la huelga comenzó hace un mes y medio, Stellantis "duplicó el valor total de su propuesta". Destacó, asimismo, que el pacto blindaría la creación de empleos tanto en la fabricación de vehículos de combustión como de baterías, demostrando que la aparición de la movilidad eléctrica no es una "sentencia de muerte" para los "buenos empleos en la industria automotriz del país".

De ser aprobado, el acuerdo con Stellantis —que se consideraba la compañía con más pegas a la hora de negociar— también aumentaría los salarios en un 25% durante los próximos cuatro años y medio para quienes trabajan en las principales plantas de montaje.

General Motors, la rezagada

Al mismo tiempo que anunciaba el pacto con Stellantis, la UAW redobló sus esfuerzos contra General Motors al añadir a la planta en Spring Hill, Tennessee, a la protesta.

Ambas partes describieron el estado actual de las negociaciones como decepcionante. Así lo reconocieron portavoces del único fabricante todavía sin pacto tentativo, que en declaraciones recogidas por Automotive News (AN) se mostraron sorprendidos por la ampliación de la huelga: "Estamos decepcionados por la acción de la UAW a la luz de los progresos que hemos realizado. Hemos seguido negociando de buena fe". "Nos decepciona la negativa innecesaria e irresponsable de GM a llegar a un acuerdo justo", dijo por su parte Fain, de acuerdo con el mismo medio.

Estas últimas afirmaciones fueron realizadas por el presidente de UAW a Reuters, que también destacó que fuentes de General Motors conocedoras de lo que ocurre en la mesa de negociación revelaron dos de los puntos más conflictivos: las prestaciones de jubilación y los trabajos temporales.