El Departamento del Interior (DOI) anunció el pasado viernes un plan para emitir, como mucho, tres licencias de petróleo y gas en la región del Golfo de México, durante un período de cinco años comenzando en 2024. "Es el menor número de ventas de licencias de petróleo y gas de la historia", celebró la secretaria de la agencia, Deb Haaland, en un comunicado. Datos del Bureau of Ocean Energy Management, replicados por el Washington Post, le dan la razón: desde 1992 que ningún plan quinquenal incluyó menos de 11 licencias. La mayoría previó entre 15 y 20.
La disminución de licencias para petróleo y gas iría a acompañada de un aumento de las emitidas para para los molinos de viento en el mar. Al anunciar la medida, el DOI explicó que la propuesta "pondría el programa federal de petróleo y gas en alta mar en consonancia con el programa de la Administración Biden-Harris de emisiones netas cero para 2050".
En comparación, el Gobierno de Trump pretendía promover -aunque sus intenciones no superaron las instancias preliminares- unas 47 licencias en todas las áreas costeras alrededor del país. Diferencia que el DOI se encargó de remarcar en su comunicado de prensa.
"En un momento de inflación galopante, la Administración Biden está optando por políticas energéticas fracasadas que aumentan el dolor que los estadounidenses están sintiendo al ir al surtidor", expresó en un comunicado el presidente de la American Petroleum Institute (API), Mike Sommers.
Este programa restrictivo es la última táctica de una estrategia coordinada para reducir la producción de energía, debilitando en última instancia el dominio energético de Estados Unidos, limitando el acceso de los consumidores a una energía fiable y asequible y comprometiendo nuestra capacidad para liderar en el escenario mundial. Durante décadas, hemos luchado por la seguridad energética y esta Administración sigue intentando perderla.
