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East Palestine: Biden se esconde mientras la incertidumbre y el alarmismo continúan

El 3 de febrero, varios vagones cisterna de un tren de mercancías volcaron y derramaron los gases tóxicos que contenían. Aún existen dudas sobre la potabilidad del agua y la calidad del aire.

(Wikimedia Commons)

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Joe Biden no tiene pensado visitar East Palestine. La secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karine Jean-Pierre, confirmó este jueves que el presidente no acudirá a la zona de Ohio afectada por un derrame tóxico con multitud de incógnitas todavía en el aire. "No tengo nada que compartir sobre una visita presidencial, no en este momento, ni nada que anunciar", señaló tajante Jean-Pierre ante las reclamaciones de los periodistas. Las prioridades son otras, entre ellas la visita sorpresa a Ucrania a principios de semana.

En cuanto al resto de la Administración federal, la actuación no ha sido ni mucho menos rápida. El secretario de Transporte, Pete Buttigieg, tardó tres semanas en visitar la zona del descarrilamiento. Junto con operarios de la Agencia de Protección Medioambiental (EPA), Buttigieg se acercó al lugar del accidente, donde aún quedan restos de los vagones cisterna volcados. Anteriormente, el máximo responsable de los ferrocarriles había tardado más de 10 días en pronunciarse -en Twitter- sobre la catástrofe. Su gestión acapara todas las críticas de los habitantes afectados por el vertido. 20 días después de la catástrofe, y después de la llegada de Donald Trump a la zona, Buttigieg por fin conoció la situación de primera mano.

La visita de Buttigieg coincidió con el informe preliminar de la Junta Nacional de Seguridad en el Transporte (NTSB), que informó de que el descarrilamiento se produjo por un sobrecalentamiento de las vías.

Vertido tóxico en East Palestine

En el descarrilamiento producido el 3 de febrero se vertieron toneladas de cloruro de vinilo y fosgeno, un gas que se empleó como arma química durante la Primera Guerra Mundial. Varios de los vagones cisterna volcaron, desprendiéndose los componentes tóxicos que portaban. El incendio provocó una enorme columna de humo negro que se visualizaba a decenas de millas de distancia.

Las consecuencias para la localidad fueron nefastas: fauna muerta, los ríos y la vegetación contaminados y los habitantes evacuados durante varios días. Los afectados reconocían que no se atrevían a probar el agua, pese a que las informaciones de la Agencia de Protección Medioambiental (EPA) mostraban que no existía riesgo y que continuaba siendo potable. También manifestaban problemas de salud: no respiraban bien y les aparecían afecciones en la piel.

La quema de los residuos tóxicos se produjo tres días después. No se sabe por qué se tardaron 72 horas en hacerlo ni quién autorizó la quema, pese a que el periodista Michael Patrick Leahy señaló al gobernador de Ohio, Mike DeWine, como el responsable de la acción. Por otra parte, el Partido Republicano anunció una investigación a través de su senador J.D. Vance, natural del estado, para esclarecer los hechos.

La EPA culpa a Norfolk Southern

La crispación en East Palestine continúa. Los habitantes siguen desconfiando de los informes de la EPA respecto a la potabilidad del agua y la calidad del aire. El gobernador DeWine anunció la apertura de una clínica para evaluar y atender a los vecinos que sufriesen algún tipo de infección o se sintiesen indispuestos.

Mientras tanto, se buscan responsables. Y la EPA lo tiene claro: Norfolk Southern. La corporación se encargaba de operar el tren descarrilado, por lo que la agencia federal les considera como los máximos culpables de la situación. "Quiero ser claro: estamos exigiendo responsabilidades a Norfolk Southern", dijo Michael Regan, administrador de la EPA.

El 21 de febrero, la EPA informó que se encargaría de supervisar todas las acciones que se acometiesen en East Palestine. A los vecinos les ofreció servicios de limpieza para sus viviendas y para los edificios afectados. Aparte, ordenó a Norfolk Southern limpiar el terreno y el vertido tóxico al ser el operador del tren accidentado.

"El descarrilamiento del tren de Norfolk Southern ha trastornado la vida de las familias de East Palestine, y la orden de la EPA garantizará que la empresa rinda cuentas por haber puesto en peligro la salud y la seguridad de esta comunidad. Norfolk Southern pagará por limpiar el desastre que ha creado y por el trauma que ha infligido a esta comunidad", dijo Regan.

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