2023, un año en huelga

Miles de trabajadores del país iniciaron distintos parones en busca de mejores condiciones laborales y económicas.

Si por algo se recordará este 2023 en el país es por la cantidad de huelgas que comenzaron y acabaron a lo largo de este año. Especialmente durante la segunda parte del mismo, donde empleados de muchos sectores laborales decidieron iniciar sus piquetes, motivados por los distintos sindicatos que los defienden.

Parones que afectaron a varios sectores de la actividad económica y en los que empleados de la industria del entretenimiento, de la sanidad, del transporte y hasta de la educación decidieron luchar por unas mejores condiciones laborales y económicas.

La WGA levanta sus lápices

El primer gran parón lo protagonizaron los guionistas de Hollywood, que iniciaron sus piquetes el 2 de mayo. Motivados por el Sindicato de Guionistas de América (WGA), los distintos escritores de las series y películas realizadas en el país levantaron sus lápices e iniciaron una huelga que duraría 148 días y que terminó, de forma oficial, el 27 de septiembre.

Guionistas se manifiestan en la entrada de Walt Disney Studios.
(Cordon Press)

Reclamaron mejores sueldos, una ley que los protegiese contra el uso de la inteligencia artificial (IA) y una mejor legislación de las regalías, es decir, los beneficios que reciben los guionistas cada vez que alguien reproduce un producto audiovisual en una plataforma en streaming.

El problema que más costó solventar fue el de la IA. El nuevo acuerdo dictaminó que la IA no podrá escribir ni reescribir material literario. También se determinó que los guiones escritos mediante esta tecnología no se considerarían material original y que los guionistas únicamente podrán utilizar la inteligencia artificial como herramienta de trabajo si contaban con la aprobación de los estudios. Estos, por su parte, no podrían obligar a estos trabajadores a emplear esta tecnología en sus escritos y debían informarles de si los guiones que les entregaban a los escritores se habían realizado mediante IA o no.

También se solucionó otro problema importante, el de las regalías. A partir de septiembre, los servicios de video bajo demanda (VOD) debían compartir sus datos de audiencia con la WGA, incluyendo el número de horas reproducidas en todo el mundo de un producto audiovisual. Así, el sindicato podía ratificar que los guionistas recibiesen un salario justo por su trabajo. Un porcentaje que, además, se determinó también en el nuevo acuerdo y que iba del 50% al 76% dependiendo de si era una producción nacional o un gran éxito de audiencia.

SAG-AFTRA se une a la WGA

Los actores no tardaron mucho en unirse a los guionistas y en paralizar, por completo, los rodajes de los productos audiovisuales en los Estados Unidos. Desde el 2 de mayo, estos trabajadores ya habían demostrado su apoyo a sus compañeros guionistas, a los que acompañaron durante los piquetes.

Sin embargo, su lucha aún no había comenzado. Eso sucedió el 14 de julio, cuando el sindicato de actores, SAG-AFTRA, decidió iniciar también su propio parón, que terminó el 9 de noviembre, tras 118 días de protestas.

Piquete de actores y guionistas de Hollywood manifestándose en Nueva York durante la doble huelga que asola al sector.
(Cordon Press)

Su huelga fue mucho más relevante que la de los guionistas ya que, junto a ellos, lograron paralizar por completo a la industria audiovisual al no disponer ya no solo de guiones, sino tampoco de actores dispuestos a acudir a los rodajes, así como de conceder entrevistas o formar parte de eventos de gran envergadura como la Comic-Con. Esto dejó a los estudios sin ningún tipo de posibilidad de marketing y los obligó a negociar con ambos sindicatos.

De hecho, las negociaciones con el SAG-AFTRA, a pesar de que costaron, contaban con un pequeño precedente, ya que las peticiones que hacían los intérpretes eran similares a las que plantearon los guionistas y que, meses antes, habían acordado con los grandes estudios. De esta forma, los actores exigieron mayores salarios, regularizar lo que percibían por las regalías, mejores condiciones laborales y limitar el uso de la inteligencia artificial para tener garantías de que los actores no serán reemplazados por hologramas.

En el caso de los actores, lo más complicado de regular fue el uso de la inteligencia artificial, el gran problema que veían los intérpretes y que lograron legislar en el nuevo acuerdo, poniendo fin así a la mayor doble huelga de Hollywood desde 1960.

La “huelga histórica” de los fabricantes de automóviles

Si Estados Unidos no tenía bastante con los parones de actores y guionistas, los fabricantes de automóviles pronto iniciaron su propia huelga. En su caso, los piquetes se concentraron en las distintas plantas del país de Ford, Stellantis y General Motors, con cerca de 13.000 empleados dejando de trabajar a partir del 15 de septiembre.

