Hipocresía ecologista: dos activistas climáticos huyen de la justicia y se van de vacaciones en avión

Los ecologistas alemanes, en lugar de acudir a su citación judicial, recorrieron las 7.000 millas que separan su país de Indonesia en un medio de transporte poco 'ecofriendly'.

Dos activistas climáticos alemanes, que debían comparecer ante el tribunal por obstaculizar una operación policial, decidieron no asistir y se fueron de vacaciones a Bali (Indonesia). El hecho de faltar a una citación judicial sin una justificación por motivos de fuerza mayor es grave, pero lo curioso de este caso es que ambos individuos realizaron su viaje en avión.

Conociendo qué es por lo que dicen luchar los activistas climáticos -la contaminación, la huella de carbono, etc.-, sorprende el método de viaje que escogieron. No recorrieron las casi 7.000 millas que separan Alemania e Indonesia en bicicleta o en canoa -una alternativa ecológica y no contaminante que suele ser la que retratan en su propaganda-. En su lugar, Yannick S. y Luisa S. decidieron viajar cómodamente en avión. Un medio de transporte que emite cerca de 2,5 toneladas de dióxido de carbono (CO₂) en un solo trayecto de semejante distancia.

El movimiento al que pertenecen estos dos activistas, Letzte Generation ("Última generación") les disculpó, alegando que lo hicieron como viajeros privados. "Reservaron sus vuelos como particulares, no como activistas climáticos. Hay que mantener estas dos cosas separadas", dijo la organización.

Meses de ataques vandálicos

En los últimos meses, varios activistas climáticos se manifestaron en las calles de las principales capitales de todo el mundo. Uno de los métodos de "lucha" que emplearon fue pegarse las manos en superficies como carreteras para evitar el paso de las fuerzas de seguridad y ser arrestados.

Más graves son los actos vandálicos que realizaban contra diferentes obras de arte. En mayo del año pasado, una persona arrojó una tarta contra el cristal que protege la Mona Lisa, del artista italiano Leonardo da Vinci, en el Museo del Louvre (París). La Joven de la Perla, del pintor neerlandés Johannes Vermeer, o Las Majas, del español Francisco de Goya, entre otros, también sufrieron los ataques de los activistas climáticos.