Israel hizo bien en respaldar a Trump en la ONU
Jerusalén debe permanecer del lado de la nueva Administración mientras esta flexiona sus músculos diplomáticos en Europa y Oriente Medio.

Asamblea General de la ONU
Fue una confrontación que Israel hubiera preferido evitar. Pero cuando llegó la hora de la verdad en la Asamblea General de la ONU esta semana, el Estado judío sabía lo que tenía que hacer. Ante la disyuntiva de tomar partido por Ucrania, la Unión Europea y la mayor parte de la comunidad internacional o ponerse del lado de la Administración Trump, Jerusalén no dudó en respaldar a Washington. Por hacerlo, no solo está siendo vapuleada por algunos de los críticos de siempre, sino también por antiguos amigos.
El dilema lo provocó una resolución de la UE que reafirmaba la condena del organismo mundial a Rusia por su invasión ilegal de las fronteras de Ucrania en el tercer aniversario de la guerra que comenzó el 24 de febrero de 2022. La medida también exigía a Moscú la retirada "inmediata" del territorio que arrebató a la otrora república soviética en 2014. Estados Unidos, que ha iniciado un esfuerzo para negociar el fin del brutal conflicto que ya se ha cobrado un millón de vidas en ambos bandos, se opuso a la resolución. El Gobierno americano interpretó correctamente la resolución como un esfuerzo por descarrilar su iniciativa diplomática, en vez de tan solo un mero gesto vacío (como la mayoría de lo que ocurre en las Naciones Unidas). Por eso prefirió un simple llamamiento a poner fin a la guerra -rechazado por Ucrania y sus partidarios- sin culpar abiertamente a Rusia.
Entonces, ¿qué podía hacer Israel cuando la Asamblea General votó?
Apoyó la posición de Estados Unidos en ambas resoluciones. En un caso votó en contra de la propuesta de la UE y en el otro, nuevamente siguiendo el ejemplo de Washington, se abstuvo, ya que las enmiendas europeas habían transformado el significado de la resolución estadounidense para socavar la política del presidente Donald Trump.
Ira contra Israel
Como resultado, Israel y Netanyahu fueron objeto de críticas por haberse puesto del lado de Trump, Hungría y Rusia, además del de infames aliados de Moscú como Irán y Corea del Norte. Para los incondicionales odiadores del presidente republicano, como el antiguo pez gordo republicano convertido en animador demócrata William Kristol, la acción del Estado judío fue "avergonzante", y lo acusó de alinearse junto al presidente ruso Vladimir Putin en contra de "la democracia y la decencia".
Kristol fue una vez un ardiente partidario de Israel y consideró los esfuerzos del expresidente Barack Obama para apaciguar a Irán como "alarmantes". Pero su rabia por la creciente influencia de Trump en el GOP fue tan grande que en el 2020 comenzó a apoyar abiertamente el retorno a esas políticas antiisraelíes con el fin de derrotarlo.
"Además de reconfortar a Israel, las declaraciones de Trump sobre Hamás y la guerra han aportado claridad moral".
Aunque es difícil tomar en serio a gente como Kristol, no fue el único en vituperar a Israel.
Algunos estadounidenses han abrazado la causa ucraniana como la más importante del mundo, eclipsando todas las demás preocupaciones, incluidos los atentados terroristas dirigidos por Hamás en el sur de Israel el 7 de octubre de 2023 y el consiguiente aumento del antisemitismo en todo el planeta. Para ellos, la guerra entre Rusia y Ucrania es una elección binaria entre el bien y el mal.
Para muchos, ese maniqueísmo se extiende a cualquier discusión sobre Trump, Putin y Volodimir Zelenski. Oponerse, como hace el actual inquilino de la Casa Blanca, a la política del expresidente Joe Biden de ceder a las demandas de Zelenski, respaldando la guerra durante "todo el tiempo que sea necesario", es ahora considerado por los medios masivos de izquierda como un respaldo de facto al mandatario ruso.