Este parón lo definió el líder de la United Auto Workers (UAW), Shawn Fain, como "histórico", ya que se convirtió en la primera huelga en los 88 años de la historia sindical en la que los empleados de las tres grandes corporaciones realizaban un parón simultáneo tras no llegar a un acuerdo con las ofertas salariales para sus trabajadores: “Por primera vez en nuestra historia, haremos huelga en los tres a la vez”, explicó Fain al anunciar los piquetes.

Imagen de la huelga de AUW celebrada el 26 de septiembre frente a la planta de General Motors en Michigan.
(Cordon Press)

El parón continuó hasta el 18 de noviembre, cuando la última plantilla, la de Ford, logró llegar a un acuerdo. Entre las peticiones que realizó el sindicato estaba un aumento salarial del 36% en cuatro años. Lo que buscaban, en concreto, era lograr, en ese periodo de tiempo, alcanzar el salario de 32 dólares por hora en lugar de 8.

Según explicó la UAW, los nuevos empleados comienzan cobrando un salario de 17 dólares por hora y tardan casi una década en llegar a los 32 dólares, algo que veían injusto. Junto con esto, también pidieron una semana de 32 horas laborales con 40 horas de salario.

El personal sanitario, también en huelga

A principios de octubre, 75.000 empleados sanitarios también se sumaron a las distintas huelgas convocadas a lo largo del país. En un parón que afectó a seis estados, estas protestas tuvieron una duración de 72 horas y se convocaron por los trabajadores de Kaiser Permanente, una de las principales empresas sanitarias de Estados Unidos. Su sindicato llevaba en negociaciones desde abril pero, finalmente, no lograron pactar nada y fruto de esto los empleados iniciaron las protestas.

¿Sus exigencias? Un aumento salarial del 27% en los próximos cuatro años, el incremento de los salarios mínimos a 23 dólares la hora en California y 21 dólares la hora en mercados fuera de California, la actualización del Plan de Rendimiento Compartido, la mejora de los beneficios de salud y los planes de ingresos de jubilación existentes así como renovar los programas de asistencia y capacitación para la matrícula.

La huelga se convocó en 39 hospitales de California, así como en otros centros sanitarios de Colorado, Oregón y Washington. En el estado de Virginia y en Washington, D.C., se realizaron piquetes pero solo durante 24 horas.

Los médicos fueron los únicos trabajadores que no se unieron al parón. Sí lo hicieron las enfermeras vocacionales, los ecografistas, los terapeutas respiratorios, los técnicos del departamento de emergencias, las amas de llaves, los auxiliares sanitarios, el personal administrativo, los empleados de la cafetería y de limpieza, los optometristas y los laboratoristas.

Los Ángeles, la ciudad con más huelgas

California fue el estado en el que se registraron más huelgas y la ciudad donde más parones hubo fue, sin lugar a dudas, Los Ángeles. Allí, a lo largo de este año, tanto trabajadores de hoteles como funcionarios y profesores decidieron protestar en busca de mejores condiciones económicas.

Los empleados de los hoteles (entre los que se incluye el personal de limpieza, botones, camareros o recepcionistas) comenzaron su parón unos días antes que los actores, el 2 de julio. Ellos aseguraron que los salarios que percibían eran insuficientes si se comparaban con el elevado costo de vida de Los Ángeles.

Por ese motivo, el sindicato que los representa, Unite Here Local 11, exigió un aumento de 5 dólares más cada hora, así como un incremento salarial anual de 3 dólares la hora en dos años. También reclamaron más ayudas económicas para la vivienda, una mejor asistencia sanitaria, una pensión y una modificación en los horarios laborales.

El 8 de agosto, más de 11.000 empleados públicos de Los Ángeles se declararon en huelga. Alegaron que la Administración local dirigida por Karen Bass ejerció "prácticas laborales desleales" con los funcionarios, además de pactar la revisión de sus contratos. Un parón en el sector que se convirtió en el más importante de los últimos quince años.

Meses antes, varios trabajadores del sector educativo habían protagonizado sus propios piquetes en LA. En marzo, los trabajadores del Distrito Escolar Unificado de Los Ángeles (LAUSD), comenzaron una huelga para protestar por las "malas prácticas" realizadas por la dirección del distrito escolar. Se convocaron varias manifestaciones y protestas delante de varios centros escolares.

En torno a 65.000 empleados (entre los que se encuentran conductores de autobuses escolares, conserjes, auxiliares y profesores) secundaron aquel parón. Una huelga que duró tres días y que afectó a unos 420.000 alumnos.