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ANÁLISIS

Planned Parenthood acorralada: pánico a los recortes de Trump y ataques desde medios de izquierda

La multinacional del aborto afronta la llegada del republicano a la Casa Blanca con las cuentas seriamente comprometidas, a lo que se suman reportajes como el de 'The New York Times' que denuncian la situación de abandono de pacientes y empleados mientras invierte millones de dólares en financiar campañas políticas.

Planned Parenthood acorralada: pánico a los recortes de Trump y ataques desde medios de izquierda

Israel Duro
Publicado por

La multinacional del aborto Planned Parenhood está de rodillas. En el punto de mira de Donald Trump desde su primer mandato, al que sobrevivió por poco, la empresa abortista no sólo debe afrontar la considerable pérdida de la financiación federal que supone para ella el regreso del republicano a la Casa Blanca, sino que se ha abierto la veda a los ataques desde la izquierda con denuncias de malas prácticas por parte de la compañía respecto a los trabajadores, pacientes y el uso de fondos públicos para financiar campañas de políticos demócratas que pudieran darles mayores ayudas en el futuro. 

De hecho, uno de los mayores varapalos para Planned Parenthood le fue propinado por un medio nada sospechoso de ser provida. Ya sólo con el titular, The New York Times dejó para el arrastre a la principal promotora privada del aborto en el mundo: "Atención chapucera y personal cansado: Planned Parenthood en crisis". 

El subtítulo ahonda aún más en la herida, dejando claro que lo más positivo que iban a encontrar los responsables del abortorio era ser calificados con el eufemismo de "proveedor de atención sanitaria": "El proveedor de atención sanitaria de último recurso está trabajando para apuntalar las clínicas afiliadas que se encuentran en una situación financiera desesperada. Las pacientes denuncian abortos fallidos, DIU extraviados y personal con formación inadecuada".

Las cuentas de Planned Parenthood, en el alambre por la píldora y Dobbs

El reportaje pone de manifiesto uno de los puntos que solían esconder los medios de izquierda, como es la realidad financiera del gigante del aborto, tanto en lo referente al estado de sus cuentas como a la procedencia del dinero y su utilización real. 

Respecto a lo primero, y antes incluso de que comiencen a sufrir los efectos de la asfixia de fondos federales por parte de Trump, sus cuentas ya no cuadraban demasiado bien. De los cinco millones de pacientes que llegó a tener anualmente durante la década de los 90, llegando a tener hasta 900 clínicas repartidas en los 50 estados, los últimos datos publicados hablan de 2,1 millones de pacientes y unos 600 centros.

Esto se debe en gran parte al daño que les está produciendo la dispensación generalizada de la píldora abortiva, con envío por correo incluido, que se ha convertido en el método más utilizado por las estadounidenses para terminar un embarazo.

Sus ingresos también se han visto notablemente mermados tras la sentencia del Tribunal Supremo sobre Dobbs. El hecho de que el aborto no sea un derecho constitucional ha permitido a muchos estados republicanos establecer legislaciones restrictivas a los abortos y a las empresas y médicos que realizan estas intervenciones. 

Hasta el momento, Arkansas, Missouri y Texas impiden que las clínicas de Planned Parenthood reciban reembolsos de Medicaid, una de sus fuentes esenciales de ingresos. Lo peor para la empresa abortista es que un caso pendiente ante el Tribunal Supremo podría dar luz verde a otros estados seguir su ejemplo.

La batalla política con dinero público de Planned Parenthood

Durante su primer mandato, Trump negó a los proveedores de aborto el acceso a los fondos federales de planificación familiar recogidos en el Título X. Teniendo en cuenta que el presidente lamentó públicamente no haber acabado totalmente con Planned Parenthood, y sus recados -y los del vicepresidente Vance- durante la campaña, es casi un hecho que repetirá el movimiento. Algo que supondría a las arcas de sus clínicas otro agujero de unos 60 millones de dólares.

Desde la empresa tienen clara su situación y de la importancia de la batalla política para su supervivencia. Por eso, no es de extrañar que, según The New York Times, Planned Parenthood destinara sólo el pasado año más de 40 millones de dólares a financiar campañas de candidatos proabortistas. A esto hay que sumar los gastos en la lucha legal, con demandas contra los estados que limitan lo que ellos llaman pomposamente "el derecho al aborto".

Las demandas contra la multinacional abortista se acumulan en los juzgados

No es el único frente legal abierto para la abortista. Según las investigaciones del NYT, las demandas por mala praxis también se les acumulan en los juzgados, comprometiendo aún más sus cuentas reclamando cifras millonarias. Una situación que, según denuncian exempleados, irá a peor debido el estado en que se encuentran muchas de las clínicas, que llegan a "suplicar" a la matriz por suministros médicos y con varias clínicas que necesitan reformas importantes para poder seguir operando de manera segura. 

Todo esto se suma a las denuncias de empleados y exempleados, que muestran un clima laboral tenebroso que incluye salarios abismalmente bajos, impagos prolongados, empleadas despedidas por solicitar baja maternal o por cuestionar las prácticas clínicas o denunciar discriminación y una cultura empresarial “caótica” y “tóxica”.

Además desde han aumentado las presiones de los directivos para aumentar el volumen de pacientes, generando un gran estrés que da lugar a bajas o incluso a que los trabajadores renuncien a sus puestos. Como consecuencia, se está contratando a personal con baja cualificación o sin experiencia, lo que está aumentando el número de errores en en la administración de medicamentos o en los procedimientos. Incluso hay denuncias de que en varios estados se ha encargado a personal que no tiene la titulación necesaria la extracción de sangre o el control de las constantes vitales de los pacientes.

Víctimas de mala praxis y errores de tratamientos

Algo que están pagando los pacientes, varios de cuyos casos recoge el NYT. Por ejemplo, Nakara Alston, madre de dos niñas y que descubrió que estaba embarazada semanas después de romper con su novio. Desesperada, acudió a Planned Parenthood para someterse a un aborto y se fue a vivir con sus hijas a un centro de acogida para sin techo. 

Sin embargo, semanas después de la intervención seguía sangrando y con fuertes dolores, hasta que una prueba de embarazo volvió a darle positivo. Acudió al centro donde se practicó el aborto donde el personal le dijo que habían visto el feto abortado y que no se preocupara. Sin embargo, en urgencias descubrieron que éste seguía en su útero. Doce semanas después, Alston dio a un luz a un bebé que murió al nacer.

"Habitación equivocada, paciente equivocado"

Varios empleados que dejaron su puesto denunciaron también que eran habituales los errores del personal que provocaban confusiones de los tratamientos a los pacientes que acudían a sus clínicas. "En algunos casos, fueron los propios pacientes quienes se dieron cuenta del error, por ejemplo, preguntaban: '¿Por qué estoy en una habitación con un ecógrafo y una enfermera sedada para una citología?', o cuando una enfermera entraba y decía: 'Habitación equivocada, paciente equivocado'", contó Grace Larson, exenfermera de Planned Parenthood en Minnesota.

Todo este conjunto ha dejado a la internacional abortista en una situación en la que su propia superviencia está en riesgo. Está por ver si, como en la anterior etapa de Trump consigue escapar o incluso si el golpe de gracia le sobrevendrá desde la izquierda.

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