"Lo que siento es impotencia": el drama de los hinchas que tenían su entrada pero que no pudieron ingresar a la final de la Copa Libertadores
A pesar de la alegría que se vivió en las tribunas, se estima que 1.000 fanáticos que habían comprado su boleto de forma oficial tuvieron que ver el partido desde un televisor.
La final de la Copa Libertadores, el torneo de clubes más importante de América Latina a nivel fútbol, se disputó el pasado sábado entre Boca Juniors (Argentina) y Fluminense (Brasil). A pesar del precio de las entradas, y de la delicada situación económica de Argentina, decenas de miles de fanáticos hicieron un esfuerzo y compraron la entrada para ver en vivo uno de los partidos más importantes del equipo argentino en los últimos años. Sin embargo, inversión realizada mediante, algunos debieron ver el partido por televisión.
Se estima que esa fue la historia que vivieron unos 1.000 fanáticos, entre los que se encontró Tobías Giménez junto a su familia. El joven habló en exclusiva con Voz Media y relató lo vivido el sábado 4 de noviembre, cuando esperaba ver a su equipo en la cancha y terminó siendo reprimido por la Policía brasileña.
Su historia comenzó tres semanas antes del partido, todavía con la alegría de que Boca haya alcanzado la final del torneo que le es esquivo desde el 2007. A pesar de las dificultades económicas que atraviesa Argentina, su familia realizó la inversión y logró comprar entradas para el encuentro (por supuesto entradas oficiales). Siete de ellos viajarían a Río de Janeiro para sentarse en la platea y rezar para que el equipo que comandaba Jorge Almirón (renunció el domingo por la noche) se coronase en Brasil.
Ya en suelo brasileño, llegaron al estadio tres horas y media antes para evitar los famosos aglomeramientos de último minuto. Comenzaron a hacer la fila, todavía con una sonrisa en boca, hasta que se dieron cuenta de que misteriosamente no avanzaba. "Se empieza a acumular gente. Empezaron los comentarios de la gente, que no sabía qué estaba pasando. No avanzábamos, no teníamos ninguna respuesta", relató el joven.
"Dos horas después empezó el movimiento, pero ya había mucha gente, entre mujeres, gente mayor y niños. En un momento dado, nos fuimos separando de la familia por el movimiento. Para frenar la avalancha de gente, la Policía nos tiró a los caballos encima, gas pimienta. No te digo que no podía respirar, pero me faltaba un poco el aire. Toda una situación desesperante", continuó.
En el revoleo gente, Tobías se quedó solo con su primo, con quien pudo reincorporarse en una suerte de fila que volvió a armarse. Incluso su hermana se puso a llorar porque pensó que las fuerzas de seguridad los habían lastimado. Aunque parecía que la cosa no podía ir para peor, todavía faltaba el desenlace. A 15 minutos del inicio del partido, empezaron a circular las versiones de que habían cerrado las puertas, algo que pudieron confirmar quienes estaban más adelante. ¿El motivo? "Pensamos que se sobrevendió o que directamente entró gente que no tenía entrada", indicó Tobías.
Con esa información, Tobías dio media vuelta y se reunió con su familia para irse del estadio, sin haber podido ingresar a pesar de haber comprado legalmente las entradas. Vieron el primer tiempo en el transporte público y llegaron a su hotel para ver como el encuentro finalizaba con victoria de Fluminense por 2 goles a 1.
"No tuvimos ninguna respuesta. Lo que siento es indignación, impotencia. En Argentina vamos a intentar contactarnos con Boca, porque nos parece más fácil que intentar hablar con la Conmebol. Pero no se sabe nada", cerró Giménez.