Europa acelera el euro digital y veta a tecnológicas estadounidenses

El Banco Central Europeo (BCE), de la mano de Christine Lagarde y la Comisión Europea han puesto el pie en el acelerador para desarrollar el euro digital, un proyecto que, según la funcionaria, busca reducir la dependencia de Europa respecto a actores externos en un momento de creciente incertidumbre geopolítica. 

La invasión de Ucrania y las tensiones con Estados Unidos, especialmente bajo la presidencia de Donald Trump, han dado un nuevo impulso a esta iniciativa que nació hace cinco años en Fráncfort con la creación de la High-Level Task Force on Digital Euro. 

Lo que inicialmente era un análisis técnico sobre el papel de una moneda digital para facilitar pagos ha evolucionado hacia una apuesta estratégica con objetivos claros: garantizar la autonomía de Europa en su infraestructura financiera y desafiar el dominio de gigantes como Visa, Mastercard y Apple.

El BCE ya tiene definidos los requisitos técnicos del euro digital y espera tener todo listo para octubre de 2025, a la espera de que el Parlamento Europeo apruebe el marco regulatorio necesario. Aunque los procesos legislativos en Bruselas tienden a ser lentos, esta vez hay una urgencia evidente. 

Según reseña El Confidencial, fuentes cercanas al proyecto revelan que el BCE ha preseleccionado proveedores tecnológicos exclusivamente europeos, excluyendo a las grandes tecnológicas estadounidenses —tradicionalmente pilares de la banca— y a empresas de otras regiones del mundo. Esta decisión refleja la voluntad de Europa de blindar un proyecto clave frente a influencias externas.

Un cambio de paradigma geopolítico

El veto a proveedores no europeos responde a una necesidad de independencia estratégica. Las sanciones impuestas a Rusia tras la invasión de Ucrania, como la exclusión de sus bancos del sistema Swift, han puesto de manifiesto los riesgos de depender de infraestructuras de pago controladas por terceros. 

Según las instituciones europeas, el euro digital no solo es una herramienta para modernizar los pagos, sino también un medio para fortalecer la soberanía financiera del continente. Sin embargo, no son pocas las voces que consideran que el proyecto tiene el riesgo de servir como mecanismo de control sobre la ciudadanía.

Además, el proyecto busca contrarrestar el oligopolio de los grandes proveedores de medios de pago, cuyos ingresos por comisiones —generados en Europa— terminan en gran medida en manos de empresas estadounidenses.

El BCE considera que los bancos europeos, con escaso poder de negociación frente a Visa, Mastercard o Apple, podrían beneficiarse del euro digital. Este les otorgaría una mayor capacidad para competir y retener en el continente los beneficios económicos derivados de los pagos digitales. 

En paralelo, el sector privado empieza a ver el proyecto con buenos ojos, aunque persisten resistencias, especialmente entre entidades menos avanzadas tecnológicamente, como las cajas alemanas, que enfrentan el reto de una mayor inversión en digitalización.

¿Cómo funcionará el euro digital?

Servirá para pagos entre particulares, en comercios y en la administración, pero no estará disponible para personas jurídicas. 

Se baraja un límite mensual de 3.000 euros, aún por concretar, para equilibrar su uso y evitar impactos disruptivos en el sistema financiero.

El BCE insiste en que el euro digital no competirá con la banca tradicional. Por su parte, José Luis Escrivá, gobernador del Banco de España, subrayó recientemente en un foro organizado por El Español que “en ningún caso” desplazará a los depósitos. 

Retos y oposiciones 

Aunque el euro digital podría reducir los ingresos de los bancos por terminales de pago (TPV) o tarjetas, el BCE cree que este impacto se compensará con creces. 

En el ámbito privado, iniciativas como la expansión de Bizum a Italia y Portugal o alianzas centroeuropeas para pagos inmediatos muestran un ecosistema en evolución que el BCE aplaude. 

A nivel global, el euro digital se suma a una tendencia en la que países como China, con su yuan digital en fase piloto, o Reino Unido, con avances hacia una libra digital. 

Sin embargo, el proyecto europeo se enfoca sólo en la exclusividad de proveedores locales.

Existen voces críticas sobre este proceso. En ese sentido, Santiago Abascal, del partido español, VOX, señaló en una entrevista que la intención del BCE de la mano de Christine Lagarde, "utiliza el lenguaje del demonio". Y, además apuntó sobre la peligrosidad del proyecto al decir que: “Buscan el control total de la sociedad y que todo el mundo será chantajeable".

Además, según reseña La Gaceta, “la reducción del límite para pagos en efectivo a 1.000 euros impuesta por el Gobierno de Pedro Sánchez, es una de las medidas más restrictivas de toda Europa”. 

Y, también, señala que: “bajo el pretexto de combatir la economía sumergida y el fraude fiscal, este tipo de normativas han complicado el acceso al efectivo, algo que, para los defensores de su uso, podría intensificarse con la llegada de una moneda digital respaldada por el BCE”.

Del mismo modo, algunos expertos, como Antonio Flores, un experto en Inteligencia Artificial (IA), señala que, como el euro digital será emitido y supervisado exclusivamente por el Banco Central Europeo,  presenta "unas implicaciones enormemente importantes". Para empezar, "lo hará trazable, euro por euro". Esto significa que "ni un solo euro escapará del marco de la ley y de las haciendas de cada estado".

Asimismo, al utilizar el euro digital, "los gobiernos conocerán qué hace o deja de hacer cada ciudadano, dónde y cuándo" señala el experto en IA.

Un proyecto en marcha

Con los aspectos técnicos ya preparados por el BCE y una propuesta de desarrollo en manos de la Comisión Europea, el siguiente paso es la aprobación parlamentaria y la creación de un marco normativo.