Aislar a Israel
Para quienes demonizan a Trump junto con Putin, meter a Israel en el mismo saco no es una exageración. La izquierda política estadounidense se ha volcado contra el Estado judío, acusándolo falsamente de ser un Estado "colonial", que comete "apartheid" y "genocidio" contra los palestinos de la Franja de Gaza. Las acciones bárbaras de Hamás y los palestinos son calificadas de "resistencia" justificada, en lugar de ser tomadas como pruebas de depravación y odio.
Juzgan a Israel con un doble rasero distorsionado que nunca aplicarían a ningún otro país o pueblo. Aun así, Netanyahu hubiera estado encantado de evitar que se le describiera como alguien que ha desechado la moralidad con tal de conservar el mote de compinche de Trump.
A pesar de que es falsa la afirmación del presidente estadounidense de que Ucrania comenzó la guerra, no existe alternativa racional a su esfuerzo para poner fin a un conflicto imposible de ganar ambas partes. Un acuerdo negociado que no dé ni a Kiev ni a Moscú todo lo que quieren es la única forma de detener la masacre y el enorme gasto de recursos estadounidenses para continuar con un costoso estancamiento.

JNS
Hamás afirma haber alcanzado un acuerdo para la liberación de los restos de los rehenes
JNS (Jewish News Syndicate)
Pero tampoco se puede negar que respaldar a Trump en este asunto acentúa el creciente aislamiento de Israel. Esto es particularmente cierto en Europa, donde -fuera de casos atípicos como Hungría- la hostilidad hacia el Estado israelí opera en función de la creciente fuerza de una extraña alianza rojo-verde de izquierdistas e inmigrantes musulmanes. La Unión Europea está horrorizada por el esfuerzo de Trump para poner fin a la guerra, así como por la voluntad de la Administración de señalar que, a pesar de toda su palabrería sobre la democracia, la libertad de expresión está en declive en el continente.
Estar atrapado entre Rusia y Ucrania no es nada nuevo para Israel. Desde que comenzó la guerra, ha recibido presiones para participar activamente en la defensa de Ucrania. Jerusalén denunció la invasión de Ucrania, acogió a refugiados de la guerra y también prestó una ayuda considerable a Kiev. Mas se negó a darle sus preciadas baterías de defensa antiaérea de la Cúpula de Hierro o a romper completamente las relaciones con Moscú.
Hipocresía ucraniana
La cautela de Jerusalén se encontraba antes justificada por la presencia militar rusa en Siria y la seguridad de los judíos que permanecían en el país, a pesar de que la mayoría lo hubiera abandonado en los últimos 35 años. Zelenski también socavó su propio caso cuando, en un discurso virtual ante la Knesset, afirmó falsamente que los ucranianos respaldaron a los judíos durante el Holocausto, cuando, de hecho, estuvieron entre los más ardientes y brutales colaboradores de los nazis. Cualquier otro líder mundial que hubiera hecho una afirmación tan atroz habría sido denunciado como negacionista, pero fue ampliamente ignorada debido a la enorme consideración que recibía el líder ucraniano.
Lo mismo ocurrió con el voto de Ucrania en las Naciones Unidas. Como dijo el embajador israelí en Ucrania en 2023, Kiev vota en contra de Israel más del 90% de las veces y se ha puesto del lado de la discriminación antisemita en el organismo mundial la mayoría de las veces. ¿Cómo pueden entonces los seguidores de Ucrania condenar la votación de Israel?
El colapso del aliado sirio de Rusia, unido a la victoria sobre Hezbolá e Irán significan que Israel ya no tiene que preocuparse tanto por el poderío militar de Moscú.
Aunque la victoria de Trump en las elecciones de 2024 volvió a sentar a un fuerte aliado en el Salón Oval, la flexión de los músculos diplomáticos de la nueva Administración en el último mes proporciona otra razón para que Israel mantenga a Ucrania a distancia.
