El Gobierno federal está pidiendo a un tribunal que ponga fin a una norma de California que exige que los guardias penitenciarios estén bien afeitados. Los federales alegan que la medida equivale a discriminación religiosa para los sijes, musulmanes y otros que usan barba como expresión de su fe.
"El Departamento de Justicia cuestionó al Departamento Correccional y Rehabilitación de California (CDCR) por negarle adaptaciones religiosas a funcionarios penitenciarios de diversas religiones, incluidos sijes y musulmanes, que usan vello facial como expresión de su fe. El CDCR generalmente prohíbe a los funcionarios penitenciarios usar barba, y la acción busca una orden judicial temporal que permita a estos funcionarios usar barba mientras el CDCR evalúa completamente las opciones para brindarles adaptaciones religiosas mientras cumplen con las normas de seguridad de California", escribió el Departamento de Justicia mediante un comunicado.
"Obligados a violar sus principios"
Entre tanto, el CDCR explicó que respeta la libertad religiosa. La medida de prohibir el vello facial corresponde a una exigencia legal para proteger la seguridad de los agentes. "Las políticas del CDCR surgen de la necesidad de que algunos empleados usen respiradores ajustados, y la ley estatal exige que el vello facial no interfiera con el uso de dichas máscaras, según documentos judiciales", indicó el periódico Sacramento Bee.
A pesar de ello, el Departamento de Justicia insiste en que "los agentes afectados se han visto obligados a violar principios fundamentales de su fe y han sufrido vergüenza y humillación entre sus comunidades religiosas, incluido el rechazo de lugares de culto y la negación de la participación en ceremonias religiosas, como bodas familiares".
La acción del departamento, presentada ante el Tribunal de Distrito para el Distrito Este de California, alega que aunque muchos agentes habían desempeñado su trabajo exitosamente durante años mientras usaban vello facial, el CDCR implementó una política sobre el vello facial el año pasado y, desde entonces, negaron solicitudes de adaptación religiosa, lo que obligó a los agentes a afeitarse la barba o perder sus trabajos.