"Independientemente de los argumentos que Moscú pueda esgrimir, los rusos son culpables de iniciar y proseguir una guerra ilegal e indefendible contra Ucrania".
Además de reconfortar a Israel, las diversas declaraciones de Trump sobre Hamás y la guerra en Gaza han aportado claridad moral. Mientras su enviado en Oriente Próximo Steve Witkoff viaja a la región buscando mantener vivo el acuerdo de alto el fuego y liberación de rehenes, además de iniciar los esfuerzos para ampliar los Acuerdos de Abraham de 2020, Netanyahu sabe perfectamente que quien manda en la región es Trump, no Israel. Las posiciones de Washington se acercan a las de Israel, aunque no en todos los temas. Eso es especialmente cierto cuando se trata de Irán, donde el presidente parece preferir las sanciones y las negociaciones a un ataque militar que tenga como blanco su programa nuclear.
Dado que en juego está la liberación de los rehenes y que parecería inevitable un reinicio de la guerra contra Hamás para evitar que conserve el poder en Gaza, Jerusalén necesita mantenerse cerca de Trump tanto como siempre. Las especulaciones de que este último lo traicionaría a la primera de cambio contradicen su trayectoria como firme aliado israelí. Asimismo, la idea de que Israel debería considerar que los intereses de Ucrania tienen mayor prioridad que su propia lucha de vida o muerte es ridícula.
Considerando todo lo anterior, parece un precio menor y justificable para afianzar la alianza con Washington el haber votado igual que Rusia y sus despreciables aliados. Sobre todo si se considera que incluye posicionarse junto a Estados Unidos en contra de resoluciones vacías de Naciones Unidas destinadas a dificultar las negociaciones por la paz en territorio europeo.
Trump podría tener razón
A menudo se critica al mandatario estadounidense por su enfoque transaccional de la política exterior, contrastándolo con otro arraigado en consideraciones morales y preocupaciones por los derechos humanos, o que al menos así lo pretende. Pero tras el fracaso de las políticas de Obama y Biden para disuadir a Rusia e Irán, se justifica la necesidad de un enfoque más sobrio de estos conflictos basado en la realpolitik.
No es sólo que la debilidad de Biden alentara la agresión. Los desastres de Afganistán e Irak deberían haber curado a los estadounidenses de cualquier creencia en la exportación de la democracia. Tras todo aquello, debería ser obvio que puede resultar menos dañino un enfoque pragmático de la política internacional antes que uno basado en la defensa de un gran principio moral.
Independientemente de los argumentos que pueda esgrimir Moscú, los rusos son culpables de iniciar y proseguir una guerra ilegal e indefendible contra Ucrania. A pesar de todo, para los estrategas de sillón occidentales, comprometidos con el obsoleto manual de la Guerra Fría, sigue sonando como razonable el respaldo de Biden al inalcanzable objetivo de una victoria ucraniana sobre Rusia. Parece razonable también para quienes no solo piensan en Moscú como el malvado, sino que además han bebido el Kool-Aid de Ucrania como un avatar de la lucha por la democracia, en lugar de simplemente otra ex república soviética corrupta y en gran medida antidemocrática.
En su primer mandato, Trump se volcó por escuchar a los "adultos" que salían del establishment de la política exterior en lugar de a sus propios instintos. Con el tiempo aprendió que oír esas voces era un error, gracias a eso se apuntó varios logros. Puede que siga siendo demasiado impulsivo para haberse ganado una confianza ciega a la hora de trazar un nuevo rumbo para Estados Unidos en el exterior. Pero tachar su iniciativa de paz de mero apaciguamiento de Putin o reciclar el bulo de la colusión con Rusia, desmentido hace tiempo como una teoría de la conspiración, no es una respuesta creíble ni razonable a sus posiciones.
Dadas las circunstancias, Israel no solo adopta una postura sabia al evitar que haya una "luz diurna" con Estados Unidos. Elige también así la única alternativa que le permite defender sus propios intereses y los de Occidente.
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